Ford Ranchero GT 351: el muscle con caja que no quiso ser pick-up

Ford Ranchero GT 351: el muscle con caja que no quiso ser pick-up

Un coche que era como el peinado Mullet: Serio por delante y despiporre por detrás


Tiempo de lectura: 7 min.

A veces la historia del automóvil tiene esos momentos de genialidad que parecen accidentes, y uno de ellos es el Ford Ranchero GT 351, el coche que no sabía si quería ser muscle car o herramienta de trabajo y al final se quedó en medio. Resulta que finales de los sesenta, Ford decidió mezclar dos conceptos que parecían incompatibles: la brutalidad de un V8 de 5,8 litros y la practicidad de una caja donde podías cargar una moto, un juego de ruedas o, directamente, el ego herido de cualquier Chevy El Camino. No fue el primer UTE, pero sí uno de los mejores.

El resultado fue una especie de criatura mítica mestiza, mitad Torino, mitad camioneta, que en 1971 alcanzó su punto más alto con el GT 351. En esa época, los coches americanos aún se diseñaban con escuadra, rabia, y un pack de Budweiser, y los ingenieros de Ford creían que los límites estaban para superarlos a base de más cilindrada. Aquel Ranchero no era solo un utilitario vitaminado: es que era un desafío a la lógica y al futuro que estaba a punto de llegar en el que los catalizadores, las normas de seguridad y la crisis del petróleo iban a enterrar el músculo bajo capas de plástico y culpabilidad.

El Ranchero GT 351 fue el último canto de una generación que entendía el automóvil como extensión del carácter. No importaba si lo conducías por la autopista o por un camino de tierra, porque su motor 351 Cleveland V8 te recordaba con cada pisotón que aquello no era una Ford Transit. Era un muscle con caja, un coche para los que querían transportar cosas sin renunciar a poner los pelos de punta al arrancar y molar más que nadie al terminar de trabajar.

Nadie sabía muy bien qué demonios era. Los puristas lo miraban con condescendencia, los currantes lo encontraban demasiado refinado, y los jóvenes lo idolatraban porque, simplemente, hacía ruido, olía a gasolina y tenía una buena trasera para tumbarse a ver las estrellas.

Ford Ranchero GT 351 cartel

Cuando Ford decidió inventarse su propio género

El primer Ford Ranchero nació en 1957 con la intención de unir el confort de un coche con la utilidad de una camioneta. Total, llevaban haciéndolo en Australia desde que en 1932 una señora les pidió un coche para ir a misa los domingos y los huevos al mercado los lunes (a no ser que el cura fuese muy malo, entonces se quedaba sin huevos para el lunes). La idea cuajó también en EEUU, sobre todo entre granjeros y pequeños empresarios que no querían renunciar al asiento mullido ni a las molduras cromadas, pero con los años, aquel Ranchero fue mutando. Pasó de ser un vehículo práctico a ser un experimento de estilo y potencia que reflejaba la fiebre del rendimiento que arrasaba Estados Unidos con los muscle car.

El Ford Fairlane dio paso al Torino a mediados de los sesenta, y el Ranchero se subió al mismo chasis para ganar músculo y presencia. Fue entonces cuando apareció la denominación GT, que venía a ser que podías cargar sacos de pienso y hacerte el cuarto de milla en menos de quince segundos. Lo cual, en 1968, sonaba casi obsceno.

El salto definitivo llegó con la llegada del motor 351 Cleveland, que era un puñetazo en el estómago a la Pachamama. Montaba culatas de flujo alto y su carburador de cuatro cuerpos, así que el 351 era el punto medio perfecto entre la manejabilidad del 302 y la brutalidad del 429 Cobra Jet. En el Ranchero GT 351, entregaba hasta 300 caballos con una suavidad casi insultante en una carrocería que, aunque compartía alma con el Torino, tenía su propia identidad gracias a su trasera abierta y su cintura en forma de botella de Coca-Cola.

