Mientras se escriben estás líneas, uno de los fenómenos mediáticos del momento en el sector del automovilismo es el Alfa Romeo Tonale. Continuador de la oferta de modelos SUV dentro de la marca italiana, este vehículo sigue prologando los mismos debates entre aficionados que ya inició en su día el Stelvio. Básicamente los mismos que no pocos ferraristas están teniendo ante la inminente aparición del Purosangue, viviendo ahora lo que ya hace unas dos décadas experimentaron los seguidores más puristas de Porsche con la llegada del Cayenne. Así las cosas, la polémica que encierran los SUV – enfrentando modas y mercadotecnia frente a eficiencia en la ingeniería y el diseño – enciende el ambiente aún más cuando se habla de marcas con clara tradición deportiva. No obstante, en verdad este proceso se viene anunciando desde hace dos décadas para cualquier alfista que quisiera escucharlo. Concretamente desde la presentación del Alfa Romeo Kamal en el Salón de Ginebra del 2003.
Un prototipo que pasó prácticamente inadvertido en su momento, adelantando justo lo que 19 años después está pasando con la aparición del Tonale ya que, al igual que este último, proponía un SUV con las proporciones del segmento C. Pero vayamos por partes. Antes de nada debemos subrayar que estamos hablando de Alfa Romeo. Una de las marcas más apasionantes en toda la historia del automovilismo, pero también una de las más complejas, vilipendiadas, debatidas y cuestionadas en su senda financiera. De esta manera, antes de sentenciar cualquier titular sobre el futuro de la marca milanesa bien valdría pensar, repensar, ser prudente y no caer en tópicos manidos. Al fin y al cabo, a Alfa Romeo la han enterrado tantas veces como la han resucitado, viviendo una historia de constantes reconversiones por donde han pasado deportivos icónicos, sí, pero también furgonetas, motores de avión y todoterrenos.
Además, todo ello se complica hoy en día debido a la gran cantidad de marcas reunidas bajo el Grupo Stellantis. Un inmenso conglomerado automovilístico donde, según parece, el destino de Alfa Romeo ha de pasar por incrementar su nivel de ventas apostando por lo que, nos guste o no, es en este momento lo más demandado en el mercado de marcas aspiracionales. Los SUV. Algo que, en el constante vaivén experimentado por Alfa Romeo desde que Walter de’Silva la reinventase con el diseño del 156, se intuyó ya en el lejano 2003 como demuestra la aparición del Kamal. A partir de ahí, llegó la fase de apuesta por una deportividad de nicho con la que ganar tantos admiradores como escasos compradores. Y es que, a pesar de ser unas virguerías, el 4C y la Giulia GTA no sostienen las finanzas de una marca.
Al no llegar a mucho más más que al planteamiento de la cuestión de los SUV en Alfa Romeo, el Kamal quedó para muchos en el olvido aún siendo un claro precedente de lo que tiempo después fue el Stelvio, ahora complementado con el Tonale
Alfa Romeo Kamal, trece años antes que el Stelvio
Desde el ocho cilindros diseñado por Vittorio Jano hasta los Busso y Bialbero, Alfa Romeo se ha caracterizado a lo largo de la historia por sus motores. No obstante, en el caso del Alfa Romeo Kamal no podemos dar ningún dato mecánico ya que se trata de un prototipo estático. Es más, viendo lo opaco de sus cristales podemos sospechar que el habitáculo tampoco se materializó.
De esta manera, estamos ante un simple concepto que fantaseaba con una especie de 147 en alto. Un concepto tan ajeno a la marca italiana que pasó sin pena ni gloria, aunque trece años más tarde llegó el Stelvio para introducir a Alfa Romeo en el nuevo y lucrativo segmento de los SUV más imponentes. Justo el punto donde saltaron todas las polémicas entre los alfistas.
Por eso mismo, conviene recordar que una marca no sólo ha de estar para fabricar sus modelos más icónicos, auténticos y personales. También ha de estar para cuadrar las cuentas y así poder seguir haciendo ese tipo de coches. Un hecho que vio muy bien Porsche desde hace años. Y no, no nos referimos solamente al Cayenne. Nos vamos mucho más atrás. Concretamente hasta mediados de los años setenta con los 924 y 928.
Siempre es polémica la entrada de las marcas deportivas a la categoría de los SUV si lo vemos desde el punto de vista de la identidad, pero las cosas cambian cuando se entra con la calculadora en la mano
Abjurados por los seguidores más acérrimos de Porsche en su esquema de motor trasero, quienes no se dieron cuenta de que para la supervivencia del 911 hacía falta, precisamente, vender en masa este tipo de nuevos modelos con motor delantera. Lo mismo que ocurrió después con el Cayenne. Un vehículo totalmente discutible desde todos los puntos de vista, pero al tiempo responsable de hacer lucrativas las cuentas de la casa de Sttutgart y, por tanto, viable la construcción de nuevos y muy excitantes 911. Quien sabe, quizá el sentido del Alfa Romeo Kamal fuera ése. Abrir en la casa italiana la vía de los SUV que ahora se asientan con el Stelvio y el recién estrenado Tonale para permitir la supervivencia de una marca que, todos lo sabemos, nunca renunciará a hacer deportivos increíbles. En fin, lo que está claro es que este simple prototipo estático abrió una discusión que no parece agotarse. Muy interesante.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS