En un momento como el actual, donde la llegada de los modelos que vienen equipados con motorizaciones de energía sostenible, ya sea eléctrica, de gas o bien en su defecto de hidrógeno, ha hecho que sean varias las marcas las que hayan tenido que cambiar por completo su estrategia a corto plazo. Este es el caso de Nissan, que a diferencia de otros fabricantes asiáticos, han puesto una marcha extra en este proceso de transformación, admitiendo que van a disminuir la producción de coches que incorporen un motor de combustión, dicho de otra manera, se van a electrificar por completo.
En Nissan prefieren marcar ellos el ritmo de su electrificación y es evidente que la solicitud o demanda de este tipo de modelos ha hecho que se replanteen las cosas. Bien es cierto que en China se han puesto las pilas, nunca mejor dicho, en este proceso, y es que el país asiático va varios pasos por delante del resto, y todo ello con un claro objetivo, que es plantarle cara a Tesla. Peor suerte corren en Japón, que siguen con una mentalidad muy reticente y no son tan dados a la movilidad sostenible.
Eso ha cambiado de la mano de Nissan, que fueron innovadores con la primera generación del Leaf, pero se quedaron retrasados en su evolución y han ido, quizá, con demasiada cautela. Mientras el trío nipón formado por Toyota, Subaru y Mazda, que se han aliado para desarrollar tecnologías vinculadas a los modelos eléctricos, en Nissan seguirán trabajando en la producción de la próxima generación del Nissan Leaf, que se espera que llegue al mercado en el 2025 y lo hará trabajando de la mano de Honda, que si ha reconocido que tienen un problema en cuanto a la implementación de estos modelos.
Ahora la gran sorpresa ha venido de la mano del vicepresidente sénior y director de Planificación de Nissan para África, Oriente Medio, India, Europa y Oceanía, François Bailly, que ha apuntado que desde el gigante japonés no se están invirtiendo cantidades elevadas de dinero para desarrollar modelos de combustión, centrándose exclusivamente en esos modelos que serán puramente de motorización eléctrica o bien híbrida.
Esta última, conocida como e-Power, viene de la mano de un motor de combustión diseñado para generar electricidad, siguiendo la línea de Mazda con el MX-30 R-EV –aunque este lleva un motor de combustión rotativo– o bien BYD, por lo que su salto definitivo al mundo de la sostenibilidad vendría de la mano de este tipo de hibridación como punto intermedio. En ese sentido, se observa un cambio de tendencia notorio, aunque a medio gas. Tanto es así, que se ha podido comprobar que no confían en la electrificación completa, especialmente por la lenta introducción a un mercado en el que no se termina de asentar la movilidad eléctrica. Ahora, toca esperar para ver si este cambio de tendencia y apostar por la electricidad pura, le sale rentable o no, pero todo hace pensar que será más lento de lo deseado inicialmente.
Alejandro Delgado
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