Coche del día: Mercedes S55 AMG (W220)

Coche del día: Mercedes S55 AMG (W220)

Rigurosidad alemana, máximo lujo y prestaciones de coche deportivo


Tiempo de lectura: 3 min.

El Mercedes S55 AMG costaba, nada menos, que 19.535.000 pesetas, 117.408 euros de principio de Siglo XXI. Es decir, sin tener en cuenta inflación. Era un coche superlativo, tanto que solo tenía un rival en el mercado que era cuatro millones de pesetas más baratos, aunque presumía de la misma potencia y prestaciones parecidas, aunque no podía competir en cifra de par: el Audi S8 (D2). El S55 AMG era un sedán de representación atípico, incluso un poco absurdo, y quizá por eso resultó tan genial en su momento.

Por norma general, un sedán de representación es un coche de lujo, un coche pensado para agasajar a su conductor o usuario –en muchas ocasiones, son coches pensados para que el dueño sea llevado y no conduzca nunca– con toda clase de detalles: tapicerías, colores, materiales como la madera del árbol más raro que se te ocurra… ¡Incluso con olores! El planteamiento, además, suele ser confortable, se busca mimar al pasaje y tanto el diseño como las dimensiones, por poner unos ejemplos, chocan de frente con cualquier aspiración velocista más allá de la línea recta, donde pueden ser imbatibles.

Sin embargo, como se dice en ocasiones, siempre hay un roto para un descosido, siempre hay alguien que busca ese punto extra, eso que parece no tener sentido. De ahí salen los sedanes de representación con aspiraciones deportivas como el Mercedes S55 AMG, un coche de 5,04 metros de largo, con una batalla de 2,97 metros y casi 1.900 kilos –a comienzos de los 2000, un paso altísimo–, que pretendía ser deportivo y lo mejor de todo es que lo conseguía. Siempre teniendo en cuenta el tipo de coche y sus dimensiones, claro, nunca podría ser tan ágil y directo como un compacto deportivo, por ejemplo.

El W220 fue coche soberbio, un coche que marcó la referencia en su segmento y que, además, se permitía el lujo de tener versiones deportivas en sus gama

Mercedes S55 AMG (2)

Aun así, la revista Autopista registró datos que quitan el hipo. El 0 a 160 km/h, por ejemplo, lo completaba en 14,31 segundos, el 0 a 1.000 metros en 25,91 segundos y el 0 a 100 km/h en 6,26 segundos. La velocidad máxima estaba limitada electrónicamente a 250 km/h, pero los consumos, hay amigo los consumos… Esos no estaban limitados. En ciudad la cifra se disparaba hasta los 18,3 litros y en autopista, a 120 km/h, rondaban los 8,9 litros. La media era de 13,7 litros y la autonomía, con un depósito de 88 litros, era de 640 kilómetros. El caso es que, dado el precio que había que pagar, seguramente no fueran detalles importantes para quién tenía ese dinero.

También es cierto que con el motor que montaba el Mercedes S55 AMG esas cifras resultan lógicas. Hablamos de un V8 de 5.439 centímetros cúbicos atmosférico, con culatas de tres válvulas por cilindro y dos árboles de levas e inyección, que rendía 360 CV a 5.500 revoluciones y 54,1 mkg a 3.150 revoluciones. Hoy puede parecer poca cosa, hasta un Renault Mégane puede tener 300 CV, pero un Mégane RS seguramente no podría mover una quinta con un desarrollo de 52,94 km/h a 1.000 revoluciones.

Por supuesto, el equipamiento del Mercedes S55 AMG era soberbio, pocas cosas quedaban en la lista de opciones, aunque haberlas las había, como los sensores de aparcamiento –solo avisos acústicos–, que costaba 150.528 pesetas –es un dineral–, el techo “solar” eléctrico, que costaba 250.496 pesetas –otro dineral–, asientos calefactados, cuyo precio era de 184.832 euros –sí, otra suma considerable– o un sistema que combinaba la televisión, el lector de CD, la radio y el GPS, que costaba más de medio millón de pesetas.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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