El Nissan Patrol GR TD SE es un coche de los que ya no hay, y mucho menos con el logotipo de Nissan en el frontal. Un auténtico todototerreno de esos que se compraban algunos solo por las apariencias y que, entre otras cosas, provocaron la aparición de los SUV. De hecho, el Patrol GR –código interno Y61– ya mostraba ciertos rasgos que no había tenido el modelo hasta el momento, como una imagen bastante distinguida y unos acabados muy cuidados e incluso con adornos de madera en el habitáculo.
Los todoterreno siempre han sido coches que han tenido que cargar con muchos compromisos. Por un lado, su definición de todoterreno les obliga a tener ciertas características que, básicamente, chocan entre sí, como un mínimo comportamiento en carretera y buenas cualidades fuera de ella. Dos objetivos que no son compatibles al 100% y afectan a toda una serie de cosas que, al parecer, no importó a todos aquellos que se compraron uno para usarlo, exclusivamente, por asfalto.
Esa tendencia acabó por suavizar y, por así decirlo, civilizar las características de todos los todoterreno. Se pasó de un coche rudo, de acabados básicos y robustos, tosco en carretera, a coches refinados, con acabados de madera, lujo y un mejor desempeño en carretera, en detrimento de las cualidades off road. Durante mucho tiempo combinaron la imagen de coche lujoso y caro, con las cualidades de un coche capaz de pasar por cualquier sitio, o casi, y el Nissan Patrol GR TD SE es un claro ejemplo de esa transformación.
Corrían los años 90, concretamente a finales, por 1997, y el Patrol llegaba a su quinta generación, la más civilizada y asfáltica hasta la fecha. El diseño era más elegante, se veía potente y distinguido. No cabía duda de que era un todoterreno, se apreciaba a simple vista por sus dimensiones, sus formas y su altura al suelo, pero también en su ficha técnica, donde figuraban claramente sus ejes rígidos –con tirantes longitudinales y barra Panhard, así como estabilizadora trasera desconectable–, la propulsión con el eje delantero conectable con reductora, el bloqueo electrónico del diferencial trasero y, por supuesto, el chasis de largueros y travesaños.

La transformación del Nissan Patrol era evidente, tanto en su aspecto exterior como en su habitáculo. No obstante, conservaba lo mejor de la saga: sus cualidades off road
Son características de todoterreno “de verdad”, como también lo era la altura al suelo de 220 milímetros, la altura de vadeo de 990 milímetros o los ángulos todoterreno: 37 grados de ataque, 30 grados en ventral y 31 grados en salida. Por supuesto, era un coche muy pesado, aunque hoy día pasaría totalmente desapercibido: 2.170 kilos.
Lo más llamativo de todo es que el Patrol GR TD SE tenía un corazón un poco flojo. Ese corazón era un seis cilindros en línea turbodiésel que ya se usaba en la generación anterior, pero convenientemente revisado y modificado para mejorar prestaciones y reducir consumos. Eran 2.825 centímetros cúbicos con culata de aleación ligera, un solo árbol de levas y dos válvulas por cilindro, inyección indirecta, turbo e intercooler, que rendía 130 CV a 4.000 revoluciones y 25,7 mkg a 2.000 revoluciones. Y sí, como cabe esperar, se quedaba bastante corto en todos los sentidos. Le costaba mover el desarrollo del cambio –quinta de 35,73 km/h a 1.000 revoluciones, que con reductora bajaba a 17,69 km/h– y las prestaciones en asfalto era muy limitadas.
Según ficha técnica, la velocidad máxima era de 155 km/h y el 0 a 100 km/h lo completaba en unos largos 17,50 segundos. La revista Automóvil probó el Patrol GR TD SE y registró datos igualmente lentos, como los 400 metros con salida parada en 20,05 segundos o los 1.000 metros, desde 50 km/h en quinta, en 36,93 segundos. Y eso sin contar con el consumo, que se disparaba hasta los 12,53 litros a 120 km/h.
Sin embargo, si tomamos como referencia esa misma revista, el comportamiento en carretera era más que ejemplar y fuera del asfalto era, sencillamente, una referencia. Incluso se permitía el lujo de circular a velocidades bastante altas fuera de asfalto, casi como si compitiera en un rallye baja.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS