¿Por qué los coches deportivos pesan tanto hoy? Una cuestión de números

¿Por qué los coches deportivos pesan tanto hoy? Una cuestión de números

Los coches deportivos sorprenden por su gran cantidad de novedades y su peso


Tiempo de lectura: 8 min.

Durante décadas, la idea del coche deportivo ha estado íntimamente ligada a la ligereza. Imágenes de ágiles coupés serpenteando por carreteras de montaña, coches de carreras bailando entre curvas y pequeños bólidos rugiendo como felinos salvajes en estrechas pistas evocaban una obsesión casi mística por la reducción de peso. Sin embargo, hoy observamos que las especificaciones de los deportivos modernos y nos encontramos con una paradoja sorprendente: son más rápidos, más potentes, más avanzados y más pesados que nunca.

Hace apenas 40 años, un Porsche 911 Carrera pesaba poco más de 1.300 kg, hoy, el Carrera 4S supera los 1.600 kg. El Nissan GT-R ronda los 1.750 kg, el BMW M4 Competition roza las 2 toneladas y el Audi RS e-tron GT supera los 2.300 kg y si seguimos con coches eléctricos, no vamos hasta los 2.500 tranquilamente.

¿A qué se debe este peso? La respuesta es compleja, no obedece a un único culpable, sino a una combinación de exigencias tecnológicas, normativas, de mercado y expectativas de los compradores. Un deportivo tiene que ser rápido, pero también eficiente, seguro, cómodo y que tenga la capacidad de ofrecer una experiencia multimedia que esté a la altura.

Reducir el fenómeno a simples añadidos sería superficial. Detrás de cada kilo ganado hay largas negociaciones de ingeniería, dilemas comerciales y complejas decisiones estratégicas. Los fabricantes deben enfrentar ecuaciones delicadas en las que un pequeño ajuste de seguridad puede tener consecuencias en el chasis, la suspensión, el tren motriz o la aerodinámica.

BMW M4 Competition

La tiranía de la seguridad

Desde principios del 2000, los organismos de seguridad vial han impuesto normativas más estrictas para proteger a los ocupantes y peatones. Estas regulaciones pasan por el Euro NCAP o la NHTSA, lo que ha hecho que los fabricantes rediseñen por completo la estructura de los deportivos con barreras de protección, refuerzos laterales, zonas de deformación programada…

Por ejemplo, el simple refuerzo de los pilares A y B, esenciales para resistir vuelcos, puede añadir decenas de kilos en un chasis. Los airbags, que en un coche moderno puede tener más de 12, aporta otros tantos kilos adicionales. Incluso los cinturones, con pretensores eléctricos y sensores, suponen un lastre que los deportivos de hace décadas no conocían.

A esto hay que sumarle los sistemas de seguridad activa, como es el control de estabilidad o ESC, la frenada automática de emergencia, la asistencia de carril, sensores perimetrales… Cada sistema exige sensores, módulos electrónicos, cableado y software, lo que hace que pese más. Este es uno de los motivos por los cuales modelos como el Audi R8 han visto incrementado su peso.

El comprador de deportivos no solo acepta el sobrepeso en nombre de la seguridad, sino que lo pide. A nadie le gusta pensar que su coche, por rápido que sea, lo deja vulnerable en caso de accidente. Los fabricantes saben de este miedo y lo capitalizan con más tecnológica de protección. En mercados como el europeo, la seguridad no es una opción, es un factor crítico de decisión, incluso los coches de circuito, deben cumplir con estos estándares de seguridad.

Audi R8 V10 GT RWD (10)

Confort y lujo, el nuevo ADN del deportivo moderno

El perfil del comprador ha cambiado en las dos últimas décadas. En los años 90 los deportivos eran adquiridos por puristas, que estaban dispuestos a sacrificar el confort por una experiencia de conducción pura, mientras que ahora se buscan prestaciones, un coche para diario, cómodo, con conectividad y acabados premium. A esto se le suma una nueva denominación, acuñada como GT, que hace inevitable sumar peso.

Asientos eléctricos, calefacción, ventilación, sistemas multizonas de climatización, pantallas táctiles de gran tamaño, sistemas premium de sonido que pueden llegar a pesar 30 kg, todo esto va sumando, como son los asientos calefactables que de los 50 kg no bajan, lo que hace que todo llegue a cifras bastante elevadas.

Los usuarios lo quieren todo, y son olvidar un coche silencioso. Esto pasa por trabajos de ingenieros para utilizar capas adicionales de materiales insonorizantes para puertas, techos y parabrisas, lo que hace que tengamos un habitáculo refinado, propio de una berlina cara, pero que dista mucho de la ligereza espartana de hace años.

