El Peugeot 306 HDi llegó un poco tarde a la fiesta, pero llegó. La compañía francesa exprimió su motor diésel de inyección indirecta –el XUD9 TD– hasta el último momento, pero la jugada le salió bien y con el motor de inyección directa, el compacto francés se pudo posicionar frente al resto de rivales con suficiente solvencia como para poner contra las cuerdas a más de uno.
Para poder entender un poco la situación, hay que saber que estamos en 1999 y que los motores diésel ganan más popularidad con cada día que pasa. Hay tres actores principales: los TDI, los HDI y los TDCi, es decir, Volkswagen-Audi, PSA y Ford. Luego llegaría FIAT con los JTD, pero por lo general, así andaba la cosa y la lucha era encarnizada. El Peugeot 306 XS 2.0 HDi era la apuesta de la firma del león en un segmento altamente competitivo, donde todavía se podían encontrar carrocerías de tres puertas, cuyo talante deportivo era el escogido por los usuarios más jóvenes.
Es ahí donde destacó el Peugeot 306 HDi con carrocería de tres puertas, entre los más jóvenes, ya que estéticamente, el coche, hay que reconocerlo, era muy equilibrado y bastante atractivo. Una imagen que cuadraba la mar de bien con su motor, que a pesar de haber llegado uno de los últimos, mantenía una técnica bastante tradicional: dos válvulas por cilindro, turbo de geometría fija, solo un árbol de levas… Las innovaciones venían en otros apartados, como un tratamiento para reducir fricciones, piezas aligeradas y por supuesto, inyección directa por raíl común. Así, con 1.997 centímetros cúbicos, rendía 90 CV a 4.000 revoluciones y 21,4 mkg a 1.900 revoluciones.
Como todos los turbodiésel de la época, o casi todos, tenía una caja de cambios con relaciones muy largas. En cuarta, por ejemplo, tenía un desarrollo de 35.9 km/h a 1.000 revoluciones, pero en quinta se iba hasta los 44,8 km/h a 1.000 revoluciones. Las prestaciones colocaban al 306 XS 2.0 HDi en la media del segmento, con una velocidad máxima de 180 km/h, un 0 a 100 km/h en 11,2 segundos, un 0 a 400 metros en 17,6 segundos y un .0 a 1.000 metros en 32,9 segundos. El largo desarrollo en quinta se notaba en recuperaciones, con un 80 a 120 km/h en 13,1 segundos, mientras que en cuarta lo hacía en 10,2 segundos.
De todas formas, como todos los turbodiésel de la época, la baza que se jugaba con el Peugeot 306 XS 2.0 HDi era la de bajos consumos con buenas prestaciones. Motor 16,en el número 826, publicó una prueba del 306 XS 2.0 HDi y según cuenta el responsable de la misma, no importaba como se condujera, era casi imposible superar los nueve litros. La media, por lo general, rondaba los 6,5 litros y daba más datos para ilustrar la situación. Al parecer, a 90 km/h la autonomía podía ser de 1.300 kilómetros, que se reducían a 1.000 kilómetros a 120 km/h y a 674 kilómetros a todo lo que daba el propulsor. La media era de 923 kilómetros de autonomía con un depósito de 60 litros.
Por lo demás, el Peugeot 306 XS 2.0 HDi destacada, como todo 306, por tener un eje trasero que recibía de buen grado cambios de apoyo y cambios de carga con el acelerador, lo que permitía deslizamientos de la zaga cuando hacía falta. El motor turbodiésel hacía que fuera un poco más “morrón”, más subvirador, pero por lo general, el 306 HDi era un coche bastante eficaz y agradable de conducir.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Aún con casi 312.000 KM. mi 306 Equinoxe me lleva muy bien.