El Peugeot 605 SRTi se posicionaba en una interesante zona media de la gama del sedán francés, al tiempo que también representaba uno de los modelos más imponentes y lujosos que tenía la marca en su catálogo. Además, por si fuera poco, fue elogiado por la prensa al tener un comportamiento muy dinámico, muy en la línea de lo que solía hacer Peugeot por aquellos años.
Hace ya tiempo que los fabricantes generalistas dejaron de intentarlo, pero durante mucho tiempo, crearon automóviles que, tanto por tamaño como por prestaciones o equipamiento, se situaba en una categoría donde la imagen de marca era, quizá, demasiado importante. Hablamos del segmento E, donde coches como el Serie 5 de BMW o el Clase E de Mercedes campaban a sus anchas.
En ese segmento, Peugeot colocó al 605, un sedán de 4,76 metros de largo cuya carrocería, diseñada por Pininfarina, era equilibrada en sus volúmenes, pero sobria en cuanto a líneas. Uno de los Peugeot más bonitos para muchos aficionados y no les falta razón, todo sea dicho. Y si además, se escoge una versión como el 605 SRTi, no solo se tenía un coche de imagen atrayente y bien proporcionada, también se contaba con un motor con carácter y prestaciones.
Allá por los años 90, el Peugeot 605 era un “señor coche”, y el motor turbo de 150 CV le convertía en una opción muy atrayente

Bajo el capó –o capot, una palabra poco usada actualmente y que se trata de galicismo, una palabra derivada de capot, que viene a traducirse como cubierta–, había un cuatro cilindros de 1.998 centímetros cúbicos de cotas totalmente cuadras –86 milímetros para diámetro y carrera–, culata de cuatro válvulas por cilindro y un turbo Garrett T25 con intercooler. Un motor sobrealimentado a baja presión, que se empezó a usar en aquellos años por los buenos resultados que se lograban.
Con los turbos de baja presión, se conseguía un rendimiento suave y sin vacíos, pero con la contundencia típica de todo motor turbo. Para la ocasión, el Peugeot 605 SRTi anunciaba 150 CV a 5.300 revoluciones y 24,5 mkg a 2.500 revoluciones –240 Nm–. Se gestionaban mediante un cambio manual de cinco relaciones, cuyos desarrollos, con una quinta de 36,97 km/h a 1.000 revoluciones, casaban bastante bien con el talante del motor. Solo había un problema, según cuenta la revista Autopista en una de sus pruebas, y es que generaba mucho ruido y vibraciones a altas revoluciones, algo que empañaba el resultado general del conjunto.
No obstante, aunque el aspecto del Peugeot 605 era muy serio, su comportamiento invitaba a circular ligero gracias a la notable sensación de aplomo. Como todo Peugeot, al menos los Peugeot de los años 90, su talante era claramente rutero, pero contaba con una agilidad destacada para el tamaño del conjunto y una facilidad de conducción que lo hacía bastante agradable de conducir en cualquier terreno.
Por un precio de 4.487.000 pesetas, 26.967 euros –55.417,18 euros si sumamos la subida del IPC desde mediados de los 90–, el Peugeot 605 SRTi no era un coche que pudiera permitirse cualquiera. Estaba al mismo nivel, en cuanto a precio, que un BMW 525tds de 1991, el cual, constaba 4.616.108 pesetas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS