Hubo un tiempo en el que si alguien te decía que se había comprado un coche nuevo y no sabías cuál, podías apostar por un Golf sin miedo a perder dinero. Era el comodín perfecto. El coche racional que también emocionaba. El compacto sin fisuras. Un coche para todos que no era gris. Pero ese tiempo pasó. El mundo cambió, y el Golf… bueno, el Golf también, pero no está claro si para mejor.
El Golf ha sido durante décadas el estándar. El coche contra el que se medían todos los demás. Desde el SEAT León hasta el BMW Serie 1, pasando por los Focus, Astra o 308, todos tenían una obsesión: ser tan buenos como el Golf, y en el caso del Volkswagen Golf GTI, la cosa era aún más seria. Era el GTI, a secas. Como si no hiciera falta añadir Volkswagen delante. Era una categoría propia. El GTI por antonomasia.
Pero con la octava generación se rompió algo. No solo es cosa del diseño (aunque esos faros delanteros parecen dibujados por un pasante de prácticas), ni del interior con pantallas táctiles que van peor que una tablet de Aliexpress. Es algo más profundo. El coche ha perdido parte de su identidad, y eso, en un Golf, duele.

Ahora es rápido. Pero no engancha
Los americanos de Road & Track acaban de probar el nuevo GTI 2025 y su veredicto es claro: va bien, es rápido, tiene chasis, pero no emociona y para colmo de males, es automático. Se nota que Volkswagen se ha centrado más en cumplir objetivos de rendimiento que en transmitir sensaciones. Que no es lo mismo.
El motor sigue siendo el conocido 2.0 TSI, con 265 CV. Tiene par de sobra, empuja fuerte y es muy efectivo. Pero donde antes había nervio, ahora hay corrección. Donde antes tenías una dirección que te decía algo, ahora solo cumple. Y donde antes tenías un feeling mecánico casi artesanal, ahora tienes filtros por todas partes. Parece un coche hecho con miedo a equivocarse.
Esa es la clave: el GTI ya no se la juega. Ha pasado de ser el niño travieso de clase a ser el empollón que no se sale del renglón. Buen rendimiento, sí, pero sin alma. En un coche que se supone que debe hacerte gozar en cada curva, eso es grave.

Entre compactos, SUV y eléctricos… ya no es el rey
El problema no es solo que ya no destaque tanto, es que el resto se ha espabilado. El Hyundai i30 N ofrece más emoción. El Cupra León es más rápido y más agresivo. El Civic Type R está en otra liga directamente. Todos ellos parecen más convencidos de lo que son. El Golf, en cambio, parece estar buscando su sitio. Como si no supiera si ser compacto, crossover o app con ruedas y rodase pidiendo permiso.
Además, están los SUV, que se lo están comiendo todo. ¿Quieres espacio? Tienes un T-Roc. ¿Quieres imagen? Un Taigo. ¿Algo eléctrico? El ID.3. Al final, entre unos y otros, el Golf se ha quedado en tierra de nadie. Ya no es el coche joven del universitario con gusto, ni el compacto premium del padre de familia. Tampoco es el deportivo asequible que todos queríamos tener.
Es un poco de todo, y por eso ya no es nada. El mercado lo nota, las ventas bajan, los rivales le pasan por la derecha y Volkswagen parece más volcada en cuadrar gamas que en defender a su icono. Parece que el Golf se ha cansado de ser el Golf.

¿Y entonces? ¿Tiene sentido seguir comprando uno?
Depende. Si lo que buscas es un coche bien hecho, cómodo, que va bien y no falla, el Golf sigue siendo una opción muy válida. Especialmente en versiones tranquilas, donde la competencia no siempre está a la altura. Pero si lo que buscas es un coche con carácter, que te saque una sonrisa, el Golf GTI ya no es la mejor respuesta. Lo fue. Pero hoy no lo es.
Es una pena. Porque el Golf tenía algo que no se compraba en opciones ni en caballos. Tenía equilibrio. Tenía buen gusto. Tenía un tacto de coche serio con alma de chaval rebelde. Pero entre la digitalización forzada, el sobrepeso y la falta de valentía, lo que queda ahora es un compacto competente, pero sin chispa.
Puede que dentro de unos años Volkswagen recuerde al mítico mk2 y lo recupere. Que el Golf vuelva a ser el coche que marcaba el ritmo y no el que lo sigue desde atrás. Pero hoy, si alguien te dice que se ha comprado un coche nuevo, ya no puedes apostar tan tranquilo por un Golf. Porque el Golf, aunque siga ahí, ya no es tan Golf.
Jose Manuel Miana
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