Por circunstancias que acá no vienen al caso, las veces que he visto a mi abuelo materno se cuentan con una mano. La última hace ya unos 25 años. Él no vivía en la ciudad, por lo que cada visita suya a casa era especial. Pero esos pocos encuentros fueron más que suficientes para que, en uno de ellos, decidiera crear un lazo. Lo único que siempre me ha unido a él es el coche a escala 1/39 que miro de reojo mientras escribo.
Hay regalos que no se hacen al azar, hay un sentido detrás. Nunca supe si el pequeño Ferrari 456 GT gris de repisa pasó de sus manos a las mías sin ese sentido de su parte, como un simple presente que se entrega y ya. Desconozco si era en él una costumbre obsequiar coches de colección. Lo que sé es que, insisto, hay regalos que no se hacen al azar, que un objeto puede transferir un contenido simbólico incalculable.
Aunque nunca me he detenido tanto a pensarlo, imagino que fue porque, en el fondo, siempre lo supe. Por si acaso, lo terminé de comprobar cuando a la entrañable Rita, mi pequeña sobrina segunda que hoy celebra sus dos años, le entregué un Mustang Shelby GT500 1967, también a escala 1/39 y con la misma tracción trasera que recibí –no le funciona desde hace años– en el 456.
No descubro nada cuando digo que los objetos hacen al recuerdo, que son la antítesis del olvido. Mi abuelo no sólo logró que cada vez que veo al pequeño Ferrari me acuerde de él, sino que hizo del elegante deportivo italiano mi favorito de todos los de Maranello. Con ese simple gesto, me enamoré de la silueta del 456 GT de 1992 para siempre.
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Seguramente condicionado por la subjetividad de mi experiencia, considero que la mística del concepto de diseño coupé del Ferrari 456 GT le planta competencia a cualquier Ferrari. El mérito de Pietro Camardella fue tremendo, sobre todo cuando obras de arte de la talla del F40, del F50, del 512 TR y del enigmático concepto Mythos nacieron también de su trazo, de su talento. La inspiración en el 365 GTB4 la ha llevado a la práctica con maestría.
Una inspiración que, recordemos, fue más allá del diseño de Pininfarina. En el 456 GT, al equilibrio entre la abultada zaga y la suave y sutil caída hacia el frente se agregaba el otro equilibrio: el mecánico, la búsqueda de una óptima distribución de peso, llevada a cabo por el retorno a Maranello del motor delantero y la caja de cambios de seis velocidades en el eje trasero, misma configuración aplicada en el “Daytona”.
El paso del tiempo ha hecho estragos en mí 456 GT 1/39. Está a las claras que en mi infancia le he dado uso y reconozco que jamás lo he sometido al mantenimiento que se merece. Pero bueno, sobre la jerga propia de las subastas y las ventas privadas, puedo asegurar que todo en él es original, aunque vaya uno a saber a dónde fueron a parar los documentos que lo comprueban.
Mauro Blanco
No me lo puedo creer! Siempre he pensado que era el único loco q le parecia el 456GT es el Ferrari más bonito de todos los tiempos, en mi caso lo tengo en varias escalas (todos en el azul oscuro característico) e incluso a veces lo busco de ocasión por si algún día me toca la lotería…
En el azul característico. Una maravilla! Un saludo, Raúl.