Parece que fue ayer mismo, pero se nos ha olvidado aquella época en la que ver coches superar los 300 km/h era todo un acontecimiento. Época ya lejana si hablamos de ciertos modelos como el Ferrari F40, el primer deportivo en superar los 300 km/h marcando un antes y un después en el sector de los “supercoches”. Automóvil que se vio acompañado por otro mítico, el Porsche 959. Ninguno de los dos modelos llegaba a los 500 CV, pero superan los 300 km/h a finales de los 80, siendo máquinas deseadas por millones de aficionados.
La escalada en la potencia de los motores, la evolución brutal de la electrónica y los enormes avances en aerodinámica, provocaron que la mítica barrera de los 300 km/h fuera poco a poco tirada abajo. Desde que en Ferrari fueran los primeros en batir esa cifra mágica con el F40, han ido llegando modelos que han colocado el objetivo un poco más allá. El Jaguar XJ220 con sus 349 km/h, el McLaren F1 con sus más de 380 km/h y geniales absurdeces tales como coches con carrocería familiar capaces de superar los 300 km/h llevaron el listón a otro nivel: 400 km/h.
Estamos hablando de un lapso de tiempo relativamente reducido hasta el McLaren F1 y algo más largo a posteriori. En unos 20 años, sólo se ha podido ganar en torno a 40 ó 50 km/h al cronómetro. El Bugatti Chiron, uno de los mayores monstruos que hay actualmente en producción “en serie”, homologa 420 km/h de velocidad máxima y además, limitada electrónicamente.
Bugatti, de la mano de Volkswagen y un tipo un tanto “escapao”, Ferdinand Piëch, pusieron todo patas arriba lanzando el Bugatti EB16.4 Veyron. El primer coche de calle en superar los 1.000 CV y alcanzar los 400 km/h. Siendo más precisos y aunque estamos seguro que lo recuerdas, eran 1.001 CV y 407 km/h. Fue un auténtico bombazo que despertó todavía más la fiebre por la velocidad, apareciendo toda clase de aparatos sin sentido y absolutamente geniales.
Hay algo que poca gente ha debido de notar o bien no se han tomado la molestia de mirar: la escalada de potencia necesaria para romper ciertos límites. El Ferrari F40 necesitó 478 CV y una aerodinámica muy cuidada para anunciar sus 320 km/h. Esto obviando otros datos como las relaciones de cambio, la forma de transmitir la potencia al suelo o el peso. El Jaguar XJ200 por su parte, tuvo que recurrir a poner sobre el asfalto 550 CV para alcanzar los 349 km/h. Y acordaos de su afilada silueta, imprescindible para poder ofrecer la menor resistencia al aire.
Si pasamos al summum de los summum, el McLaren F1, se pasaba a los 630 CV y contaba con un trabajo aerodinámico espectacular para superar los 380 km/h. Exactamente alcanzó los 386 km/h. El siguiente escalón fueron los 806 CV del Koenigsegg CCX para llegar a los 395 km/h y por fin, los 1.001 CV del Veyron para lograr los famosos 407 km/h. A cierta velocidad, el aire es un auténtico muro casi impenetrable y sólo se puede echar abajo a base de potencia bruta y mucho, mucho espacio por delante.
Aunque eso del espacio necesario es más cosa del pasado que una realidad, pues la evolución tecnológica no sólo afecta a los coches, sino también a los neumáticos favoreciendo una adherencia lejos de lo que había antes. Esto a su vez, permite traspasar la potencia al suelo con mayor facilidad y lograr aceleraciones de infarto. De hecho, uno de los récords más famosos, necesitó menos de tres kilómetros para llegar a los 400 km/h y volver a detenerse por completo. El artífice de dicho récord fue una de las criaturas de Christian von Koenigsegg.
