Un golpe al corazón para los amantes del Shelby GT500 clásico

Un golpe al corazón para los amantes del Shelby GT500 clásico

Una bancarrota ha puesto en jaque a un fabricante de restomods en Estados Unidos


Tiempo de lectura: 3 min.

La noticia es desesperanzadora, en especial para los entusiastas del GT500. No del GT500 moderno, sino del Shelby GT500 clásico. De consuelo les puedo decir que, en caso de que no conozcan el trabajo del fabricante en cuestión, ahora es cuando. En el mundo de los restomods, las leyendas sobreviven al paso del tiempo. A decir verdad, los íconos del pasado no necesitan estos talleres para dejar de serlo, pero cuentan con ellos para volver a ser, de una forma más moderna y en un mercado atractivo como lo es el de este tipo de coches.

De las puertas para afuera de Classic Recreations reina la incertidumbre y, pase lo que pase, algo es seguro: su bancarrota significa un golpe al corazón para los amantes del Shelby GT500 y aquella figura fastback tan hipnótica e inconfundible. La actualidad de esta empresa indica que cuenta con unos activos de entre medio millón y el millón de dólares, y que al enmarcarse como pequeña empresa no los liquidará, sino que podrá reorganizar sus deudas, que acumulan unos 3,4 millones, siendo supervisada por un tribunal de deudas.

De hecho, esta reestructuración ya está en marcha, mientras que la producción de sus coches ha quedado en stand by y el futuro sobre si retomará sus actividades para que sus clientes sigan disfrutando de sus reinterpretaciones, y en ese caso cuándo, es un misterio. Las consecuencias inmediatas son más preocupantes, por lo material y por lo simbólico.

Hasta ahora, los coches de Classic Recreations, con sede en Flower Mound, pueblo ubicado en el norte del estado de Texas, contaba con un incentivo clave: sus coches llevaban la insignia de Carroll Shelby producto de que contaba con la licencia oficial de Shelby American. Este acuerdo ha terminado, por lo que es imposible no preguntarse si, de volver al trabajo, muchos de sus clientes le soltarán la mano.

Su cartera de modelos es diversa y hasta cuenta con una versión del Chevrolet Camaro de primera generación. Los Shelby acaparan casi toda la atención y una de las entregas destacadas ha sido el Shelby Cobra Race Car “Diamond Edition”. El de la casa es el GT500, al que rebautizan como GT500CR e interpretan con versiones como el Carbon Fiber Shelby GT500CR 545, un homenaje al modelo de 1967. Su potencia es precisamente de 545 caballos de fuerza –552 CV– y lo más importante, dado el uso de la fibra de carbono, radica en su peso: una reducción de 272 kg respecto del modelo original.

El Shelby GT500CR Centennial AHA Edition es el otro coche insignia dentro de su gama y no es para menos. Se trata de una edición limitada a 10 unidades, con un motor Coyote 5.0 de cuarta generación sobrealimentado y una potencia de unos 800 caballos. Es el más sentimental, pues se lanzó en conmemoración por los 100 años de la American Heart Association con el objetivo de recaudar fondos y en Classic Recreations lo aprovecharon para rendir tributo a la memoria de Carroll Shelby: “estaría orgulloso de que nos uniéramos a la lucha contra una enfermedad que interrumpió prematuramente su carrera deportiva”. Al margen, el recordado piloto estadounidense era uno de los visionarios de la fibra de carbono desde finales del siglo pasado. Cada Shelby GT500 clásico que ha salido de este taller representa, en ese sentido, un homenaje a su memoria.

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Sobre mí

Mauro Blanco

Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

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Pablo Mayo

Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.

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Mauro Blanco

Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.