Pocos meses atrás, en una congregación anual de coches clásicos, allí estaba parte de una de las sagas de culto de Maranello. Allí estaba, infaltable, puntual, con su techo de targa rígido desmontable en su lugar y los elementos de diseño propios de la versión norteamericana, el Ferrari Dino 246 GTS. A su lado, también en rojo, el Dino 208 GT4 imantaba con no menos poder de seducción y generando en mí, en ese momento en que se había detenido el tiempo, la misma pregunta que se ha hecho el colega de Classic Driver.
“¿Es el Ferrari 208 GT4 el mejor Dino?”, se ha puesto a pensar Elliot Newton, como en aquel entonces me lo puse a pensar, casi retóricamente, sin intenciones de certeza, motivado por esa pasión que a los amantes de los coches nos extirpa de la zona de confort. En la era de los deportivos con frontales en forma de cuña, los Ferrari Dino 308 y 208 GT4 fueron los distintos entre esta especie dentro del fabricante italiano. Un diseño de Bertone que, precisamente, salía de la zona de confort representada por coches como el 365 GTB4 BB y el 308 GTB. Por qué no, una propuesta más cercana a un concept car que a un modelo de producción.
En comparación con las líneas de los 246 GT y 246 GTS –más familiarizadas con la marca–, podemos considerar que estos Dino GT4 han hecho de la ruptura que significó su diseño una fortaleza. En cuanto al 208, diferenciarlo del de mayor cilindrada –del que visualmente se distingue por puntuales cambios como el aluminio en lugar de negro en los conductos de aire del capó y la cubierta del motor central, el único tubo de escape en lugar de los dos por lado y las luces antiniebla retiradas– implica reconocer que acumula méritos que dan cuenta de un coche infravalorado a pesar de los cambios técnicos a los que se sometió por razones de fuerza mayor.

Las normativas fiscales aplicadas en Italia con la Crisis del Petróleo llevaron a Ferrari a reducir la cilindrada de los tres a los dos litros para evitar los impuestos que recaerían en los 308, pero eso no impidió al 208 GT4 ofrecer un V8 a la altura de lo que venía demostrando en cuanto a conducción. El diámetro de los cilindros fue menor en el V8 para quitarle al coche un litro de desplazamiento, pero la carrera de los pistones no se alteró y, en consecuencia, tampoco su esencia deportiva ni el prestigio de sus prestaciones, sintetizadas en unos 220 km/h máximos. No estaban nada mal, más allá de los 30 km/h perdidos.
Si el Ferrari 208 GT4 fue el mejor Ferrari Dino, insisto, no es algo para responder a la ligera. En todo caso, lo mejor sería acudir a la opinión de los tifosi, quienes lo conocen mejor que nadie dado que fue una versión exclusiva para los italianos. Nada de volante a la derecha ni especificaciones exclusivas para el mercado británico como había sucedido con otros Dino.
A los tifosi o a los propietarios suizos que conocen todos los detalles del modelo por haber trabajado por años en el ejemplar que ha motivado estas líneas. En un exterior plateado al que poco se le puede objetar en su combinación con el interior de cuero negro, esta unidad modelo 1975 a subasta representa con altura, soberbia y dignidad al Dino 208 GT4.
Mauro Blanco
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