Que Jaguar está en momento delicado no se le escape a nadie. La compañía británica lleva mucho tiempo sin lanzar nada realmente nuevo al mercado y no lo hará durante otro poco más de tiempo, pues todo el equipo está centrado en el desarrollo de una nueva generación de coches totalmente eléctricos. No solo eso, sino que Jaguar cambiará su enfoque y dará la espalda a los modelos de volumen, y apostará por los segmentos donde mayor margen de beneficio se obtiene, es decir, solo fabricará coches de “superlujo”, como Bentley, por poner un ejemplo.

Si no ocurre nada que cambie las cosas, la llegada del coche eléctrico hará retroceder a la industria hasta sus inicios y el automóvil se convertirá en un objeto al alcance de los más pudientes. Al menos así será durante una temporada. De todas formas, habrá fabricantes que no volverán a ofrecer productos “baratos”, como es el caso de Mercedes, que anunció que dejaría los segmentos de volumen para concentrar su catálogo en los de mayor beneficio, o dicho de otro modo, Mercedes regresa a su pasado, a lo que siempre fue. Jaguar pretende hacer algo similar, pero tiene mucho camino por recorrer.

La historia de Jaguar está marcada por la combinación de la deportividad y el lujo, algo así como BMW, pero a la inglesa –en realidad debería ser al revés, porque Jaguar es más antigua que la división de coches de BMW, quienes no ofrecieron un coche similar a lo que ofrecen ahora, hasta la puesta de largo de la Neue Klasse, lanzada en los 60–. Ese talante se ha intentado mantener hasta cierto punto, y debería reforzarse en la nueva etapa que prepara la compañía.

Jaguar anunció esta decisión hace tiempo y dejó claro que los motores de combustión no tendrían cabida en la nueva era de la marca. Un cambio que no todos ven acertado, aunque los resultados y la popularidad de Tesla muestran que en segmentos donde el dinero no es un problema, ofrecer únicamente coches eléctricos puede ser una opción ganadora. La cuestión es lograr la imagen que sirva para superar a Tesla, el rival a batir, a día de hoy, objetivo que se ha demostrado muy complicado incluso con mejores productos.

La firma británica –bajo control indio– lanzó su primer eléctrico en 2018, el Jaguar I-Pace, un modelo que, teóricamente, se situaba en el segmento de los crossover, aunque en cuanto a diseño poco tiene que ver con un crossover y es uno de esos coches que muestra como, con el paso del tiempo, los conceptos se difuminan y todo vuelve a su cauce natural. El I-Pace, supuestamente, iba a ser el único modelo actual que sobreviviría al cambio, pes, como ya sabéis, se ajusta a los objetivos que se han impuesto, o al menos, se queda muy, muy cerca. Así lo confirmó Thierry Bolluré, ex director ejecutivo de Jaguar, quien fue reemplazado por Adrian Mandell.

Mantener al Jaguar I-Pace en la nueva etapa parecía lógico, pero las cosas han cambiado y el nuevo jefe ha confirmado que el I-Pace también desaparecerá en la nueva etapa. Así lo ha afirmado durante una entrevista para la revista Autocar. Todavía no se ha decidido cuando se dejará de producir, pro el primer eléctrico de la nueva generación llegará en 2025. Mandell dice que el legado del I-Pace se perdurará mucho más allá, ya que se aprovechará lo aprendido con su desarrollo en los próximos Jaguar sobre la plataforma JEA –Jaguar Electrified Architecture–, la misma que emplearán el resto de eléctricos del grupo –recordad, grupo formado por Ranger Rover, Discovery, Defender y la propia Jaguar–. El primer vehículo sobre esta plataforma se presentará en 2024 y como ya se ha comentado, se pondrá a la venta en 2025.

Esta decisión, la de retirar el Jaguar I-Pace de producción, podría tener algo que ver con los problemas que presentan las baterías suministradas por LG. Jaguar ha sido demandada de forma colectiva en Estados Unidos, porque las baterías de los I-Pace pueden salir ardiendo. Ya se retiraron del mercado 6.000 unidades en mayo de 2023 por este problema.

Las baterías las suministra LG Energy Solution, empresa que también se encarga de las baterías del Chevrolet Volt y del Hyundai Kona eléctrico, dos coches que, curiosamente –o quizá no tanto– también sufrieron problemas similares en su momento. Problema, por cierto, que le supuso a LG un coste de 1.900 millones de dólares para General Motors y 628 millones de dólares para Hyundai, en concepto de indemnizaciones por la retirada de los vehículos.

Es evidente que las prisas por evolucionar la tecnología de baterías, provoca que algunas cosas salgan mal. Las prisas nunca son buenas, pero la tesitura del mercado y la proximidad de las nuevas reglamentaciones, son culpables de que no se hagan las cosas todo lo bien que se debería. Jaguar quiere evitar eso con su próxima generación de modelos.

Cuando se lanzó el Jaguar I-Pace, las ambiciones eran altas, la firma había invertido mucho en este coche y además, era uno de los primeros eléctricos premium en llegar al mercado con argumentos para enfrentarse a Tesla con garantías. Pero durante los últimos años, las ventas no han ido como se esperaba, a lo que debemos sumar los problemas con las baterías.