El famoso actor Steve McQueen, que también fue un gran apasionado de los coches, falleció prematuramente de cáncer a los 50 años, en 1980. La última película que completó antes de morir fue “The Hunter”, traducida en España como “Cazador a sueldo” y estrenada el 1 de diciembre de 1980. McQueen interpretó a un cazarrecompensas que existió en la vida real, Ralph “Papa” Thorson.
El 1979 Pontiac Trans Am tuvo un papel secundario en la película. En la ficción era un coche que McQueen retiró de una empresa de alquiler en un aeropuerto, y su conductor no se caracterizaba por el dominio de la “bestia” con 188 CV. Si la potencia os parece escasa, mejor no comentar que era un 403, es decir, un 6.6 V8 con el cambio automático de tres marchas. Era lo que había en la época, motores capados por la segunda crisis del petróleo y los coletazos de la primera (1973).
Para los que no hayan visto la película, se van a tener que comer algunos spoilers. Cuando el ficticio “Papa” Thorson acude a una granja a trincar a dos de los malos, unos rednecks de granja, le roban el coche e intentan atropellarle y hacerle saltar por los aires con explosivos. El cazarrecompensas se libra y los malos se meten en un campo de maíz a torturar el pobre coche. Tras unos minutos de persecución con una cosechadora, que harían llorar a un vegano, se precipita el final del coche. Es mejor ver el vídeo antes de continuar:
El coche acabó un poco mal de lo suyo, pero es que en realidad era la segunda unidad que se usó para el rodaje. General Motors suministró dos 1979 Trans Am a Paramount Pictures. El primero, que es el protagonista de este historia, no terminó la escena final de la forma que exigía el guión, así que se hicieron con otra unidad exactamente igual, que es la que se ve en la película y que acaba en el remolque de un camión GMC.
Ese camión era (y es) de un señor llamado Harold McQueen, sin parentesco directo con el actor. Colaboró con el equipo de producción transportando en su camión el coche destrozado para la escena del aeropuerto. Finalizada la película, el equipo de producción le pagó sus servicios en especie con el primer coche (en adelante, el TA #1), tal como estaba, y el coche totalmente reventado (en adelante, el TA #2) había que llevarlo al concesionario Peter Levin Pontiac en Chicago (Illinois).
General Motors exigía la devolución de los coches, aunque estuviesen hechos polvo, porque no tenían que llegar al mercado. El TA #2 acabó en la chatarra, y el TA #1 se lo acabó quedando Harold McQueen al poder demostrar que Paramount se lo entregó. Atesoró el coche como fan de Steve McQueen con la intención de acabar restaurándolo algún día, pero no ocurrió tal cosa en 39 años. El pobre coche ha estado muerto de la risa en su granero, degradándose con el paso del tiempo. Además, faltaban varias piezas que retiró el equipo de producción de la película. Hay restos de la jaula de seguridad que se instaló para la escena de la captura de los hermanos rednecks.
El coche ha acabado en manos de Calvin Riggs, que tiene un negocio de restauración -especializado en Trans Am- y compraventa de clásicos, Carlyle Motors, sito en el estado de Texas. Apareció brevemente un artículo sobre este coche firmado por Jim Sulva en Hemmings (ver en caché), pero actualmente está retirado. Los que quieran conocer la historia completa del coche en inglés -esto es un simple extracto- y ver numerosas imágenes del mismo, se pueden dirigir a la web de Carlyle Motors. El texto de Sulva está tal cual. No está en venta.
Pues bien, el coche a restaurar tiene casi 40 años y 1.300 millas en el tablero. En ese sentido está “nuevo”, pero los restauradores tienen por delante una labor titánica. No solo hay que eliminar el paso del tiempo en un coche que ha estado mal conservado durante tanto tiempo, es que hay que retirar los vestigios que dejaron los especialistas, los anclajes de la jaula de seguridad y los ganchos atados al subchasis para poder partirlo en la escena final de la persecución (los cables estaban atados a un árbol). Del interior no se puede aprovechar prácticamente nada.
La autenticidad del coche está fuera de toda duda. Otra complicación menor que tiene el coche es que General Motors lo entregó con el número de bastidor (VIN) borrado en el salpicadero, ya que su propósito no era el de acabar en la carretera en manos de un particular. Puede que en unos meses o un par de años podamos ver este vestigio de la historia del actor. Si no fuese por eso, no sería un coche de un enorme valor, Trans Am de esa época hubo muchos (y pueden superar los 60.000 dólares), pero este restaurado valdría mucho más. Aunque fue mucho más famoso el modelo de 1982 en adelante, más que nada por inmortalizarse como KITT o “El coche fantástico”, están muchísimo más cotizados los de la generación precedente.
Si queréis profundizar en los últimos años de vida del actor norteamericano, tenéis el libro “Steve McQueen, The Last Mile – Revisited”, por Barbara McQueen (tercera mujer/viuda de Steve) y Marshall Terill. En cuanto al cazarrecompensas real, fue muy productivo, resolvió más de 5.000 casos. Murió en 1991 por un coche bomba, este último detalle está repleto de macabra ironía.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.COMENTARIOS