En Ford perdieron un poco el norte, pero quizá lo recuperen gracias a Volkswagen

En Ford perdieron un poco el norte, pero quizá lo recuperen gracias a Volkswagen

¿Podrían volver a hacer las cosas como debe ser?


Tiempo de lectura: 4 min.

A Ford se le fue la olla hace pocos años, hablando claro. El Fiesta, que era uno de los nombres con más historia del automóvil europeo, desapareció en 2023 como quien se despide de un pantalón vaquero porque ahora se lleva el chándal. Se fue sin hacer mucho ruido, y dejó un hueco que no llenaron ni los Puma ni los Ecosport de turno. Pero ahora, según apuntan desde Alemania, podría volver, pero no como nuestro Fiesta, sino transformado en coche eléctrico, con la ayuda de Volkswagen y su plataforma MEB Entry, la misma que usará el futuro ID.2.

No va a llevar un motor Duratec de los buenos, ni habrá ST con escape gordo y diferencial mecánico. Pero si hay que elegir entre resucitar el Fiesta en formato eléctrico o seguir ensuciando nombres míticos como Capri o Puma poniéndoselos a SUV anodinos y sin alma, pues oye, Fiesta eléctrico y a callar.

Volkswagen, el salvavidas inesperado

La jugada no es tan extraña si tienes en cuenta que Ford y Volkswagen ya llevan tiempo en la cama. De hecho, la nueva generación del Explorer eléctrico es, básicamente, un ID.4 disfrazado con una parrilla más cuadrada y ensuciando esta vez un nombre mítico en EE.UU. (aunque aquí no lo conocíamos y no sufrimos tanto por eso). Así que ahora quieren repetir jugada en el segmento B. Ford no quiere quedarse sin representación en el coche urbano europeo (lógico), y VW les presta la plataforma del ID.2, que será un coche eléctrico más compacto, más barato y con algo más de gracia que los ID anteriores (esperemos).

O sea, que el próximo Fiesta será un coche eléctrico de tracción delantera, con batería en el suelo, motor delantero, y un diseño más modernillo, pero que esperemos que respete mínimamente la silueta de un utilitario de toda la vida. No queremos otro mini SUV disfrazado de utilitario. Queremos un Fiesta. O al menos algo que se le parezca. Más “Capris” no, por favor.

Volkswagen ID Every 1

Porque si algo tenía el Fiesta (especialmente el ST) era eso que ahora falta en tantos coches: ligereza, tacto, una conducción con nervio. Era pequeño pero matón, y no hacía falta más. Ni modo drift, ni pantallas con efectos especiales, ni infotenimiento. Un volante bien tarado, un cambio preciso, y un eje trasero que sabías que se movía si te lo pedía el cuerpo. Ahora, con el futuro eléctrico, todo eso queda en el aire.

Mejor un Fiesta eléctrico que un Capri SUV

Es triste tener que dar gracias porque revivan el nombre del Fiesta aunque sea en versión electrificada. Pero es que el contexto no da para más alegrías. Lo que han hecho con el Puma y lo que hicieron a nuestro Capri es directamente de juzgado de guardia.

El Capri fue un coche con personalidad. Un GT popular con morro largo, propulsión trasera y aires de muscle car europeo, y nos lo cambiaron por un SUV pesado, soso, y con el centro de gravedad de un camión de tráiler. Lo mismo pasó con el Puma, que pasó de ser un coupé compacto, ligero y divertido a un SUV del montón que solo destaca si lo pillas en acabado ST Line y con mucha imaginación (pero mucha).

Si el nuevo Fiesta eléctrico hereda aunque sea una décima parte del espíritu de sus antecesores, ya será más digno que estos refritos SUV con nombre de leyenda. El Fiesta siempre fue un coche de la gente. Un coche para divertirse a precio de cualquier bolsillo y con el que una pareja joven podía irse a la playa un finde. Puede que al final no sea más que un Volkswagen con otra chapa, pero a lo mejor triunfa y Ford descubre que es más interesante hacer coches decentes que tratar de engañar a su público con los nombres.

Ford Capri 2024 (1)

El reto: hacer que un eléctrico sea divertido

El gran desafío sigue siendo el de siempre: ¿cómo haces que un coche eléctrico de segmento B sea divertido? No es que sean precisamente ligeros, además la dirección muchas veces es artificial, la respuesta del acelerador es más como de videojuego que de coche real, el silencio del motor te deja sin uno de los ingredientes clave de la emoción al volante, y para colmo, no logran hacer nada que no sea un mastodonte al lado de sus yayos. Imposible, lo que se dice imposible, no es, pero casi.

La clave estará en la puesta a punto. Si Ford consigue hacer algunos toquecitos al chasis, con buena suspensión, frenos de verdad y una dirección que parezca real, lo mismo vuelven a tener un Fiesta con el que nos apetezca salir a dar una vuelta por gusto. Con que vuelva a ser popular, vale.

Así que sí, puede que Ford perdiera el norte hace un tiempo. Pero si este movimiento con Volkswagen les sirve para recuperar el espíritu del Fiesta, bienvenida sea la alianza.

Esperemos que esta vez no la líen.

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Jose Manuel Miana

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