Coche del día: Mercedes CLK 320 Cabrio (C208)

Coche del día: Mercedes CLK 320 Cabrio (C208)

Más exclusivo que el coupé y también bastante más caro


Tiempo de lectura: 3 min.

El Mercedes CLK 320 Cabrio era, allá por finales de los 90, uno de los coches más refinados que se podían comprar en su categoría. Prometía cuatro plazas –las traseras pequeñas, ya se sabe–, un motor de seis cilindros con más de 200 CV y la calidad de todo un Mercedes. Por supuesto, era caro, muy caro: 8.700.000 pesetas, 52.288 euros en 1997, unos 97.465 euros si tenemos en cuenta el incremento del IPC desde entonces hasta 2024.

Mercedes siempre ha sido el referente en el segmento de los coches de alta gama, la categoría “premium”, como se la conoce ahora. En aquellos años se podían permitir el lujo de pasar por alto, aunque fuera un poco, los costes de producción, pues quien compraba un Mercedes no tenía en cuenta el precio; sabía que sería un coche caro y, además, era parte de su encanto. Lo curioso es que, a pesar de costar casi nueve millones de las antiguas –muy antiguas ya– pesetas, había cosas que hoy pueden llamar muchísimo la atención.

Por ejemplo, el aire acondicionado era de serie, pero el climatizador se pagaba como opcional – y a 105.000 pesetas, el sueldo de un mes de mucha gente en aquel entonces–, no tenía suspensión electrónica ni como opción, los asientos calefactables también eran opcionales, al igual que el reglaje eléctrico, la regulación del apoyo lumbar o la tapicería de piel. Los faros de xenón costaban 192.000 pesetas – 1.154 euros en 1997… – y, por mencionar algo más, el control de estabilidad también era un extra y costaba 184.320 pesetas.

Mercedes CLK 320 Cabrio

Su diseño todavía mantenía esa auténtica ‘esencia Mercedes’, el cambio de personalidad y estilo llegó tiempo después

Eran otros tiempos y el lujo que podía ofrecer un Mercedes, y además uno descapotable, se medía de otra forma: materiales empleados en su fabricación, la calidad de la propia fabricación, las prestaciones de sus motores, el confort de marcha y su comportamiento en carretera; hoy día, un Mercedes de más de 90.000 euros sin tapicería de piel –que costaba, ojo, 371.200 pesetas, 2.230 euros sin sumar IPC– o sin una pantalla en el salpicadero, sería presa de toda clase de críticas y, por supuesto, no se vendería. Solo hay que ver que ha ocurrido con un Mercedes de más 600 CV, pero con un motor de cuatro cilindros turbo.

Como decíamos, eran otros tiempos y se valoraban otras cosas, como por ejemplo un buen motor. Bajo el capó, el Mercedes CLK 320 Cabrio tenía, como cabe esperar, el mismo motor que el Mercedes CLK 320 Coupé, es decir, un seis cilindros de 3.199 centímetros cúbicos con un árbol de levas en cada culata y la particular configuración de tres válvulas por cilindro. Alcanzaba los 218 CV a 5.700 revoluciones y los 31,4 mkg a 3.000 revoluciones –unos 300 Nm–, todo ello gestionado por un cambio automático de cinco relaciones y convertidor de par.

No era un coche que buscase ofrecer unas sensaciones deportivas, era un GT, un cabrio de talante dinámico, pero sin llegar a entrar en terreno, por ejemplo, del BMW Serie 3 Cabrio. Era un coche rápido, capaz de completar el 0 a 400 metros en 16,668 segundos y los 1.000 metros, también con salida parada, en 30,10 segundos, así como alcanzar los 236 km/h. Sin embargo, exprimir el potencial del coche con el techo plegado no era la mejor idea, pues las turbulencias hacían acto de presencia en cuanto se circulaba muy rápido. Era ideal para ir “ligero”, pero sin querer llegar a los límites.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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