En cosa de 10 años aproximadamente, desde que le Veyron rompiera moldes en 2005 (se fabricó hasta 2010), la potencia ha ido subiendo estratosféricamente y el sustituto de este obeso corredor de fondo (pesa 1.888 kg), llegó gritando a los cuatro vientos que tenía 1.500 CV. El Bugatti Chiron recibía un 50% más de potencia para poder lograr apenas un puñado de kilómetros por hora extra. Cierto es comentar que los neumáticos no dan para más, pero desde la marca aseguran que su monstruo está sobradamente preparado para rodar a 500 km/h rozando la cifra con el Bugatti Chiron 300+, que marcó 490 km/h. Y no nos podemos olvidar del SSC Tuatara o del Bugatti Bolide, ambos, capaces de alcanzar los 500 km/h y superarlos con cierta holgura.
Al mismo tiempo, iban apareciendo rivales con potencias similares como el Hennessey Venom GT. Uno de esos coches que le han hecho la vida imposible a Bugatti junto a Koenigsegg. Tira y afloja, toma y daca. Los tres fabricantes se han ido dando palos y se han ido robando mientras tanto los respectivos récords que ahora, llegan al ejercicio antes mencionado, el 0-400-0. El primero en poner en liza un registro fue, como no, Bugatti.
Anunció un tiempo de 42 segundos (41,96 segundos exactamente) para completar la aceleración hasta los 400 km/h desde parado y volver a detenerse por completo. Es realmente alucinante y muy complicado de realizar, necesitando para lograrlo 3.100 metros. Es decir, 3,1 kilómetros. Proeza que tuvo la ayuda de Juan Pablo Montoya, quien condujo el Chiron durante la prueba.
Un récord que le duró apenas un mes, pues los suecos más rebeldes dieron un golpe sobre la mesa y batieron el registro de Bugatti con un Koenigsegg Agera RS. No se molestaron en sacar ni el One:1 ni mucho menos el Koenigsegg Regera. Pero ojo que el Agera RS no es ninguna hermanita de la caridad. Monta un V8 biturbo de cinco litros con 1.160 CV, que puede llegar al megavatio, 1.360 CV, empleando etanol E85. A los neumáticos traseros (tremendamente caros) también llegan 1.371 Nm de par.
Sí, es propulsión y no 4×4 como el Chiron. Y sí, tiene la mitad de cilindros y cerca de 3.000 centímetros cúbicos menos, pero también es entorno a 500 kilos más ligero. El Agera RS arroja sobre la báscula 1.300 kg con la jaula opcional montada en la unidad usada que, por cierto, al terminar se fue a Estados Unidos, con su propietario. Un tipo que tendrá en su garaje un coche que hace el 0-400 km/-0 en 36,44 segundos, habiendo recorrido 2.441 metros. 2,44 kilómetros.
Todo se llevó a cabo en la pista de aterrizaje de Vandel, en Dinamarca. Un lugar cuyo asfalto data de la Segunda Guerra Mundial y cuenta, además de algún que otro parche de hormigón, con una longitud de 2.800 metros. Ya iban a por el récord con cierta chulería estos suecos… hay que comentar también que se modificó ligeramente el ángulo del alerón trasero para raspar pequeñas décimas al crono. A los mandos, el piloto Niklas Lilja, batió el récord el ya lejano día 1 de octubre de 2017, mientras en España se liaba parda con el tema del referéndum catalán. Un mes después, en Nevada, se volvió a batir esa cifra con el mismo coche, dejando el registro en 33,29 segundos. En 2019 Koenigsegg batió su propia marca en el 0-400-0 en casi dos segundos con el Regera.
No obstante, una cosa está clara, los míticos 300 km/h han quedado atrás y hasta modelos de menor calado como el Audi TT flirtean con la cifra en sus versiones más “gordas”. Aunque ha sido necesario sobrepasar límites que hace unas décadas sólo se veían en la era Turbo de la Fórmula 1 o en competiciones como el Mundial de Resistencia, donde se superaban los 400 km/h en la famosa recta ‘des Hunaudières’ en el circuito de La Sarthe.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Gran artículo y muy buena reflexión. Me encanta leeros. Un saludo.