Hay coches que te hacen volver la cabeza, hay otros, que te dejan con la boca abierta, y luego están los Singer. Cada vez que sacan algo nuevo, suben el listón hasta alturas absurdas. Su última barbaridad se llama 911 Carrera Coupé Reimagined by Singer, y es tan impecable, tan preciso, tan exageradamente bonito, que dan ganas de vender un riñón y vivir en el garaje.
Esta vez, el homenaje va para uno de esos Porsche olvidados por el gran público: el 911 Carrera con el paquete Super Sport, que llevaba carrocería de Turbo pero sin turbo. Una rareza de los años 80 que Singer ha rescatado con el mimo de un restaurador de catedrales. Y como siempre, no hablamos de un restomod cualquiera: esto es una reinterpretación obsesiva, con un nivel de detalle que roza lo enfermizo.
Nada de estridencias ni de cifras de esas que son más propias de un Excel. No señor, aquí no hay mil caballos, ni pantallas por todas partes, ni infoentretenimiento, ni chorradas. Hay proporciones perfectas, acabados de escándalo y un respeto absoluto por lo que significaba conducir antes de que todo se llenara de menús y sensores. Cuando todos los coches parecen naves espaciales, esto es como encontrar una pluma estilográfica entre bolis BIC.
Así que sí, Singer lo ha vuelto a clavar. No por nostalgia, ni por postureo. Lo ha hecho porque sigue creyendo que un coche puede ser una obra de arte. Y porque, cuando lo haces bien de verdad, no necesitas más.

Ingeniería fina con sabor a pasado
Como siempre, todo arranca con un Porsche 964 al que se le quita hasta el último tornillo. A partir de ahí, Singer lo reconstruye con ayuda de los fieras de Red Bull Advanced Technologies, que son los mismos que hacen volar bajo a los F1. El resultado es un chasis reforzado que aguanta lo que le eches, pero sin perder el tacto que uno espera de un nueveonce de los de antes.
La carrocería se puede pedir en dos versiones: Touring, más clásica y limpia, o Sport, con su alerón de ballena y un morro imponente. Ambas parecen sacadas directamente de los 80, pero con la ejecución y los materiales del siglo XXI. Nada chirría. No hay pegotes. Todo está tan bien hecho que dan ganas de darle las gracias a las madres de los ingenieros.
Cada línea, cada curva, cada pieza tiene su porqué. Desde los retrovisores hasta la forma de los pasos de rueda. No hay nada al azar. Esto no es tunear un 911: es reinterpretarlo con una precisión de orfebre. Es como si el equipo de diseño se hubiese criado en Stuttgart y durmiera con catálogos antiguos bajo la almohada.
Como remate, un capricho maravilloso: unos faros auxiliares escamoteables que vienen a ser antinieblas. Son una pijada superoriginal que le dan un aire más único y ochentero.

Un motor de Cosworth para los que se pasan de vueltas
Debajo del capó (bueno, del culo), encontramos un motor que no es ninguna broma. Un 4.0 atmosférico, seis cilindros bóxer, desarrollado junto a Cosworth. Refrigeración líquida, distribución variable y corte a 8.000 vueltas. Vamos, el tipo de mecánica que ya no se hace. Y que te pone los pelos de punta solo con arrancarlo.
Nada de turbos, nada de ayudas. Esto es empuje puro, respuesta inmediata y un sonido que quita el hipo. 420 caballos de los de antes, entregados con rabia y sin anestesia. Y un escape de titanio que canta como una soprano desatada. Lo oyes y se te olvida el coche eléctrico, la etiqueta ambiental y el respeto por el planeta.
El cambio es manual, como debe ser. Palanca alta, mecanismo visible, y cada marcha entra como si fueses tú quien conecta los engranajes. No hay levas, no hay modos de conducción, no hay botones mágicos. Solo conducción a pelo. Talento, manos y máquina. Gracias a Dios.
Eso sí, no se han olvidado de los detalles necesarios para el mundo real: Suspensión ajustable electrónicamente, frenos carbocerámicos y sistema de elevación para no arrancarte el morro en cada badén. Puedes usarlo a diario, si eres valiente. Pero lo suyo, lo suyo de verdad, es perderse con él por un puerto pirenaico y volver con los ojos brillando.
No es para todos, y eso también mola
Solo van a fabricar 100 unidades, y si tienes que preguntar si quedan, ya llegas tarde.
¿Precio? Depende de lo que pidas. Pero no es barato, y no debería serlo porque esto no es una compra racional. Es un capricho de altos vuelos. Es el tipo de compra que te cuesta un divorcio.
Singer nos tenía ya acostumbrados a monstruos como el DLS o el Turbo Study, pero este Carrera Coupé es más contenido. Más elegante. Más usable. No es menos emocionante, por ir vestido de etiqueta porque lleva cuchillo escondido en la chaqueta. Si fuese un personaje de ficción, sería John Wick por su elegancia y rendimiento.
¿Lo mejor de todo? Que sigue recordándonos que hay otra forma de hacer coches. Una que no entiende de normas ni de márgenes de beneficio. Una que pone la piel de gallina. Y que, por suerte, aún no se ha perdido.
Jose Manuel Miana
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