En el pasado, quien dijese que un fabricante de automóviles pequeño, sin haber dado beneficios un ejercicio completo, y destinado a un segmento de mercado muy acotado, iba a tener más valoración que General Motors, Volkswagen o Toyota, habría sido tildado de lunático. Pongamos que hablo de Tesla. Acaba de cambiar la película.
Desde que comenzó el año, Tesla ha multiplicado su valor bursátil prácticamente por cuatro, pese a la pandemia de COVID-19. Actualmente las acciones de Tesla están por encima de los 2.000 dólares, y está ocurriendo algo parecido a lo que ha pasado con Apple Inc. (a 500 dólares, máximo histórico). Sus acciones son tan caras que ha tenido que anunciarse un “split”, sinónimo de partir la tarta en más trozos: más acciones a un valor más bajo.
El 11 de agosto se anunció que el viernes 21 todas las acciones de Tesla darían derecho a tener cuatro más, a cambio de que el valor unitario se dividiese por cinco. Son las gallinas que entran por las que salen. Así serían las acciones más asequibles para los pequeños inversores y empleados de Tesla. El próximo viernes 28, al cierre de la sesión en Nueva York, se entregarán esas acciones extra, y el lunes 31 ya estarán los precios corregidos. Desde el anuncio del “split” las acciones “solo” han subido casi un 50 %, ¡en días!
Unas pinceladas de historia económica para ponernos en contexto
Pero antes de continuar, permitidme que haga un pequeño flashback. Nos vamos a finales de los años 90. Algunos agoreros predijeron que la nueva economía digital a raíz de Internet y la dictadura de la informática estaban inflando una burbuja especulativa (a posteriori, burbuja de las puntocom) y eso algún día estallaría.
Es lo que sucedió entre 1998 y 2001, con su momento álgido el 10 de marzo del 2000, cuando las empresas tecnológicas del NASDAQ alcanzaron su pico de 5.132 puntos. Después los valores fueron cayendo, y algunos palmaron bastante pasta. ¿Y por estos lares? Basten tres palabras de ejemplo conocido: “acciones de Terra”. En marzo del 2000 sus acciones cotizaban a 139,75 euros. El 4 de octubre de 2002 valían 3,92 euros.
Todo lo que se ganó con la burbuja puntocom se perdió en aproximadamente dos años naturales
Volvamos a hablar de Tesla. Hace UN AÑO, 26 de agosto de 2019, Tesla tenía una cotización de 215 dólares, por lo que se ha revalorizado desde entonces en más de NUEVE veces. El anuncio del Cybertruck a finales de octubre -en la conferencia de resultados del tercer trimestre- inició una subida importante, pero moderada, de la automovilística. El 31 de diciembre cerró su cotización a 418,33 dólares, casi el doble que en agosto.
2020 está siendo una locura para Tesla en bolsa
Como puede apreciarse en la gráfica, y por resumir mucho los acontecimientos, Tesla rompió el techo de 500 dólares en enero, los 1.000 dólares en junio, los 1.500 en julio, y los 2.000 en agosto. En plena crisis COVID, registraron un mínimo anual de 360 dólares. Y eso fue después de anunciar que se habían fabricado un millón de Tesla… desde su fundación. Los resultados económicos del primer y segundo trimestre no justifican estas subidas ante un análisis racional.
En Tesla se dieron cuenta de que los pequeños inversores no podían hacer frente a esas cantidades, y que cuanto más subían más volátiles eran los títulos, de ahí la decisión de partir cada acción en cinco trozos (“split”), para que vuelvan a ser más accesibles. A este ritmo, pasado el 28 de agosto las acciones de Tesla volverán a costar unos 400 dólares.
Ahora mismo el NASDAQ está en máximos históricos, próximo a los 12.000 puntos
Sin embargo, ahora mismo hablamos de una capitalización de 375.370 millones de dólares. Tesla ya tiene el mismo valor en bolsa que el resto del NASDAQ -salvo siete valores-, y es la automovilística con más cotización del mundo. Un fabricante pequeño -367.500 vehículos en 2019- que todavía no ha repartido dividendos durante un ejercicio fiscal completo, con dos fábricas de producción (California y Shanghái), otra en construcción (Alemania), dos auxiliares (Nevada y Nueva York), y una más anunciada (Texas).
