Una obra maestra de Leonardo Fioravanti que se vuelve reliquia con este coche. Diría que su condición de coche de colección ya está validada por la cantidad de unidades fabricadas, que para la idiosincrasia y el estatus de Ferrari equivale a un número no menor, pero no deja de ser una de esas producciones que hacen del paso del tiempo su destino.
Si nada más que 1.406 ejemplares del Ferrari 365 “Daytona” salieron de Maranello –1.284 del GTB/4 y 122 del GTS/4, el convertible–, ¿cuántos de todos esos seguirán de pie y cuántos han desaparecido sin dejar más rastro de su paso por la historia que el de algún que otro viejo documento de propiedad? Una incertidumbre lógica cuando no se cuenta con el dato preciso. Un dato complejo que amerite, tal vez, un oportuno contacto con Marcel Massini. Tarea para mí y el experto suizo, quien en uno de los temas del Ferrari Chat, el convocante foro de los tifosi, ha estado generando preocupación debido a que no daba señales. ¡Esperemos se encuentre de maravilla!
Insisto, en la sospecha de que la lista de aquellos mil cuatrocientos y pico se ha reducido considerablemente, está bien que cada “Daytona” sobreviviente sea visto como una pieza de colección, algo que sin lugar a dudas le cabe a este modelo 1971. A simple vista, un 365 GTB/4 rojo más, pero si nos vamos acercando y nos asomamos por la ventanilla, su volante a la derecha ya nos indica la primera particularidad: se trata de uno de los 158 que recibió esta configuración. Salido de Maranello el 9 de julio de aquel ’71, llegó al Reino Unido a finales de ese mes, según explica Sotheby’s y, por decantación, las fuentes que hicieron posibles la reseña de su catalogación. Sí, el amigo Marcel, entre otras.
Puede que hoy luzca un rojo típico de la firma italiana, pintura que recibió apenas adquirido por su cuarto propietario, cinco años después de su salida de fábrica. Si hay un propietario de todos los que aparecen en su historial que merece ser mencionado, ese es el recordado Bobby Bell, ex piloto y vendedor de Lotus. En sus manos, bajo su cochera, fue que este Ferrari vivió casi toda su vida. Un ejemplar que, precisamente, quedó marcado por el accidente de escopeta que derivó en el trágico final del británico.
Una nueva era para este “Daytona” comenzó tras aquel fatídico noviembre del 2017. Con su sexto propietario –quien ahora lo ha puesto en venta–, este modelo 1971 ingresó con justicia a Ferrari Classiche y recibió la certificación de autenticidad Red Book de la firma italiana. Componentes originales, incluyendo el transeje hacia la caja de cambios trasera y el motor V12 delantero, al que Bell lo había enviado para una restauración dos años atrás. En su interior, un tapizado de cuero marrón con inserciones horizontales no negras –acabado más frecuente–, sino rojas. Decía, puede que hoy luzca un rojo típico de la firma italiana…
Pero debajo de las capas rojas se esconde la original. Es allí donde habita la característica definitiva de este Ferrari y es allí donde se descubre la trascendencia de su primer dueño. Este 365 GTB/4 estaba destinado a ser un Ferrari casi único desde sus días de fabricación en Módena. Quien lo adquiera, habrá recibido uno de los apenas 26 ejemplares pintados de fábrica con la tonalidad dorada “Nocciola Metallizzato”. Ese es el dato, pero no el único, pues al propietario original no le debemos solamente aquel pedido para que se le aplicara ese color de carrocería, sino que ordenó a la marca que al volante no se lo revistiera de cuero, sino de la madera que actualmente conserva. Que aquella capa de pintura original permanezca invisible a los ojos acrecienta el valor de su verdadera identidad.
Mauro Blanco
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