Había rumores desde hacía mucho tiempo, pero nos lo tomamos como eso, rumores. Ahora se ha hecho realidad y nos demuestra que, según parece, la historia y el legado importan más bien poco actualmente en las marcas. El Ford Capri regresa al mercado, y lo hace, como se decía, como un SUV eléctrico. Y lo peor de todo es que la misma Ford afirma que “la leyenda ha regresado”, en un claro movimiento de marketing que da la impresión de ser una broma.

Es cierto que tenemos que comprender, nos guste o no, que las marcas de coches tienen que vender coches, es su principal objetivo y sin esa obviedad, ya no quedaría ninguna en activo. Pero la obsesión por los SUV y la poca imaginación que se tiene actualmente, dan lugar a cosas como esta, el empleo de una denominación con algo de peso histórico, con la intención de dar importancia y caché a un producto que no ofrece realmente nada nuevo y ni siquiera presenta un diseño que podamos tildar como interesante. Es que ni siquiera es bonito, no tiene una pizca carisma y encima, visto de lado, se parece al Aiways U6.

La industria del automóvil ha perdido la pasión y pisotea su pasado sin miramientos, en un cambio casi drástico comparado con tiempos pasados. Antes, el pasado y la tradición se cuidaban mucho más, cada marca tenía su personalidad, su público objetivo y las raíces en las que se basaban tenía cierta importancia. Incluso cuando diferentes compañías se unían para crear algún producto, estas cosas se tenían en cuenta. Sin embargo, es evidente que los fabricantes de coches han dejado de ser fabricantes de coches, ahora solo ofrecen “soluciones de movilidad”.

El nuevo Ford Capri es un ejemplo claro de lo que está por venir, al menos en el seno de Ford, pues recuperar denominaciones conocidas es parte de la estrategia de la compañía para aprovechar su pasado histórico como punto de diferenciación. Pero una denominación no sirve como diferenciación, sobre todo cuando se usa para un coche que, en realidad, no tiene nada de sorprendente ni de novedoso, pues emplea como punto de partida el Ford Explorer eléctrico, un coche que también supone pasar por el barro un nombre que antaño significaba “aventura” y “viajes casi sin límites”.

Según la marca, se han mantenido guiños al modelo original en el diseño, y hasta cierto punto, es cierto. La forma básica de los faros busca reinterpretar el frontal original de la primera generación del Capri, al igual que la caída del techo en la parte trasera. Pero lo demás es nuevo y nada se parece al Capri original. De entrada, mide 1.626 milímetros de alto y el peso ronda entre los 2.023 y los 2.115 kilos. Esto es como dos Ford Capri juntos. Y si esto te parece poco, se le considera un “SUV de corte coupé”… Que manía con llamar coupé a cualquier cosa que, en realidad no lo es ni se le parece.

La base para el nuevo Capri es la plataforma eléctrica MEB de Volkswagen y ofrecerá dos versiones. La primera, que será el acceso a la gama, contará con propulsión –motor eléctrico en el eje trasero–, 286 CV y 545 Nm de par, alimentado por una batería de iones de litio con 77 kWh y anuncia una autonomía de entre 598 y 627 kilómetros. La segunda opción, la más potente, contará con un motor eléctrico para que caja eje y promete 340 CV –el motor trasero permanece invariado, pero se suma un delantero de 109 CV y 134 Nm–, así como enre 592 y 560 kilómetros de autonomía gracias a una batería de 79 kWh.

Mucha potencia y mucho par, pero las prestaciones no sorprenden ni tampoco destacan por ser especialmente altas. El 0 a 100 km/h lo completan en 6,4 segundos en el primer caso y en 5,3 segundos en el segundo caso, mientras que la velocidad máxima está limitada a 180 km/h.

Por supuesto, el habitáculo es “superdigital”, sin botones, con una pantalla para gestionar todo lo gestionable y un diseño de lo más soso, es decir, en consonancia con la absurdez actual que inunda todas las marcas –salvo Mazda– por llenarlo todo de pantallas. Lo peor de todo es que, además, la gente quiere eso, en una clara muestra de que vende más la imagen y lo que parece a simple vista, que cualquier otra consideración.

Sí, es evidente que no nos gusta, ni aunque lo hubieran llamado de otra forma nos gustaría. Entendemos que las marcas necesitan desarrollar su tecnología eléctrica y que, aunque cueste reconocerlo, la electricidad cuadra la mar de bien con el segmento SUV. Pero Ford pierde dinero a espuertas porque no vende sus coches eléctricos, y se empeña en vender otro SUV eléctrico que, además, es muy caro. Concretamente, 48.094 euros con descuentos incluidos que aplica la misma Ford en el lanzamiento. Los precios oficiales, sin descuentos, son de 54.265 euros para la versión de propulsión y de 57.285 euros para el de tracción total.

La reacción de la gente, como cabe esperar, no está siendo la mejor, ni mucho menos. Los medios se mantienen neutrales, o todo lo neutrales que creen oportuno –a nosotros eso no nos preocupa–, pero los aficionados reparten estopa sin miramientos, tildando el nuevo Capri como un “SUV obeso”, una mala copia de un Polestar 2, otros dicen que el mercado automovilísto “se va a la mierda”…

Según la revista Autocar, el encargado de dirigir el diseño de este nuevo Ford Capri, Thomas Morel, ha dicho que “no todos los días se tiene la oportunidad de rediseñar un icono. Queríamos llevar la esencia a la próxima generación”. Por otra parte, la marca afirma que ha sido diseñado para “continuar la historia del clásico de culto icónico, con espíritu rebelde que se enfatiza con colores de pintura vibrantes”. Pero, claro, ¿Qué van a decir sus creadores?

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