Hoy un deportivo de alta gama no es un coche para disfrutar en carretera secundaria. Es una extensión de un estilo de vida digital, que debe integrar el smartphone, ofrecer asistentes virtuales, asistentes de conducción autónoma 2 o más… Lo que hace que esa complejidad tenga capas y capas de tecnología, cada una sumando un pequeño granito de peso al conjunto global.

Aston Martin eléctrico (1)

Hibridación y electrificación: la gran revolución del peso

La electrificación ha incidido mucho en el peso. Las baterías de alta capacidad son necesarias para alimentar los coches, aunque eso suponga impresionantes losas de kilos en los deportivos. En el Audi RS-e-tron GT se superan los 700 kg, unas cifras bastante elevadas que ponen en evidencia el problema que hay.

Los motores eléctricos son más compactos que los de combustión y sus sistemas pueden añadir fácilmente más de 100 kg a la unidad. Este sobrepeso no puede colocarse en cualquier sitio. Para situar las baterías, los fabricantes han rediseñado los bajos de los coches, creando plataformas específicas, lo que añade aún más masa estructural.

Otro efecto colateral de la electrificación es el cambio en el reparto de pesos. Los deportivos buscaban un reparto 50/5, pero ahora con las baterías se desplaza el centro de gravedad más abajo, centrando longitudinalmente, obligando a recalibrar por completo las suspensiones, dirección y frenos.

La ingeniería contra el propio peso

Para compensar el incremento global de peso, los fabricantes han redoblado los esfuerzos en mejorar la rigidez estructural. Un chasis más rígido permite que las suspensiones trabajen de forma más precisa y controlada, pero alcanzar esa rigidez torsional exige más material, soldadura y refuerzos.

 

09 Bugatti Veyron aerodynamics

El desarrollo de suspensiones activas, controladas electrónicamente, es otro factor de peso creciente. El sistema Magnetic Ride Control, las barras estabilizadoras desacoplables, suspensiones multibrazo electrónicas o los ejes traseros direccionables añaden peso al coche. A esto hay que sumarle los frenos carbocerámicos, que permite reducir masas no suspendidas y mejorar la resistencia a la fatiga térmica.

Cuanta más potencia, neumáticos más anchos. Las llantas y neumáticos añaden peso a las pasas no suspendidas y obliga a redimensionar frenos y suspensiones. Ahora también tenemos direcciones asistidas eléctricamente, que son más eficientes enérgicamente, pero tienen más motores eléctricos, unidades de control y demás componentes, que suman al peso final del coche.

Aerodinámica activa, aliada y enemiga del peso

La aerodinámica activa es una de las grandes innovaciones de la última década. Alerones móviles, difusores retráctiles, flaps ajustables… permiten mejorar el grip en curvas sin penalizar la velocidad punta en rectas. El problema está que estos sistemas son mecánica y electrónicamente complejos, por lo que necesitan motores eléctricos, actuadores hidráulicos, sensores de velocidad… lo que suma más peso.

Para lograr bajos coeficientes aerodinámicos sin perder estabilidad, los deportivos actuales incorporan fondos planos extendidos, gigantescos difusores traseros, canalizaciones de aire internas, conductos NACA, que adaptan el flujo sobre la situación de conducción. Otro reto es la gestión térmica. Con motores cada vez más potentes, los sistemas de refrigeración ha crecido exponencialmente, radiadores gigantes, intercoolers multiples, refrigeración líquida… Todo ello exigen canalizaciones de aire adicionales que condiciona el diseño aerodinámico, pero también incorporar componentes físicos.

Fibra Carbono 02

Cuando la ligereza tiene un precio altísimo

La fibra de carbono ha sido presentada durante años como el material milagroso capaz de aligerar cualquier coche. Su uso sigue estando restringido a elementos parciales porque su coste de reparación, fabricación y reciclaje sigue siendo muy alto.

Los aceros modernos de ultraalta resistencia permiten reducir secciones sin perder rigidez, pero siguen aportando masa cuando el conjunto debe absorber grandes cargas de impacto. Los deportivos utilizan aleaciones de varios metales, pero no existe un material milagroso que reemplace completamente la densidad del acero.

El crecimiento imparable del peso de los coches deportivos modernos es el resultado de una compleja red de demandas contrapuestas: más seguridad, confort, potencia, tecnología, electrificación y prestaciones absolutas. Cada avance técnico ha traído consigo soluciones brillantes, pero también nuevas cargas físicas. Los ingenieros trabajan continuamente al borde de la física para compensar el peso mediante la electrónica, la aerodinámica activa o materiales sofisticados, pero la báscula sigue subiendo año tras año.

 

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Alejandro Delgado

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