Mazda vuelve a intentarlo con los eléctricos, pero en esta ocasión, las cosas son muy diferentes

Mazda vuelve a intentarlo con los eléctricos, pero en esta ocasión, las cosas son muy diferentes

Nada de experimentos rotatorios


Tiempo de lectura: 5 min.

Mazda ya se la pegó con los eléctricos, y no de forma discreta, sino espectacular, como cuando en una boda el DJ se tropieza y se lleva la mesa de mezclas por delante y fastidia el vestido de la novia. El MX-30 fue, por decirlo sin rodeos, un patinazo de campeonato. Un coche muy bonito, muy bien hecho y muy Mazda, sí, pero con una batería ridícula, una autonomía de chiste y una propuesta tan poco convincente que no emocionaba ni a los comerciales de la propia marca. Tenía calidad y un diseño con personalidad, claro, pero si un eléctrico no te lleva y te trae sin perder horas cargando entre viajes, no hay nada que hacer por muy artesanal que sea el salpicadero o muy bien que suene el portón al cerrar. Fue tan irrelevante que no lo salvó ni el regreso del motor rotativo como extensor de autonomía. El MX-30 era como un gourmet que te sirve una galleta salada para cenar: simpático, pero te vas con hambre y pensando que hay que estar mal de la cabeza para gastar dinero en eso.

Ahora bien, los japoneses de Hiroshima no son de rendirse a la primera. Mazda se ha tomado su tiempo tras ese tropiezo y ha vuelto a la carga con el Mazda6e, una berlina eléctrica que, sin prometer la luna, al menos ya apunta al cielo. El discurso oficial habla del “Jinba Ittai” (esa conexión hombre-máquina tan poética y tan japonesa), y lo cierto es que esta vez sí parece haber una base técnica y emocional sobre la que construir algo serio. Nada de reinventar la rueda ni de prometer cosas que no se cumplen: el 6e viene con dos motores decentes, una plataforma afinada y una apuesta clara por el diseño, el confort y el buen tacto de conducción. Vamos, lo que Mazda sabe hacer bien cuando se pone.

El Mazda6e ofrece dos versiones eléctricas de tracción trasera: una con 245 CV y otra con 258, ambas con 320 Nm de par y una aceleración de 0 a 100 km/h en menos de 8 segundos. Nada para salir quemando rueda, pero sí suficiente para moverse con solvencia incluso cargado. La velocidad máxima está limitada a 175 km/h y, aunque no se han detallado las autonomías, los consumos oficiales rondan los 16,5 kWh/100 km, así que podemos suponer que estará en la órbita de los 450-500 km reales si no vas haciendo el cabra. ¿Es rompedor? No. ¿Es razonable y sensato? Mucho. Y eso ya es un paso de gigante comparado con aquel MX-30 que en invierno se te quedaba sin batería entre el portal y el supermercado.

La baza más clara del 6e es su comportamiento dinámico, muy trabajado según Mazda. Hablan de reparto de pesos 50:50, de una suspensión multibrazo trasera bien afinada y de una dirección calibrada al milímetro. Incluso los pedales, dicen, están ajustados para dar una respuesta natural. El objetivo es claro: que el coche se sienta tan vivo como los Mazda de combustión de toda la vida. No quieren que esto sea un electrodoméstico con ruedas, sino un coche con alma, que conduces por placer. Y aunque eso suene a marketing, Mazda suele cumplir cuando promete sensaciones al volante. No todo el mundo lo valora, pero los que lo hacen, lo aprecian de verdad.

Mazda 6 eléctrico (2)

Un eléctrico que no quiere parecer un iPad con ruedas

Ahora bien, no nos engañemos: el Mazda6e no es el típico coche eléctrico que te vende la última virguería tecnológica o que compite por tener la mayor pantalla del mercado. Aquí no hay postureo digital ni un modo autónomo que te prepara un café. Este coche va a lo suyo: buen diseño (muy japonés, limpio y elegante), un interior que mezcla artesanía y minimalismo, y un enfoque claramente europeo. Lo han desarrollado a medias entre Hiroshima y Alemania, lo que ya indica que Mazda ha aprendido que Europa no es Japón, y que aquí nos gusta conducir, pero también exigimos un coche práctico y refinado.

¿Rivales? Pues el Mazda6e tiene unos cuantos, y muy serios. El Tesla Model 3 Highland es la referencia de facto, con más autonomía, más potencia, más tecnología… y también un diseño que no emociona tanto como el Mazda. Luego está el BMW i4, que juega en una liga similar de berlina elegante, aunque con precios más elevados y una conducción más orientada a lo deportivo. El Hyundai Ioniq 6 también compite fuerte, sobre todo en eficiencia, aunque su diseño tipo “cucaracha aerodinámica” no es para todos los públicos. Y no olvidemos al Volkswagen ID.7, que es algo más soso, pero tiene un habitáculo más amplio y una propuesta más familiar.

En ese contexto, el Mazda6e no pretende ser el mejor en nada, pero sí ser ese coche que te comprarías con gusto si valoras más el equilibrio y el diseño que la cifra de aceleración o el tamaño del portamaletas. No va a romper los rankings de ventas, pero tampoco da la sensación de ser un experimento raro como lo fue el MX-30. Es un eléctrico bien planteado, coherente, con el alma de Mazda y sin querer parecer lo que no es. Y eso, en estos tiempos en los que todos los coches quieren ser ordenadores con ruedas, es casi un acto de rebeldía.

Así que sí, Mazda lo vuelve a intentar con los eléctricos, pero esta vez con los pies en la tierra, las ideas más claras y una berlina que, sin deslumbrar, convence. No será el coche más rápido, ni el más tecnológico, ni el más autónomo. Pero puede que sea uno de los más humanos. Y, en el fondo, quizá eso sea lo que de verdad hace falta.

 

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Jose Manuel Miana

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