El Jaguar XJ 3.0D era el sedán de representación diésel más potente de su categoría –en 2009–. No era el Audi A8, no era el Mercedes Clase S, no era el BMW Serie 7, no, todos quedaban por detrás del modelo británico por, más o menos, 25 CV. No era el dato que se pudiera esperar en plena era del diésel, con los alemanes a la cabeza y una Jaguar que intentaba volver a colocarse donde, en teoría, debería haber estado siempre.
Tras la salida del grupo Ford, Jaguar acabó en manos de TATA Motors, quienes se dedicaron a meter dinero sin estorbar en cuestiones como la toma de decisiones –en algo influyeron, obviamente, Jaguar no era 100% libre–, aunque para entonces, ya había muchos proyectos en marcha, como la renovación del buque insignia, el Jaguar XJ, que se presentó en 2009 y se puso en circulación en 2010. Un coche diseñado por Ian Callum y que rompía con las señas de identidad de toda la saga XJ, algo que no gustó a todos los fanáticos de la marca pero que, aun así, mantenía la esencia de firma británica.
El Jaguar XJ –código interno X351– evolucionó de tal forma, que se puso al mismo nivel tecnológicamente y técnicamente hablando, que todos sus rivales alemanes, la referencia en el segmento de los sedanes de más de cinco metros y alta gama –el superlujo se lo dejamos a Rolls-Royce y Bentley–. El XJ nunca estuvo realmente a la altura de competencia en ciertos apartados, pero eso se solucionó con la última generación del modelo, y el mejor ejemplo es su versión con motor turbodiésel.
Sí, Jaguar montó motores diésel en sus coches y, para colmo, en su coche más representativo. Pero, al menos, fue un motor poderoso y un auténtico referente en cuanto a cifras de rendimiento. Hablamos del Jaguar XJ 3.0D, un coche animado por un V6 turbodiésel de 2.993 centímetros cúbicos, culatas multiválvulas, turbo de geometría variable, inyección por raíl común e interncoller, para rendir 275 CV a 4.000 revoluciones y nada menos que 600 Nm de par a 2.000 revoluciones.

Era el más potente, el más rápido, pero también el más caro con un precio de 84.700 euros
Comparado con sus principales rivales, como el Audi A8 3.0 TDI o el Mercedes S350 CDI, era el más potente, pues el Audi tenía 250 CV y el Mercedes 235 CV. También les superaba en par –ninguno de los dos llegaba a los 600 Nm, rondaban los 550 Nm– y además, también era más ligero. El Jaguar XJ 3.0D pesaba 1.813 kilos, por los 1.840 kilos del Audi y los 1.955 kilos del Mercedes.
Datos comparativos para demostrar que, en aquellos años, la compañía británica había logrado lo impensable: superar a los alemanes en su propio terreno. No ocurría lo mismo, por ejemplo, en cuanto a calidad de terminación, terreno vedado para Audi y Mercedes –en aquel momento, en ese orden–, ni tampoco en comportamiento. El Jaguar XJ 3.0D tenía cierta falta de refinamiento y de consistencia cuando se rodaba al límite, pero a cambio, se tenía un sedán de más de cinco metros de largo con una dirección incisiva, un comportamiento rozando lo deportivo y unas sensaciones al volante que ninguno de sus rivales podía siquiera imaginar.
En la entrega de potencia, si hacemos caso, como siempre, a la prensa de la época, el motor del Jaguar XJ 3.0D no era tan suave ni tan lineal como los propulsores de los rivales. La búsqueda de potencia afectó a su entrega, que llegaba algo tarde y resultaba ligeramente puntiagudo. Por consumos, gracias a sus siete litros, se situaba en la media.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS