Su camuflaje, que públicamente viste desde finales del 2024, parece esconder su futuro aspecto. No, no es una obviedad lo que estás leyendo. No es ese sentido, al menos. Como parámetro de comparativa, el concepto del futuro BMW M3 eléctrico confirma el abismo que se interpone entre la futura generación y el tradicional diseño evolucionado hasta el actual modelo. Lo vemos, entonces, cubierto por garabatos preliminares y su nuevo lenguaje Neue Klasse no se nota a golpe de vista, pero, si te fijas con atención, ahí está.
¡Ilusionista! No hay camuflaje que tape las líneas que marcarán su nueva era. Un estilo de trazado que repite una intención. ¿Bajo qué términos y factores podríamos emparentar al M3 2027 con el Dodge Charger Daytona EV, más que desde sus estirpes de altísimos desempeños? Tal vez sean prueba de que las casualidades existen o, tal vez, ciertos rasgos estéticos que comparten se hayan materializado inconscientemente en ambos, producto de una tendencia visual a la que este tipo de coches empezarán a someterse: una dosis de refinamiento en íconos que nunca tuvieron que ver con eso.
Nürburg. El BMW M3 eléctrico –y los híbridos que lo acompañarían–, mientras espera su 2027, toma la rotonda de bienvenida al pueblo epicentro, capital del automovilismo europeo. De aquí a su lanzamiento, los kilómetros recorridos funcionan como simbolismo. Al camuflado le espera un largo camino de pruebas hacia la producción, pero la más reciente… ¡Sound on!, recomienda Car Spy Media, el canal que registró los movimientos del prototipo en las curvas del Infierno Verde, como si buscara reproducciones a base de un motor de seis cilindros biturbo que este M3 no tiene.
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¡Spoiler! No escucharás ningún escape simulador ni nada extraordinario. Incluso con el sonido ambiente permitiendo escuchar hasta el más profundo silencio, se hace difícil sentir el pulso del motor eléctrico, que por momentos, con la timidez que los caracteriza, intenta hablar. No más que un susurro. A juzgar por las tomas, el futuro M3 anticipa estabilidad y suspensión a la altura, pero, si de activar el sonido se trata, la acción pasa por las masas no suspendidas y no tanto por las maniobras.
El coche comienza pasando por la Sabine Schmitz, tramo rebautizado en tributo a la recordada “Reina de Nürburgring”, única mujer en ganar las 24 Horas del circuito alemán. Para el EV, pasar por esa curva es avanzar por las huellas del pasado, pero, sobre todo, sobre la historia misma del M3: la piloto ganó las ediciones de 1996 y 1997 al volante de un E36, nada menos. Luego se ve al futuro eléctrico doblar en secciones célebres como el Pequeño Carrusel. La experiencia es la misma: el vehículo busca en los giros generar el ruido imposible de las rectas.
La relación de las gomas y el asfalto en un circuito por demás técnico, los frenajes, el andar mismo. El sonido no va más allá de esos factores. Si solamente escucháramos el vídeo, deduciríamos, tal vez, que no se trata de un M3 corriendo, sino de un avión aterrizando o, por qué no, de algo parecido a la aterradora inmensidad del mar y toda la acústica que fluye, cuando poco se ve ya y está por caer la noche. Si alguien hiciera publicidad con esto para posicionar un EV en el mercado, pues no sería una buena publicidad, a menos que la agencia considerara que es motivo de orgullo que lo único que salga del motor de un eléctrico sea el silencio.
Mauro Blanco
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