Audi vuelve a oler a gasolina: el V8 del RS6 y la retirada a tiempo del suicidio eléctrico

Audi vuelve a oler a gasolina: el V8 del RS6 y la retirada a tiempo del suicidio eléctrico

Una decisión que llega tarde, pero llega entera


Tiempo de lectura: 7 min.

No sé en qué momento decidimos que los deportivos tenían que sonar a secador de pelo. No sé quién convenció a los de marketing de que un familiar de 600 caballos era mejor si no hacía ruido, pero sí sé cuándo me di cuenta de que algo se estaba perdiendo: fue el día que Audi se empeñó en que un RS6 debía ser 100 % eléctrico… Por suerte, nunca llegó a la calle. Audi recula, y lo hace bien: vuelve el V8 al RS6 y la gama eléctrica deja de ser el único camino.

Sí, han tardado. Sí, han mareado la perdiz con promesas de un futuro limpio, sostenible y aburridísimo, pero al menos no se han tirado al precipicio como otros, que en los tiempos que corren, es digno de aplauso. Lo que no tiene sentido es sacrificar toda una herencia deportiva en nombre de una transición que aún no está madura. Cuando hablamos de “herencia deportiva” hablamos de los Audi que nos han hecho soñar: los S4 B5, los RS2, los RS4 de 2006, los V10 atmosféricos del primer R8… O el mítico S1 quattro.

Esta noticia no es sólo una cuestión de fichas técnicas o de arquitectura mecánica, es, sobre todo, una cuestión de identidad. Lo cierto es que Audi se ha estado desdibujando los últimos años, perdida entre SUV eléctricos que no dicen nada y un discurso de sostenibilidad que parecía más dirigido al comité de Bruselas que a los gasolineros de verdad. Ni siquiera parecía una marca prémium ya, y ahora, de golpe, nos sueltan que vuelven a meter un V8 en el RS6. Pues mira: gracias.

No, no odio los eléctricos. De hecho, he conducido algunos que me han gustado. Pero que me gusten no significa que quiera verlos sustituirlo todo, porque el problema no es el coche eléctrico, sino el ecofanatismo que lo rodea. Esa idea de que todo lo anterior es pecado, de que si no suena, es mejor, de que si no hay gasolina, hay progreso. Como si disfrutar conduciendo fuese incompatible con cuidar el planeta. Como si solo existieran extremos.

Audi RS2 Avant 4

El RS6 como símbolo (y no sólo de estatus)

El Audi RS6 no ha sido nunca el más ágil, ni el más radical. Pero ha sido el más completo. Es el familiar que no te hace elegir entre hacer la compra o bajarte a correr un tramo con los colegas. Es el coche con el que puedes llevar a los críos al cole y, al salir, pegarte una escapada por puertos sin sentirte disfrazado, y esa idea, la del coche total, no se puede construir con baterías de 700 kilos ni con silencios incómodos.

El nuevo RS6, con su V8 biturbo revisado y una plataforma optimizada (sí, más ligera, sí, con etiqueta más verde que antes), recupera justo eso: la sensación de estar ante un coche que lo puede hacer todo, sin tener que renunciar al carácter. No es un dinosaurio. Es un coche que entiende el presente sin avergonzarse del pasado. Un coche elegante.

Además, no olvidemos el detalle importante: Audi no ha dicho que abandone los eléctricos. Solo ha dicho que deja de obsesionarse con ellos y que se permite seguir desarrollando motores térmicos para quien aún los quiere. Que ofrece variedad. Eso sí es tener visión de futuro, no el dogmatismo de las marcas que ya están quemando sus naves, confiando en que el mundo se vuelva eléctrico en masa, aunque no haya puntos de carga ni tarifas razonables.

En este contexto, el RS6 vuelve a ser un icono, pero ahora con un significado diferente. Ya no es solo el familiar bruto que arrasa en línea recta y pega en curva. Ahora también es el coche que representa a quienes no están dispuestos a tragarse el cuento de que disfrutar conduciendo está mal. Que no quieren pedir perdón por querer un coche con alma, con sonido, con historia.

Audi RS6 sed´´an (C6) (1)

El futuro es híbrido (en más de un sentido)

Lo más interesante de este movimiento de Audi no es solo el motor, sino el enfoque general. Porque sí, el nuevo RS6 mantendrá su V8, pero también apostará por versiones híbridas que tengan razón de ser, y la tienen porque no vienen a suplantar al motor térmico, sino a complementarlo. A darle un extra de empuje, de eficiencia, de lógica moderna sin matar el espíritu original.

La clave está en no caer en lo que han hecho otros: convertir el coche en un electrodoméstico. Audi parece haber entendido que hay margen para ambas cosas. Que un coche puede ser tecnológico y emocionante. Que puede tener asistentes hasta en los retrovisores sin por ello parecer un iPad con ruedas, y eso es justo lo que estábamos esperando quienes no compramos un coche como si fuera un móvil.

Lo que no podemos perder de vista es que esta corrección de rumbo no viene sola. Viene en paralelo con una revisión general del discurso. Audi, como marca, ha empezado a admitir que la electrificación total es más compleja de lo que se vendió. Que no todo el mundo vive en una urbanización con cargador en el garaje. Que hay clientes reales (y no pocos) que quieren seguir conduciendo, no ser conducidos.

Esto es importante porque supone, por fin, una renuncia al postureo. No al progreso, que nos ha traído eléctricos muy interesantes, sino al discurso vacío. En esa renuncia es donde muchos estamos encontrando de nuevo motivos para mirar a Audi con respeto, porque mientras otros siguen empeñados en dar lecciones desde el PowerPoint, los de Ingolstadt están volviendo al asfalto con algo que se puede oler, oír y conducir.

audi rs6 gt limited edition (27)

Una victoria para los que aún creen en conducir

No sé vosotros, pero yo ya me había rendido un poco. Después de ver cómo desaparecían los manuales, cómo los escapes se volvían falsos y cómo los interiores se llenaban de pantallas táctiles, empecé a pensar que lo nuestro se había acabado. Que los coches con alma eran cosa del pasado y que lo que venía era un futuro plano y sin emoción. Y de repente, flechazo: Audi mete un V8 en el nuevo RS6. ¿Cómo no sonreír?

Estas líneas no van de nostalgia barata. No van de “todo tiempo pasado fue mejor”. Van de defender una forma de entender el coche que no es incompatible con el siglo XXI. Van de reconocer que conducir sigue siendo un placer, y que hay quien está dispuesto a pagar por ello, y quien lo necesita como parte de su identidad. No todo se puede reducir a una caricatura de la eficiencia y la sostenibilidad sin más.

Hay una generación entera que se enamoró de Audi por cómo combinaban elegancia, músculo y tracción total. Por cómo sonaba un S4 B5, por cómo se veía un Avant RS4 con las aletas ensanchadas y las llantas en 18. Esa generación no está muerta, solo estaba esperando que alguien le hablara sin vergüenza, y Audi, por fin, ha decidido hacerlo.

Así que sí, claro que aplaudo esta decisión, porque no es solo una cuestión de motor. Es una cuestión de actitud, y si eso significa que vamos a ver más RS, más gasolina, más sentido común y menos postureo eléctrico, bienvenidos sean. Aunque lleguéis tarde, Audi, aún llegáis a tiempo.

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Sobre mí

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

Jose Manuel Miana

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