Aunque absorber el CO2 de la atmósfera pueda parecer una idea tan descabellada como querer almacenar el agua de los océanos, ya existen empresas que se dedican a experimentar y a extraerlo del aire. Teniendo en cuenta su gran importancia en el efecto invernadero y la gran aportación que suponen los gases que salen por los tubos de escape de nuestros vehículos, aparte de las grandes industrias o compañías generadoras de energía, no haríamos mal en aprovechar estas tecnologías. El dióxido de carbono (CO2) es el principal responsable del calentamiento global del planeta, algo que debemos evitar a toda costa. Además de intentar frenar sus emisiones por cualquier medio, no paran de surgir proyectos e ideas para reducir el que ya existe en nuestra atmósfera.
En junio de 2017 se puso en marcha la planta de Climeworks en las cercanías de Zúrich (Suiza). Esta especie de enorme aspiradora es capaz de capturar 900 toneladas de CO2 al año, el equivalente de las emisiones de unos 20 coches de tamaño medio. La planta procesa el aire, separa el dióxido de carbono y lo envía a unos viveros situados cerca de la factoría para alimentar los cultivos que allí se desarrollan. En los próximos años se quieren establecer industrias alrededor de la planta, como una embotelladora de bebidas carbonatadas para que usen este gas. Realmente es una ínfima cantidad de CO2, pues según los responsables de Climeworks serían necesarias unas 250.000 plantas de procesado como la inaugurada en Suiza solo para procesar el 1% del CO2 almacenado en la atmósfera.
En otro punto de Europa, en Islandia, se está llevando a cabo también otro proyecto que pretende recuperar el CO2 atmosférico, en este caso para buscar una forma de almacenamiento. En la central eléctrica de Hellisheidi (en la imagen superior) se está desarrollando el proyecto Carbfix, que consiste en transformar el CO2 en piedras. El proceso consiste en inyectar el dióxido de carbono disuelto en agua en el subsuelo de roca volcánica. Este CO2 se solidifica, convirtiéndose en piedra caliza en menos de dos años. A partir de esta forma de almacenamiento se pueden buscar nuevos usos para el dióxido de carbono. Este proceso es posible gracias a los estratos basálticos del subsuelo islandés.
¿Cómo limpiar las ciudades?
El diseñador holandés Daan Roosegaarde es el responsable de la Smog Free Tower, una torre de 7 metros de altura y 3,25 metros de ancho, con un curioso y espectacular diseño. No es un mero adorno urbano ya que esta torre, en colaboración con ENS Technology, es capaz de procesar más de 30.000 m3 de aire por hora, extrayendo el dióxido de carbono y expulsando el aire totalmente limpio. Cuenta con la ventaja añadida de que según sus responsables su consumo energético es inferior al de un hervidor de agua.
La primera Smog Free Tower se instaló en 2017 en Rotterdam (Holanda) y, posteriormente se viajó por diferentes ciudades chinas donde sabemos que los niveles de contaminación son muy elevados e insoportables. La torre crea un espacio limpio a su alrededor gracias a una tecnología patentada por ENS Technology -denominada de Ionización positiva-, que atrapa partículas de polvo muy fino y lo transforma en partículas de tamaño grueso, debido a la adhesión del CO2.
Smog Free Ring
Es el producto más curioso que hemos visto y consiste en la realización de las denominadas joyas de contaminación. Daan Roosegaarde concentra en unos cubos de resina nada menos que 1.000 m3 de aire contaminado (un millón de litros), convirtiéndolos en pequeñas joyas que están a la venta en el Stedeljik Museum de Amsterdam.
Todas estas ideas ya están en marcha, todavía en fase experimental, y cuentan con muchos detractores que ven en su elevado coste energético un factor negativo, algo que suena a paradoja, y que lo argumentan diciendo que existen otros medios para reducir de forma significativa el CO2 en vez de tratar de capturarlo una vez expulsado a la atmósfera. Yo más bien lo veo como unas tecnologías complementarias y soy partidario de utilizar todo lo que beneficie al planeta tierra y a sus moradores.
El futuro lo dirá.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS