Ya sea por razones militares o industriales la pulsión por un automóvil anfibio siempre ha sido una constante en el mundo automotriz. De hecho, incluso se han dado casos de modelos recreacionales como el Amphicar. Un llamativo diseño alemán de 1960 con claras reminiscencias a las carrocerías de Virgil Exner capaz de afrontar carreteras y masas de agua gracias a su motor procedente de un Triumph Herald 1200. No obstante, en el mundo de los anfibios destaca uno presentado en el Salón del Automóvil de Barcelona en 1971. Hablamos del Gato Montés fabricado por la empresa Artés, definido tanto por su tamaño compacto como por tener tres ejes motrices para sus seis ruedas en total.
De esta manera, el Gato Montés podía salvar obstáculos de todo tipo aún llevando dos adultos a bordo. Todo un alarde de movilidad salido de la cabeza de Jesús Artés de Arcos. Ingeniero industrial curtido en Alemania, España y los Estados Unidos. Países donde tuvo diversos trabajos siempre relacionados con el mundo automotriz, interesándose especialmente por los sistemas de transmisión. Sin embargo, quizás el primer punto para entender el nacimiento del Gato Montés no tenga tanto que ver con éstas como con las carrocerías. Concretamente con la del Citroën Mehari, vehículo que Artés contempló en su lanzamiento quedando sorprendido por lo ingenioso y ligero de su material plástico de cara a ser un vehículo campero.
Con ello en la cabeza, Artés además cobró conocimiento del mercado americano cuando acudió al mismo junto a Paco Bultó con el fin de comercializar motocicletas. Ocasión que aprovecha para estudiar diversos proyectos de modelos anfibios especialmente en el ámbito militar. De hecho llegó a trabajar junto a la fábrica Borg Warner en el desarrollo de transmisiones, enfocadas al ámbito de lo todoterreno y la demanda de vehículos militares por parte del ejército de los Estados Unidos. Así las cosas, para finales de los años sesenta Jesús Artés de Arcos ya había acumulado la experiencia necesaria como lanzarse a crear un prototipo de modelo anfibio.
Capaz de enfrentarse a todo tipo de obstáculos así como poder vadear masas de agua, este modelo con seis ruedas llegó a despertar ciertos intereses en el estamento militar
Gato Montés, el anfibio 6×6
Lo cierto es que llegar a la producción en serie del Gato Montés no fue un camino fácil. De hecho se produjeron diversos ensayos y prototipos probando diferentes mecánicas y soluciones de tracción. De todos modos, finalmente la versión definitiva de 1971 montó un motor de dos cilindros extraído del Citroën 2 CV. Al menos en lo referido a la tirada en España, puesto que para finales de los sesenta en los Estados Unidos ya se estaba comercializando el Amphicat.
Un vehículo muy similar a nuestro protagonista, el cual de hecho se considera más que un antecedente otro miembro más en esta familia de modelos anfibios, con derivados fabricados en Canadá e incluso Francia, apareciendo en este país europeo después de haberse fabricado en España en una cantidad de 200 unidades aproximadamente.
Conectado a un sistema de cadenas similar al de un vehículo oruga o incluso el de no pocos tanques, el conjunto de motor y cambio extraído del Citroën 2 CV se montaba sobre un escueto bastidor, siendo todo ello rematado por la liviana carrocería en fibra de vidrio completamente aislada a la penetración del agua.
Aunque pertenece a una amplia familia de modelos muy similares entre sí, en el caso de España llevó el motor de un Citroën 2 CV así como su caja de cambios
Sobre las prestaciones no existen a día de hoy documentos de los cuales poder deducir con certeza datos como el par motor o la velocidad punta, aunque no es difícil encontrar todo tipo de documentos fotográficos donde se puede ver al Gato Montés solventar inclinaciones pronunciadas con dos adultos a bordo así como vadear ríos poco profundos sin demasiados problemas. Todo ello manejando al vehículo con dos palancas para trazar la dirección deseada. Llegados a este punto, el Gato Montés incluso llegó a atraer la atención de los militares, quienes participaron en diversas exhibiciones del modelo. De todos modos, éste finalmente quedó reservado para el uso civil protagonizando una de las páginas más curiosas de la industria automotriz en España.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS