Los ricos también lloran y nunca mejor dicho. Las firmas que se venden ellas mismas como “de lujo” también están viviendo momentos duros a nivel económico y es que la crisis no solo afecta a las clases bajas o medias. Hace unos días saltaba la noticia de que Maserati estaba viviendo uno de sus peores momentos desde hace mucho tiempo. Por increíble que parezca la firma deportiva italiana se está adentrando en uno de los pozos más complicados de salir y ahora ya están buscando algunas soluciones a corto plazo, aunque esto podría suponer un duro revés para el grupo Stellantis.

Desde que en el primer semestre del 2024 tuvieran unas pérdidas del 48% en sus ganancias netas, la marca que gestiona Carlos Tavares ha estado evaluando todas las posibilidades. El tridente, que se convirtió en una marca de lujo y de superdeportivos, ha visto como joyas de la corona de la talla del Quattroporte, el Ghibli o el Levante han desaparecido de su catálogo y ahora toda la esperanza está puesto en modelos como el GranTurismo, el MC20 o el Grecale, que solo se han vendido cerca de 2.000 unidades en Europa y el motivo fundamentalmente se encuentra en un precio desorbitado de venta y que no ofrece nada que no tengan otros SUV de la misma categoría.

Ante esta situación, en Stellantis ya estarían contemplando otras salidas y entre ellas pasaría por vender la marca a otra firma que esté a la altura. En las últimas horas se ha rumoreado en exceso la posibilidad de que sea Ferrari, con quien ya han mantenido una relación histórica que ha perdurado durante muchos años. Tanto es así, que acechados por la dura crisis económica, Fiat compró Maserati en 1993 y vendió el 50% de la empresa a los de ‘Il Cavallino Rampante’, que en 1999 se harían con el control total de la firma.

Ferrari les salvó de una quiebra, que era prácticamente inminente, y lo hicieron con un profundo lavado de cara, construyendo una nueva fábrica y algunos modelos nuevos, como el Maserati 3200 GT, que contaba con un motor V8 biturbo de 3,2 litros y 370 CV de potencia. Poco a poco, y con el lanzamiento de nuevos modelos, la firma volvía a coger fuerzas en el mercado estadounidense, donde llegó a participar en el campeonato FIA GT con el MC12.

Como en todas las historias de amor, este se termina rompiendo y eso fue lo que sucedió en 2005, cuando Ferrari se unió a Alfa Romeo de la mano de Fiat y el grupo FCA. Desde entonces, la firma fue dando bandazos y es que cuando llegó al universo Stellantis se comprobó cómo la firma era demasiado anticuada para ellos y no se hizo nada para modernizarla. Esto se ha ido prolongando a lo largo de los años y ahora se ha observado cómo solo queda la historia de una marca que ha estado durante años en el mundo de la automoción y que no ha terminado de encontrar esa estabilidad que se necesitaba.

Ahora, con los rumores existentes de su futura vinculación de nuevo con Ferrari, todo hace pensar que se terminaría de consolidar en muchos sentidos. Los de Maranello son unos linces del marketing y en ese sentido lavarían la imagen de una Maserati que no termina de convencer, por lo que una buena estrategia comercial podría ser suficiente para ganar esa cuota de mercado. En Ferrari tienen en su mano el relanzamiento del Quattroporte con nuevas mecánicas, mientras que el Grecale no se ha terminado de vender como se merecía. Sea como sea, la opción de la compra por parte de Ferrari va ganando enteros y es que en el fondo, la pasión por la automoción italiana sigue intacta.