Coche del día: Mercedes 190E 2.6 Sportline (W201)

Coche del día: Mercedes 190E 2.6 Sportline (W201)

Lo más deportivo de baby Benz sin contar con los 16 válvulas


Tiempo de lectura: 4 min.

El Mercedes 190E 2.6 Sportline era la forma que tenían en la firma alemana de entender la deportividad. Una deportividad que, no obstante, convivía con las conocidas características de los productos de Mercedes entre los años 80 y 90, es decir, calidad y confort de marcha.

Con la puesta en escena del Mercedes 190E, el conocido como babe Benz –W201 para los muy fanáticos de la marca–, fue toda una revolución para la marca e incluso para el mercado en general. Era, por entonces, lo que se entendía como “Mercedes pequeño”, un sedán de 4,42 metros de largo y un diseño inconfundiblemente Mercedes, con el que se buscó abrir el abanico de usuarios de la marca; querían convencer a conductores más jóvenes.

El caso es que el simple hecho de ampliar la gama por abajo no era suficiente. BMW, con sus coches dinámicamente más ágiles y eficaces, así como con su diseño más deportivo, era la referencia que se debía batir, o como poco, igualar, para poder convencer a unos usuarios que buscaban algo más que la imagen y la enorme comodidad que proporcionaba un modelo con la estrella en el frontal. Y es ahí donde entra el Mercedes 190E 2.6 Sportline, en el terreno de BMW, que, por su parte, empezaba a “copiar” algunas características de los modelos de su eterno rival.

Sin embargo, con el 2.6 Sportline, el baby Benz recibía una mayor dosis de agilidad y eficacia, que no es lo mismo que deportividad propiamente dicha. Mercedes, en aquellos años no era una firma de coches deportivos, era una marca de coches señoriales, de muy alta calidad, técnicamente avanzados –aunque no siempre– y, por lo general, cómodos, fáciles de conducir y rápidos en tramos de trazado abierto. La deportividad no era una característica de la marca hasta que llegó AMG, pero el 190E 2.6 Sportline era lo más parecido a una versión deportiva.

Mercedes 190E 2 6 Sportline (2)

No hemos olvidado a los 190E 16 válvulas –los 2.3 16 y 2.5 16 en sus diferentes versiones–, pero son coches muy especiales y casi fuera de la gama del W201, así que para la ocasión, no los vamos a tener en cuenta. Sobre todo porque fueron una edición limitada y además, con el objetivo de homologar el modelo para competición.

El 2.6 Sportline era claramente más convencional, pero eso no significaba que no fuera interesante. Es más, se podría decir que era uno de los 190E más interesantes de todos. De entrada, montaba los asientos de los mencionados 190E 16 válvulas, así como un volante cuyo diámetro era dos centímetros menor, algo que muchos usuarios habían pedido, pues el volante en otras versiones era absurdamente grande. Volante, por cierto, que actuaba sobre una dirección que también procedía del 190 16 válvulas –era más directa y rápida–. La altura de los muelles de la suspensión era más reducida –22 milímetros más corta–, mientras que el tarado era un 20% más firme. El eje delantero tenía unos reglajes modificados y caída negativa, al tiempo que los neumáticos pasaban a ser 205/55 en llanta de 15 pulgadas.

Unos cambios que, como bien anotó la prensa de la época, permitían que el Mercedes 190E 2.6 fuera mucho más eficaz en carretera de curvas, lo suficiente como para ser considerado un coche divertido de conducir y placentero en carretera de montaña. Un notable cambio con respecto a otras versiones, y sobre todo, con respecto al 190E 2.6, que era el modelo que se tomaba de partida y con el que compartía motor y transmisión.

Dicho propulsor era un seis cilindros en línea con 2.599 centímetros cúbicos, árboles de levas en culata, inyección Bosch K-Jetronic y por supuesto, aspiración natural. Se anunciaban 160 CV a 5.800 revoluciones y 22,4 mkg a 4.600 revoluciones, que se enviaban al eje trasero mediante un cambio manual de cinco relaciones, o bien, uno automático por convertido de par y cuatro marchas. Opción, esta última, poco adecuada al talante del coche, todo sea dicho.

Mercedes 109E Sportline

La opción de caja de cambios automática no cuadraba con el talante que la marca quería imprimir a esta versión

En cuanto a cifras, rozaba los 210 km/h de velocidad máxima, los 400 metros con salida parada lo hacía en 17,36 segundos o los 1.000 metros, también con salida parada, en 31,46 segundos.

Como curiosidad, no podemos dejar pasar el precio y el equipamiento. El Mercedes 190E 2.6 Sportline costaba, en 1990, 5.220.250 pesetas, 31.375 euros sin contar con la inflación –hablaríamos de más de 75.000 euros– y ni siquiera tenía aire acondicionado de serie, ni pintura metalizada, había que pagar aparte hasta por el airbag o los elevalunas eléctricos –un paquete que afectaba a todas las puertas–, aunque sí montaba de fábrica el servofreno, el ABS y la dirección asistida.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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