El Mercedes Clase A ha sido, posiblemente, el modelo más atípico de la firma alemana hasta la fecha, seguido de cerca, porque no debemos olvidarlo, del enorme Mercedes Clase R. Aquel peculiar Mercedes, el Clase A, apareció allá por 1997, macando un hito en la propia marca y no solo por su estética de tipo monovolumen, sino por su tamaño, con una longitud inferior a la media del segmento: 3.606 milímetros.
La estéticamente monovolumen duró dos generaciones, pues en 2004, durante la celebración del salón del automóvil de París, se presentó la segunda generación del Mercedes Clase A. Mantenía muchas características que hicieron famosa a la primera edición, como el chasis tipo sándwich, aunque mejoraba otros apartados como la calidad y, sobre todo, la estabilidad en carretera, al ver incrementada su anchura, su longitud y la distancia entre ejes. Además, estrenaba una carrocería de tres puertas que recibía la denominación de coupé (en aquellos años, se puso de moda llamar “coupé” a los tres puertas), que tenía una imagen más juvenil, pero que nunca fue un coche popular entre los conductores jóvenes.
Sin embargo, hubo una versión que sí podría haber sido un poco más popular, aunque es una de las que ha pasado más desapercibidas: el Mercedes A200 Turbo. Ninguna de las dos primeras generaciones, el W168 y el W169, tuvo una versión AMG, al menos oficialmente (no podemos olvidar el Mercedes A32K AMG), y las variantes que se ofrecían al gran público no superaban los 140 CV del A200 o los 136 CV del A200 CDI, ambas versiones ofrecidas en la segunda generación. No eran malos coches, pero es evidente que no eran vehículos emocionantes.
El Mercedes A200 Turbo tampoco era un coche que podamos tildar de emocionante, pero sí era el más rápido de los Clase A hasta aquel momento. Se presentó en el año 2005 y era la variante más potente que tuvieron las dos primeras ediciones del Clase A, además de un coche llamativamente caro para su época: 28.850 euros.
Bajo el pequeño capó delantero había un cuatro cilindros de 2.034 centímetros cúbicos, con bloque y cultura de aluminio (esta última, con solo dos válvulas por cilindros, aunque las de escape estaban rellenas de sodio). La alimentación corría a cargo de un sistema de inyección indirecta, turbo e intercooler, que permitía anunciar 142 kW (193 CV) a 5.000 revoluciones y un par de 280 Nm entre 1.800 y 4.850 revoluciones que, gracias a un cambio manual de seis relaciones (automático de cinco marchas Autostick en opción), resultaba un propulsor muy elástico, pero que “moría” demasiado pronto. Además, no era lento, completando el sprint hasta los 100 km/h desde parado en 7,5 segundos y llegando a los 228 km/h.
No hubo un Clase A más potente hasta que llegó el brutal Mercedes A45 AMG, que se posicionó, desde el primer momento, como el compacto más rápido, dejando a sus rivales bastante atrás. Aun así, como coche raro y poco visto, el A200 Turbo resulta bastante interesante porque, como cabría esperar, se revisaron los índices de resorte y amortiguación, así como las barras estabilizadoras (todo más firme que en cualquier otro Clase A).
El Mercedes A200 Turbo se podía configurar con dos acabados: Avantgarde (así llamaba la marca a su acabado más deportivo) y el Elegance. También se podía pedir con carrocería de cinco puertas o la coupé de tres puertas.
Frente a sus rivales, el A200 Turbo, aunque Mercedes lo definiera como un “vehículo de alto rendimiento”, no era un deportivo. Era más dinámico y apetecible que cualquier Clase A W169, pero sus rivales resultaban más eficaces en carretera de curvas. Sin embargo, eso no quiere decir que el Mercedes A200 Turbo lo hiciera mal, simplemente, no era su objetivo. El Mercedes A200 Turbo es coche de autobahn, de curvas amplias de alta velocidad. También es común ver, en Alemania, unidades con las típicas “repro”, llevando el motor hasta los 225 CV o 250 CV
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS