El coche sin pasado ni presente es este sedán de Hyundai

El coche sin pasado ni presente es este sedán de Hyundai

Apreciaciones sobre este falos ejecutivo de los años ochenta


Tiempo de lectura: 3 min.

He aquí un nuevo caso de coches internacionales, y no porque se vendan o se hayan comercializado en su tiempo a nivel global, sino por la heterogénea composición del proyecto. Por otro lado, este es una suerte de caso opuesto a los clásicos de antología, los que se ganan el lugar que la historia reserva a los íconos. Algo así como un sedán de Hyundai sin pasado ni presente, porque ayer no sobresalió por los volúmenes de ventas y hoy, sin la suerte de los que con el tiempo se convierten en clásicos codiciados o son absorbidos por la cultura popular de la restauración, influye en el mercado de ocasión casi como un fantasma. Ahí reside parte de su atractivo.

Una concepción internacional. El diseño, italiano, se alimentó del lenguaje visual que Giorgetto Giugiaro interpretó en los ochenta. Hay quienes ven algo del DMC DeLorean en el Hyundai Stellar y tiene su lógica. Lanzado en 1983, esta berlina de aspiraciones ejecutivas llegó después del futurista deportivo y antes de modelos más terrenales como el Fiat Croma, todas creaciones del padre de Italdesign. Las carrocerías angulares dominaron la escena automotriz de la década. ¿Japonés? Sí, también japonés.

El corazón no miente y, en el Stellar, habitó el 4G33 1.4 de Mitsubishi, un cuatro cilindros básico, con menos de 70 caballos de potencia, que revelaba el propósito de su producción. Al compartirlo con el Pony, el compacto contemporáneo, se indicaba así mismo su destino de modelo económico. En lo siguiente, el acto restante de esta cumbre de naciones unidas: Ford. El Stellar limitó su importación al mercado canadiense y nunca fue opción en los Estados Unidos. La base fue americana, aunque, al recurrir al chasis, la suspensión delantera y los muelles helicoidales traseros del Cortina, buscaba absorber algo del éxito que este cuatro puertas había experimentado en los clientes británicos.

Hyundai Stellar (2)

Fue un coche sin pasado porque fue un coche sin recepción. A pesar del accesible precio –según la revista Car Buzz, un modelo 1986 se vendía a 5.499 dólares canadienses, menos de 3.500 euros al tipo de cambio actual–, el Hyundai Stellar, en su misión de ofrecer una tentadora relación entre precio y calidad, no generó en la demanda el efecto buscado. Los clientes no atendieron al llamado de un coche fabricado para ser barato y lucir una máscara de alta gama, y entonces no convenció a grandes escalas. Fue un falso ejecutivo, el ejecutivo que no fue. Ofrecía buen equipamiento, pero jamás fue un sedán de lujo.

Menos cuando, con su identidad de coche asequible grabada a fuego, intentó dar un paso más al lanzar el Sonata, la versión superior, también comercializada en Canadá, pero apuntada en su mayoría al mercado coreano. Agregando de serie asientos con ajustes eléctricos, control de crucero, asistencia para los frenos y otras funciones que el Stellar estándar no tenía, aun así seguía siendo un Stellar a los ojos del cliente y ante la competencia compuesta por ejecutivos más honestos y reales.

El Stellar es también un sedán de Hyundai sin presente, porque jamás conoció la economía circular, el movimiento constante al que se entregan en la actualidad los clásicos que en su tiempo gozaron o no de un buen pasar. Las unidades escasean y, de momento, no le ha llegado esa segunda vida, la consideración popular por adquirir algo viejo. El día que se vuelva una cosa exótica y buscada por coleccionistas, restauradores o talleres de restomods de todo el mundo, pues, la guerra misma. Tal vez, en algún futuro…

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Sobre mí

Mauro Blanco

Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.

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Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

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Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.