Después de la marcha de Carlos Tavares, en el grupo Stellantis han intentado resolver el problema generado por sus desastrosas políticas empresariales mediante la diversificación de productos. Por el momento, parte del departamento de diseño concerniente al mundo de la automoción, se ha trasladado a una nueva sección encargada del diseño y del desarrollo de nuevos productos establecidos en nichos de mercado poco explotados, en los que poder derivar gran parte de su tecnología desarrollada para el coche híbrido o eléctrico.
El interés de su exCEO por incrementar los beneficios en prejuicio de la fuga de clientes, introdujo delirantes tarifas de precios como la de tener que desembolsar 15.000€ por un Citroën C3 de 80 CV. Y si tenemos que hablar del Fiat Panda, un coche que no baja de 14.000€ y cuya cadena de montaje está más que amortizada, entonces nos deja claro el objetivo cortoplacista de los objetivos de Carlos Tavares. En su empeño tampoco dejó atrás el tema concerniente a los proveedores, exigiéndoles unos precios más competitivos, sin interesarle si en estas nuevas propuestas económicas se vería afectada la calidad de los componentes o incluso la del producto final. Y no podemos dejar en el tintero algo que actualmente se tendría que haber erradicado hace ya unas cuantas décadas, como es el problema de diseño del motor PureTech (conocido entre los aficionados como “PudreTech”) con su famosa correa de distribución de goma.
Pues bien, parece ser que el grupo multiempresarial se ha puesto las pilas para subsanar todos los inconvenientes creados por este cuestionable periodo de tiempo, desviando un gran número de efectivos de su departamento de diseño de la sección de automoción, para obtener como resultado una primera propuesta de futuro denominada W-1. Este proyecto tiene como objetivo superar los inconvenientes que planteaba la carretilla de obra, desde la dependencia del tipo de terreno por el que se desenvuelve hasta la limitación de carga o incluso el estrés del operario por esfuerzo físico.
Este producto, especialmente estudiado para trasladar cargas de hasta 200 kg está compuesto por una plataforma de carga superior realizada en chapa galvanizada, atornillada a una inferior que incluye todos los componentes concernientes a su motorización y a la gestión de la energía. Esta parte está dotada de una ECU que controla el estado de las baterías de iones de litio y el funcionamiento del motor eléctrico ubicado en el cubo de la rueda junto a un sistema reductor epicicloidal. Con su ancha banda de rodadura que asegura un gran contacto y agarre con el terreno, es capaz de superar pendientes del 40% e incluso de ejercer cierta capacidad frenante para que el operario no pierda en ningún momento el control de la carretilla.
Su funcionamiento es de lo más sencillo, con solo agarrar las empuñaduras dotadas de sensores y elevar la carretilla, esta automáticamente retira los dos apoyos laterales y en cuanto la persona comienza a caminar, el motor empieza a asistir su movimiento hasta una velocidad máxima de 7 km/h. Para realizar el volcado de la carga y frenar la rueda, solamente hay que pulsar un botón situado en la empuñadura izquierda y para desplegar otra vez los apoyos habría que recurrir al otro botón ubicado en la empuñadura derecha. Todos los parámetros de control de la carretilla como la capacidad de asistencia de su motor, la autonomía de sus baterías o el control del peso máximo, se pueden variar o supervisar desde el smartwatch que tendrá que llevar la persona encargada de su manejo, para que se desbloquee todo el sistema de propulsión.
Javier Gutierrez
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