En un intento por sustituir al Bazer K5, Chevrolet lanza al mercado en 1992 el Tahoe tanto en versiones de 2 como de 4 puertas y con la opción de montar un sistema de tracción a las cuatro ruedas o el más simple encargado de hacer girar solamente las ruedas traseras.
Con unas medidas más aptas para las vías americanas que para las europeas, este tipo de todo terreno solo estaba disponible en nuestro país a través de importadores paralelos, encargados tanto de efectuar las modificaciones técnicas pertinentes en el vehículo como de realizar los trámites oficiales para que pudieran circular por las carreteras europeas.
El Tahoe de 2 puertas poseía un chasis de arquitectura clásica, con un bastidor compuesto de largueros y travesaños al cual se fijaban las suspensiones independientes delanteras de paralelogramo deformable y el más común eje rígido trasero. Como elementos elásticos, en el eje delantero se optó por usar barras de torsión, mientras que en el eje posterior se instalaron unas ballestas semielípticas, contando ambos trenes con sus respectivos amortiguadores y barras estabilizadoras. Para frenar las más de dos toneladas (2.300 kg) de este tanque americano se confiaba en un conjunto de discos ventilados instalados en el tren delantero y de unos más simples tambores ubicados a cada lado del eje trasero, supervisados todos ellos por un sistema antibloqueo de frenos.
Aunque principalmente se podía adquirir con la motorización de gasolina V8 Chevrolet de 5,7 litros, también existía la opción de montar bajo el capó un motor Detroit diesel de 6.466 cc sobrealimentado mediante un turbocompresor IHI. Este motor de 8 cilindros en V a 90º, 2 válvulas por cilindro y alimentado por inyección indirecta, proporcionaba una potencia de 190 CV a 3.400 rpm y un par máximo de 489 Nm producidos a sólo 1.700 rpm. Este motor de caballos percherones estaba conectado a una caja de cambios automática de 4 marchas con convertidor de par que no tenía problemas en llegar a la autolimitada velocidad máxima de 155 km/h y de hacer que el cronómetro reflejase un tiempo de 13 segundos al llegar a los 100 km/h, saliendo desde parado. En cuanto al consumo, con unos 15 litros de media a los 100 km no se puede decir que le gustase hacer dieta, pero aun así podía conseguir una autonomía más que decente de su depósito de 113 litros.
En Europa se popularizó el diésel por sus consumos y su agrado de conducción, pero en Estados Unidos los consumos no parecen tener importancia, solo la capacidad de generar par motor

Tenía un amplio y confortable habitáculo capaz de acoger a 5 personas sin problemas de estrecheces y agasajarlos con un amplio equipamiento donde se podía encontrar incluso la opcional tapicería de cuero. La insonorización interior era tan buena que apenas se podía intuir que bajo el capó había un motor de ciclo diesel. El puesto del piloto disponía de amplitud de reglajes para adoptar una adecuada posición de conducción, entre los que se encontraba la regulación eléctrica de la banqueta en altura e inclinación y la regulación en altura del volante. Contaba con una estudiada ergonomía que hacía que todos los mandos tanto del sistema de climatización como de sonido estuviesen ubicados en la zona alta del tablier y al alcance de la mano, a los que hay que sumar la inevitable palanca de cambios situada tras el volante
Su comportamiento dinámico estaba condicionado por la diferencia de firmeza de la suspensión entre el tren delantero y el trasero que le otorgaba cierto carácter “cabezón” a la entrada de las curvas, además del blando tarado de la amortiguación encargada de conseguir el máximo confort del pasaje. Los neumáticos de gran perfil de medidas 265/75-16″ montados en llantas de aleación, tampoco ayudaban en el control del vehículo por culpa de un gran ángulo de deriva que se dejaba notar en los cambios de dirección.
A pesar de contar con unas teóricas buenas cualidades para realizar todoterreno, con un motor capaz de subir una pared al ralentí, una caja transfer con la posibilidad de conectar el eje delantero en movimiento, unos liberadores en el tren anterior y de una altura mínima al suelo de 22 cm, fuera de carretera también presentaba sus limitaciones. Tanto sus medidas exteriores, como por ejemplo su anchura máxima de 1.940 mm, como una suspensión que tampoco se encontraba cómoda en el franqueo de obstáculos en terreno irregular, hacían que el Tahoe no brillase tanto como se esperaba de él. Para hacer de este aburguesado coche en un monstruo del campo a través había que recurrir al infinito número de piezas disponibles en el mercado auxiliar.
Por sus características técnicas y por un precio que rondaba los 40.000 €, el único todoterreno con el que se le podría equiparar dentro del mercado español, era el japonés Toyota Land Cruiser HDJ80 que con su motor de 6 cilindros en línea y 170 CV mejoraba las prestaciones del 4×4 americano pero no su precio, llegando a costar unos 49.000 €.
Javier Gutierrez
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