Es posible que muchos recordéis una película donde un puñado de locos llevaban a cabo una carrera de costa a costa de los Estados Unidos, donde las reglas brillaban por su ausencia y el único objetivo era ganar. En España la conocimos como “Los locos del Cannonball”, aunque su título oficial es “The Cannonball Run”. Su primera proyección fue en 1981 y, si no la habéis visto, merece la pena perder 95 minutos de vuestro tiempo, pero no esperéis nada serio porque no lo es.
La película se inspiró en una carrera ilegal que dio comienzo en 1971. Casi 50 años después tres tipos subidos en un Mercedes E63 AMG de 2015 han incumplido todas las normas habidas y por haber para establecer un nuevo récord en la “Cannonball”. El objetivo era el mismo, ser los más rápidos en hacer un coast to coast.
De hecho, el trabajo realizado en el sedán alemán deja claras las intenciones que buscaban estos tres intrépidos aventureros, por llamarlos de alguna manera, porque lo realizado va en contra de todo sentido común y, por supuesto, de toda regla establecida para las carreteras, sean americanas, chinas europeas o en cualquier parte del mundo a excepción, quizá, de Alemania y solo por el simple motivo de tener un límite de velocidad variable.
Así, Arne Toman y Doug Tabbutt, encargados de la acción, acompañados de Berkeley Chadwick, que fue como observador, lograron viajar de Nueva York a Los Ángeles en 27 horas y media. Un tiempo casi 3 horas más rápido que el anterior récord establecido en 30 horas en 2013. Obviamente, también conseguido ignorando las normas de seguridad mínimas ya que, según Google Maps, se requieren nada menos que 42 horas para realizar el recorrido.
El propio Arne adquirió el Mercedes E63 AMG a sus amigos de Chicago Motors y acudió a AMS Performance para prepararlo y dejarlo en condiciones de poder cumplir con semejante “hazaña”. Se instaló un depósito de combustible con una capacidad total de 65 galones, nada menos que 246 litros.
También se montó una boca de llenado rápido con dos conductos, como en competición, y se añadió al equipo todas las contramedidas policiales posibles, incluso se usó un visor térmico orientable situado en el techo del coche. No faltaba la radio “Cobra CB”, prismáticos, advertencia de aeronaves, cambiador de semáforos y hasta una guía de la ley estado por estado.
Fueron varios meses de preparación e incluso estuvo a punto de no llevarse a cabo por las inclemencias meteorológicas, pero una vez terminado el coche, todo se puso en marcha. Se planeó la ruta al detalle, desde posibles variaciones de la ruta por el norte y por el sur, hasta paradas para repostar o colocación de radares.
Se prepararon algunos recorridos de reconocimiento anteriormente, aunque nada más empezar se encontraron con un atasco en Nueva York que les tuvo 2 horas retenidos. Después de esto, reprogramaron la ruta añadiendo 10 millas adicionales al total (unos 16 kilómetros) que les obligaron a apretar todavía más para poder cumplir su objetivo.
Gracias a un equipo de “exploradores”, a rodar por la noche y a todas las medidas antipoliciales, pudieron mantener una elevadísima velocidad media cercana a los tres dígitos (ojo, en millas, esto es, al menos, 160 km/h de media). En un momento del recorrido uno de esos exploradores avisó sobre un coche patrulla repostando en una estación de servicio, cuya radio parecía volverse loca para, poco después, encontrarse a un coche de policía que parecía ir a por ellos, obligándoles a bajar la velocidad hasta unas “relajadas” 65 mph, unos 105 km/h.
Tras 20 horas de recorrido, el cansancio hizo acto de presencia y, según cuentan los protagonistas a Road & Track, vieron con desesperación cómo su media de velocidad bajaba a 101 mph, casi 163 km/h. Poco después, el E63 AMG también dio muestras de cansancio y obligó a parar, pero al volver a poner el coche en marcha todo volvió a la normalidad y siguieron el camino.
Al parecer, el problema vino de la gasolina de 91 octanos repostada en una parada anterior, a la elevación del terreno y a las bajas temperaturas (sí, en Estados Unidos hay gasolina de 91 octanos, incluso menos). El motor estaba sufriendo detonaciones y apagaba los cilindros, así que no se podía acelerar a fondo. Aún así, aseguran que a dos tercios de acelerador su velocidad se limitaba a unas “miserables” 175 mph, 280 km/h.
Hacia el final de esta enfermiza y absurdamente peligrosa aventura, uno de sus exploradores a lomos de una motocicleta les abrió paso durante los siguientes 130 kilómetros, a base de usar las largas para ir apartando tráfico del carril izquierdo.
El tiempo exacto invertido para realizar esta locura, fue de 27 horas, 25 minutos y 7 segundos, a un promedio de 103 mph (165 km/h) durante 2.825 millas (4.546,4 km aproximadamente). Además, antes de dar por finalizado el discutible logro, la policía de Redondo Beach les detuvo por llevar unas placas de matrícula sospechosas. Todo fue un susto y nuestros protagonistas se marcharon a casa sin la más mínima multa y orgullosos de su éxito.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Un paquetero nocturno con una Sprinter se mea en ellos.
PD: no vi la de Cannomball pero si “The Gumball Rally” (Locos al volante), de 1976 y que, aunque sólo sea por sus dos protagonistas, además de los secundarios, seguro que es mejor. Eso si, el recorrido es a la inversa.
Tienes que verla, te dejo la intro que seguro te motiva: