El Ford Scorpio Cosworth 2.9 V6 24v es, entre los míticos Ford Cosworth, el más olvidado de todos. No era un rabioso deportivo procedente del mundo de los rallies, no tenía un espectacular alerón, no era brutalmente potente para su época; el Scorpio Cosworth era un sedán “de lujo”, con un motor atmosférico de elevado cubicaje y un planteamiento mucho más tranquilo y confortable que cualquier de sus hermanos.
Ford y Cosworth tuvieron, durante largos años, una relación muy fructífera. Primero, lograron desarrollar uno de los motores más exitosos de la historia de la Fórmula 1 –el Ford Cosworth DFV– y crearon dos de los coches de rallies más deseados hasta la fecha: el Ford Sierra RS Cosworth y el Ford Escort RS Coworth. Cada uno con dispar éxito en competición, hoy día son objetos de deseo que, entre otras cosas, han empezado a superar cifras de locos en las subastas.
Eclipsado totalmente por la deportividad de Sierra y Escort, hay otro modelo con genes Cosworth que no tuvo presencia en competición, pero que ponía sobre las carreteras otro tipo de talante mucho más lujoso, aunque no por ello falta de garra, al menos aquellos equipados con cambio manual. Sí, el Scorpio Cosworth podía equipar cambio automático, un detalle que aumentaba la imagen de lujo y alta gama, pero mataba toda deportividad que pudiera tener; los cambios automáticos de los años 90 no era, ni de lejos, los actuales y con cuatro relaciones y un convertidor de par hidráulico, el talante del Scorpio Cosworth con cambio automático era de sedán de alta gama y poco más.
De imagen elegante y planteamiento lujoso, los 195 CV del Scorpio Cowworth no buscaban la deportividad, sino la suavidad y la elasticidad

Bajo el capó del Ford Scorpio Cosworth había un V6 atmosférico que, como venía siendo habitual, tenía culatas retocadas por Cosworth Casting, que usó las mismas técnicas que empleaba en Fórmula 1 para estudiar y mejorar las prestaciones del propulsor. Con 2.933 centímetros cúbicos, culatas de 24 válvulas y dos árboles de levas en cada una, encendido electrónico e inyección, se anunciaban 195 CV a 5.750 revoluciones y 28 mkg a 4.500 revoluciones. Había mucha gestión electrónica gracias al sistema Ford EEC IV, que tenía un pequeño ordenador que controlaba intensidad y avance de chispa, caudal de los inyectores, régimen de ralentí…
El aumento de potencia obligó a revisar y modificar determinados elementos del chasis, como las suspensiones, la dirección o los frenos. La geometría de suspensión era la misma que en otros Scorpio, solo se retocaba tarado del conjunto muelle-amortiguador –los traseros eran nada menos que un 75% más duros–, las estabilizadoras eran más gruesas y los frenos más potentes.
Según algunas mediciones de la prensa, el Ford Scorpio Cosworth no era un coche rápido en línea recta; la revista Autopista publicó una velocidad máxima de 218,9 km/h, mientras que los valores declarados por la marca eran de 225 km/h. Los 400 metros con salida parada se completaban en 17,07 segundos y los 1.000 metros, también con salida parada, en 30,86 segundos. El consumo medio era de 12,91 litros, lo que permitía una autonomía de 542 litros con un depósito de 70 litros…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS