El Mercedes Clase A está llamado a ser un clásico

El Mercedes Clase A está llamado a ser un clásico

Posiblemente, el Clase A es el Mercedes más polémico de los últimos 30 años y no solo por la ya famosa prueba del Alce


Tiempo de lectura: 6 min.

El Mercedes Clase A siempre será recordado por la prueba del Alce, aquella en la que acabó volcado sobre la puerta del conductor y levantó una polémica de tal calibre, que la marca se vio obligada a revisar el coche en profundidad antes de seguir con las ventas. Fue un momento verdaderamente delicado para la marca y no fueron pocos los que vaticinaron un descalabro monumental del modelo.

Sin embargo, el Mercedes Clase A, la primera generación del Clase A –el W168–, fue un éxito de ventas. Se fabricaron, entre 1997 y 2004, un total de 882.661 ejemplares del Clase A “normal”, pues hubo dos versiones, una de ellas con la batalla alargada, de la que se fabricaron nada menos que 204.212 unidades. En total, algo más de un millón de unidades del coche que, para muchos, era el peor Mercedes que se había creado nunca, un automóvil indigno de llevar la insignia de la estrella de tres puntas en el frontal.

Esa forma de pensar es la que acaba por enviar al ostracismo, proyectos realmente interesantes. ¿Por qué fue un coche indigno de ser un Mercedes? ¿Por su diseño? ¿Por su tamaño? ¿Porque tenía motores poco potentes? Esto demostraría que no se entendió que buscaba la marca con el lanzamiento de un coche tan atípico, pero que, en realidad, escondía cosas nunca vistas en un Mercedes y que eran muy interesantes. ¿Sabías que podías retirar los asientos traseros por módulos? ¿Sabías que el chasis tiraba el motor al suelo en caso de impacto frontal, para evitar que afectara al habitáculo?

La seguridad, tanto activa como pasiva, fue uno de los apartados en los que más se trabajó

Mercedes clase A en la prueba del Alce

El Mercedes Clase A en plena prueba del Alce

Objetivo: ampliar espectro de usuarios de Mercedes

La puesta en escena del Mercedes Clase A se conocía desde algo antes, unos tres años antes. La marca había confirmado que trabajan en el proyecto, pero, claro, nadie esperaba un coche como el que se presentó en Frankfurt en 1997. El dibujo de su carrocería fue cosa de Steve Martin, quien también trabajó en el Mercedes Clase E –W210– y Mercedes Clase S –W220– y quien supo plasmar a la perfección los rasgos de la marca en un concepto de automóvil inédito en Mercedes. Solo hay que verlo para saber que se está ante un Mercedes-Benz.

El caso es que la forma de monovolumen no gustó a todo el mundo, sobre todo a los fanáticos de la marca y, por supuesto, a los aficionados más puristas. Fue uno de los apartados más criticados pero, en el fondo, motivos había para ello. En aquellos años, el segmento de los coches pequeños vivía una revolución, las novedades se agolpaban una detrás de otra: SEAT Arosa, Ford Ka, Opel Maxx, smart… Habría que sumar el Volkwasgen Lupo que llegó poco después –un Arosa, pero con rasgos y logos de Volkswagen– y retirar de la lista al Opel Maxx, que se quedó en prototipo, pero el tema es que, los pequeños, adquirían peso en el mercado.

No solo eso, Mercedes también buscaba una forma de ampliar la clientela, con un coche muy práctico, más barato que de costumbre y con una imagen que iba destinada, sobre todo, a las mujeres. Hoy, afirmar algo así puede suponer un problema, pero en aquellos años era algo que, incluso, se consideraba lógico: le marido tiene un Clase E, mientras que la mujer se compra un Clase A para sus quehaceres. La combinación perfecta y el objetivo de la marca, junto a un posible efecto llamada para aquellos que nunca habían pensado en un Mercedes.

Sin embargo, oficialmente, el perfil del usuario del Clase A era una persona de alrededor de 40 años, un 30% mujeres, solteros o casados, sin hijos y con buena disposición social.

A medio camino entre tres mundos

La primera generación del Mercedes Clase A no era un compacto, pero tampoco era un utilitario, tenía una longitud de 3,57 metros y una anchura de 1,71 metros; un Peugeot 306 con carrocería de tres puertas, por poner un ejemplo, se iba hasta los 3,99 metros de largo y un Volkswagen Golf III, también con carrocería de tres puertas, tenía 4,02 metros de largo –aunque ambos se quedaban en 1,69 metros de anchura–. Un Fiat Punto, por poner otro ejemplo, media 3,72 metros de largo y 1,62 de ancho.

El Clase A era una combinación de ambos segmentos, metida en un cuerpo de monovolumen. El amigo Máximo Sant, en el número 483 de la revista Coche actual, decía “para ser un Mercedes es barato, o por lo menos asequible. Para su precio, resulta pequeño. Para ser tan pequeño, por dentro es muy amplio. Y a pesar de fu enfoque utilitario, es todo un Mercedes”.

La última parte, “es todo un Mercedes”, es más importante de lo que parece, pues deja clara la personalidad del modelo y la ingeniería aplicada al coche. Por calidad de acabados, tacto de conducción, tecnología y cuidado por el detalle, el Mercedes Clase A no era diferente al resto de modelos de la marca, solo era más pequeño, tenía un formato de monovolumen y motores poco potentes. Bueno, y tracción delantera, otra cuestión que hizo correr ríos de tinta –entonces, las revistas se vendía la mar de bien, Internet, como lo entendemos ahora, es una ilusión–.

Sin embargo, la tracción delantera era la opción más lógica para este coche, al igual que el formato monovolumen. Mercedes quería ofrecer mucho espacio, versatilidad y confort, en una plataforma que apenas superaba los tres metros y medio. Si hubiera optado por un cuerpo de dos volúmenes –como un SEAT Ibiza, por ejemplo– no habrían logrado tanto espacio ni tanta modularidad, y si se hubiera mantenido la propulsión, además de muy difícil de conducir, el túnel central hubiera robado espacio en el habitáculo y capacidad de maletero.

A pesar de su diseño, las ventas fueron viento en popa, justo lo contrario que su máximo rival, el Audi A2

Mercedes Clase A W168 (1)

Todo fue desarrollado específicamente, incluso los motores

El Mercedes Clase A fue un proyecto enorme. La mayoría de los elementos que conformaban el coche fueron desarrollados específicamente. Los motores, por ejemplo, eran únicos y no se compartían con otros modelos de la marca alemana y estaban colocados muy abajo para compensar la altura a la que se situaban los pasajeros –entre 15 y 20 centímetros más arriba que en cualquier compacto–. Las cajas de cambio también eran específicas – incluía una versión con embrague pilotado–.

Nunca tuvo versiones muy potentes, lo máximo fueron 140 CV del A210 L Evolution, una de las últimas versiones llegadas a la gama en el año 2002. Costaba 28.050 euros en la época y según la revista Autopista –número 2.231–, tenía cierto talante deportivo, aunque por deportividad, aunque solo fuera pretendida, la del Mercedes Clase A160 Häkkinen, que lucía una decoración inspirada en los McLaren-Mercedes de Fórmula 1, tenía llantas AMG de 17 pulgadas, aletas traseras ensanchadas, un interior con muchos elementos de color rojo y el motor de 1,6 litros gasolina de 102 CV.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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cacho_perro
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cacho_perro

El problema que tenía este modelo eran dos: – acabados demasiado “básicos” para un Mercedes, sobre todo la 1ª generación… al mismo nivel prácticamente que cualquier otra marca generalista siendo un modelo mucho más caro… – mantenimiento/accesibilidad mecánica: el tener los motores donde los tenía por su estructura de chasis en “sandwich” podía ser bueno en términos de seguridad y ahorro de espacio, pero era una pesadilla para los mecánicos por lo complicado que resultaba acceder a ellos para realizar mantenimientos o reparaciones, lo que se traducía en facturas abultadas por las horas de mano de obra necesarias… y eso… Leer más »


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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.

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