El Studebaker de Neil Thompson ostentó récords de velocidad en Bonneville

El Studebaker de Neil Thompson ostentó récords de velocidad en Bonneville

Va a salir a subasta en Pebble Beach tal y como se paró


Tiempo de lectura: 4 min.

No hace tanto, pudimos ver un Mitsubishi Galant que pasó sus días tratando superar récords de velocidad. Las históricas salinas han visto superar una y otra vez récords de velocidad, siendo durante muchos años el lugar donde acudir si de verdad te proponías alcanzar una velocidad verdaderamente alta. El Studebaker de Neil Thompson ostentó récords de velocidad en Bonneville, superando los 320 km/h con desahogo y ahora va a salir a subasta en Pebble Beach tal y como se paró.

Otro de los puntos fetiche para los aficionados a la velocidad es el rancho de George Callaway, cerca de El Mirage, California, a poca distancia de donde se disputan las carreras de Boneville. El rancho ha sido durante mucho tiempo una especie de secreto a voces entre los aficionados, escondiendo artículos históricos relacionados con esta disciplina, y otros simplemente de otra época. El coche del que tratan estas líneas acabó allí casi por casualidad, su propietario lo dejó allí, y una vez fallecido el dueño del rancho lo subastará.

Studebaker de Neil Thompson(2)

“Lo tuve aquí durante mucho tiempo”, dijo Callaway. “Estaba aquí solo porque Neil lo dejó aquí hace 20 años y nunca pagó alquiler”.

El propietario, Thompson, al parecer se inspiró en otro Studebaker que vio, el “Loewy cupé”, diseñado por Bob Bourke para Belmont Sánchez, el hijo de un vendedor de coches usados de la zona de Los Ángeles. Thompson se apropió de un Studebaker de 1953 de su padre, cortó los faros, alisó los guardabarros delanteros y se fue a Bonneville. A lo largo del tiempo, el coche ha ido sufriendo modificaciones tanto en diseños como en su decoración, hasta llegar a lo que podemos ver hoy.

Finalmente alcanzó su última evolución, perdió varios centímetros de altura del techo, se tallaron en su parte trasera salidas de aire, y heredó el morro de un Chevrolet Corvette C3, pero se mantuvo su seña de identidad, el 400, que hacía referencia al patrocinador original del automóvil, Lasco Brake Products, que vendía pastillas de freno “Hi-Matic 400”. Bajo el capó esconde un Hemi de Chrysler extremadamente retrasado, al igual que su asiento, tanto es así que el asiento se encuentra a la altura de los asientos traseros, con la caja de cambios al lado del pie del acelerador.

Un precario ventilador para paliar el calor es la única comodidad, incluso para acceder al puesto de conducción hay que hacerlo por la puerta del copiloto. La visibilidad es mínima por tres causas, la primera es la intrusividad del retraso del motor, la segunda es el extremo recorte de la altura del techo, y por último la distancia del asiento hasta el parabrisas, hace que se vea como por la rendija de un buzón. Un sistema de paracaídas Chute Metal ocupa la parte trasera del Studebaker, que, en su época, era algo muy puntero.

Studebaker de Neil Thompson(6)

Thompson murió en mayo de 2012 , y aunque Callaway dijo que el hijo de Thompson vino una vez a preguntar sobre el automóvil, no se acabó de preocupar por él.

En aquella época la seguridad no era la prioridad, este modelo estaba lejos de ser el ejemplo ideal en caso de incendio o accidente, pero algunos tubos inundan el interior a modo de jaula antivuelco. El Hemi V8 de 6,4 litros sería el encargado de mover el estudiado chasis y catapultarlo hasta alcanzar el éxito en la categoría de modificados, con la ayuda de su amigo Leggitt, el motor logró rendir lo suficiente para alcanzar un promedio de 437,4 km/h en un solo sentido, y de 416,8 km/h en los dos sentidos.

Thompson pudo presumir del Studebaker más rápido del mundo y como el segundo más rápido que corrió en Bonneville ese año, por detrás de un prototipo. El sistema de paracaídas terminó siendo su único fallo importante, probaron anclándolo con una cadena y la partió, posteriormente probaron con dos con idénticos resultados, lo cual terminaba con el bueno de Thompson frenando con la tecnología de frenos de aquella época. Según Leggit, una vez acabó cinco o seis millas más allá de la línea de meta, y le encontró fuera del Studebaker furioso, porque fumaba mucho y no tenía sus cigarrillos.

Ahora el fantástico Studebaker va a salir a subasta en Pebble Beach tal y como se paró, con una pátina espectacular que decoraría cualquier rincón de un taller, o incluso colgado de la pared como este M1 que vimos hace tiempo.

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Sobre mí

Francisco Javier Rodriguez

En la época en la que pasaba el día dibujando coches, alguien me preguntó: ¿pero a ti te gusta más la mecánica o la carrocería de los coches? Esa misma semana leí el Manual del Automóvil de Arias Paz. Tenía 14 años, esa simple pregunta es la razón por la que estoy aquí, desde entonces no he parado de aprender sobre lo que se convirtió en mi pasión.

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