Ford no lo vendía como un deportivo, pero cualquiera que se subiera sabía que lo era. Su suspensión de tipo pesado, su dirección asistida y sus frenos de disco delanteros hacían que aquel remix se moviera con una agilidad sorprendente, aunque lo que realmente enamoraba era el rugido del motor, amplificado por un escape que hoy sería ilegal hasta para un cortacésped.

Ford Ranchero GT 351

El GT 351, o músculo para trabajar

El Ford Ranchero GT 351 de 1971 representó la cima de ese equilibrio imposible entre potencia y practicidad. Servía igual para ir a trabajar que para humillar a un Camaro en un semáforo, y esa dualidad lo convirtió en un icono de culto. No había nada comparable porque el Ranchero tenía una personalidad bipolar que lo hacía irresistible.

A nivel de diseño, aquel modelo abrazaba sin complejos el estilo “Coke bottle”. El frontal te recordaba que este no era un coche de granjero, sino un muscle disfrazado de herramienta. La versión GT añadía detalles como los retrovisores pintados en color carrocería, las llantas Magnum 500 y las franjas laterales, que no aportaban nada al rendimiento pero te daban +10 en carisma.

El interior estaba mejor acabado que el de muchas berlinas de la época. Podía montar asientos deportivos y hasta llevaba aire acondicionado, porque a diferencia de las pick-up tradicionales, este coche estaba pensado para disfrutarlo tanto como para usarlo. El Ranchero GT 351 era perfectamente capaz de cruceros largos, remolques pesados o acelerones sin sentido en mitad de la nada gracias al cambio automático Cruise-O-Matic o el manual de cuatro velocidades.

En cuanto al motor, el 351 Cleveland con carburador de cuatro gargantas era un pequeño milagro de ingeniería que Ford había diseñado con cámaras de combustión grandes y admisión eficiente, lo que se traducía en par a raudales desde bajas vueltas. Podías salir del aparcamiento con el maletero lleno de herramientas y aun así dejar un par de rayas negras en el asfalto, solo porque sí.

Ford Ranchero GT 351 interior

El final de la fiesta y el culto posterior

Como todo lo bueno, el Ford Ranchero GT 351 duró poco. A partir de 1972, las nuevas normativas de emisiones y seguridad convirtieron el músculo americano en un animal domesticado. Los motores perdieron compresión, los chasis ganaron peso, los paragolpes se agrandaron y los diseñadores perdieron la fe. El Ranchero siguió existiendo hasta 1979, pero ya no era el mismo; ni su sonido, ni su carácter ni su propósito sobrevivieron al ajuste de cuentas con la realidad del petróleo y la política.

Lo curioso del Ranchero GT 351 es que su rareza se convirtió en virtud y estos se cotizan como piezas únicas porque representan una época en la que los ingenieros podían jugar sin miedo al éxito.

Muchos coleccionistas lo buscan precisamente porque no es un Mustang ni un Torino, ni una simple pick-up. Es el término medio entre todo eso, una especie de muscle de andar por casa que permite combinar el ruido de un V8 con la satisfacción de llevar algo útil detrás. El Ranchero tiene algo que pocos coches modernos ofrecen: autenticidad.

Ver uno bien conservado, como el ejemplar negro restaurado con llantas Magnum 500 y escape Flowmaster, es recordar un mundo que ya no existe en el que los motores eran mejores cuanto más grandes y el diseño se permitía experimentar con conceptos extraños.

Ford Ranchero GT 351 motor

El muscle más bestia

La extraña mezcla de músculo y utilidad lo convirtió en un outsider dentro del universo muscle car y también en un símbolo de libertad creativa. Fue el coche de los que no necesitaban que nadie les explicara por qué un V8 con caja era una idea brillante.

Hoy los coches se parecen cada vez más entre sí y suenan todos igual, así que mirar un Ranchero GT 351 es un ejercicio de nostalgia mecánica.

El Ranchero GT 351 no fue un éxito comercial, pero sí se ha convertido en coche de culto porque mientras muchos se conformaron con encajar, este era diferente.

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Sobre mí

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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