El que firmará estas palabras simplemente quiere poner un poco de cordura en todo esto. Supongamos un año “perfecto” para Tesla, en el que se lograsen vender 500.000 coches y se repartiesen dividendos a año completo. Las acciones no valen eso, de hecho, la rentabilidad del dividendo sería de risa. Y tampoco valdrían eso aún habiendo conseguido el nivel 5 de conducción autónoma, que no es legal prácticamente en ningún sitio.
Sí, es innegable que Tesla tiene mucho potencial como empresa tecnológica, que está alterando el segmento de vehículos de alta gama con propulsión eléctrica y que tendrá un papel significativo en la transición del petróleo a la electricidad incluso en el transporte pesado de corta-media distancia (Tesla Semi) o robándole ventas a las sacrosantas pick-up de General Motors, Ford y Fiat Chrysler (próximamente Stellantis).
Pero sus acciones seguirán sin valer lo que valen ahora. Tesla se ha convertido en un valor refugio, como lo es el oro (más de 2.000 dólares la onza, en máximos históricos), el Bitcoin (a más de 12.000 dólares el BTC, segundo máximo histórico) o algunos modelos clásicos de Ferrari de los 50 como la serie 250 o Mercedes-Benz de antes de la Segunda Guerra Mundial como el 540 K Special Roadster.
Todo lo que sube, baja
Es decir, cada vez hay más gente que considera una inversión segura meter su dinero en esos valores, ante la expectativa de que subirán de precio o se mantendrán muy altos, en el contexto de la mayor crisis económica + sanitaria + humana en un siglo. En otras palabras, se repiten los mismos patrones que dieron lugar al pinchazo de las puntocom, al crac bursátil de 1929 o a la burbuja de los tulipanes en Holanda –Tulpenmanie– en el Siglo XVII.
El crac de 1929 llevó a la humanidad al mayor desastre de la era moderna, la Segunda Guerra Mundial
Y al igual que pasó entonces, la caída de ciertos valores o selectivos bursátiles enteros arrastró a las economías con ellos. Solo hay que pensar en la cantidad de fondos de inversión, pequeños inversores, grandes inversores y buitres especuladores que están metiendo pasta en esos valores. En este momento es en el que hay que morirse de miedo. Tesla es uno de los valores que han empujado al NASDAQ a alcanzar valores históricos en cuestión de meses.
Las consecuencias del COVID-19 no han tocado techo, la “gripe de Wuhan” va a trastocar para el resto del siglo las economías, las sociedades, el turismo, las relaciones humanas, los pilares en los que se sostienen las economías, el comercio, el entretenimiento… ¿Y Tesla? Pues no va a lograr una influencia tan gorda en nuestras vidas como fabricante, pero sí como se desplome en bolsa y la gente entre en pánico.
Lo he dicho por activa y por pasiva, el que tenga acciones de Tesla está a tiempo para deshacer posiciones, hacer muy buena caja y guardar las ganancias para cuando la necesidad apriete. Aunque Tesla cumpla todos los objetivos de sus planes de negocio a medio y largo plazo sigue estando sobrevalorada. En febrero, cuando alcanzó los 900 dólares, predije que iba a estallar. Casi acierto, en menos de un mes bajó de 400 dólares.
Además, el precedente de Volkswagen en otoño de 2008 nos recuerda que también hay caídas en barrena en esto de la bolsa, y valores que han subido mucho pueden desplomarse en cuestión de horas. Algunos nos acordamos de un par de jornadas en las que Volkswagen AG valía en términos bursátiles tanto como todo el IBEX-35 español, más de 1.000 euros el título. Hubo gente que se hizo rica y que quebró en muy corto espacio de tiempo. Refrescaos la memoria con lo que contaron en La Bolsa desde los Pirineos.
La semana que viene, ya con las acciones más repartidas y más fácilmente intercambiables, veremos movimientos interesantes en el NASDAQ. No descarto otro “rally alcista” porque pequeños inversores y novatos en esto se tiren de cabeza a comprar acciones de Tesla a 400 dólares, porque como todo el mundo sabe, son como la vivienda hace 15 años: “NUNCA BAJA”. Mientras tanto, Elon Musk es la cuarta persona más rica del mundo, ya “tiene” más de 70.000 millones de euros. A este paso podrá comprar España en unos meses.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.COMENTARIOS