Hace ya un tiempo, el artículo sobre el Nissan Sunny GTI de Ignatius me hizo sentirme plenamente identificado con lo que iba leyendo. Solo los dueños de coches entrados en años podemos entenderlo. Normalmente quien tiene un coche nuevo no ha de preocuparse mucho más que de tenerlo limpio y que no salga un bollo o raspón nuevo, que no es poco.
Con el tiempo empiezan a venir los problemas y los achaques, sobre todo si durante decenas de miles de kilómetros el coche no ha sido de nuestra propiedad. Gran parte de su pasado permanece bajo un halo de misterio, y solo las facturas de mantenimiento arrojan luz sobre la cuestión, y eso cuando las hay. Otras veces es cosa de ingeniería inversa, según se van desmontando cosas aparecen ñapas y apaños varios.
Hay proyectos y proyectos, unos son de tener el coche perfecto en cosa de 10 años, otros lo quieren para ya y no paran de calentarse cuando van a un taller o husmean catálogos de piezas. El presupuesto suele ser la principal limitación, sobre todo cuando ya se ha renunciado a todo lo renunciable para solucionar lo que va saliendo.
Cuando no existe el comodín de llevar el coche al taller y pedir que lo dejen “perfecto” sin miedo al facturón, pues toca empezar a platearse eso del “hágalo usted mismo” (DIY en inglés). Hay operaciones que son difíciles, requieren herramientas, mucha experiencia, conocimientos detallados de qué se va a hacer… vale, esa suele ser una gran limitación.
Otras operaciones se pueden realizar con un poco de maña y un puñado de herramientas básicas. No siempre hacen falta instrucciones, un poco de intuición sobre cómo se ha ensamblado el coche puede llevar al rápido montaje y desmontaje de una pieza, apaño aparte.
Según el modelo, la cantidad de documentación al respecto que se puede encontrar es más clarificadora o menos. Afortunados son aquellos que pueden acceder a un manual de taller usado, un libro de despiece y montaje como los Haynes o esquemas que definen el sistema eléctrico. A veces un tío cualquiera de Youtube explica algo que parece ultracomplicado y lo hace sencillo.
Con pequeños recursos a veces se puede ahorrar un dineral en el taller sin que eso implique riesgos para nadie
Un obseso de los coches también hará lo posible por realizar pequeñas mejoras, ya sea con piezas compatibles o específicas del modelo en cuestión, o con otras totalmente originales en su cajita con el logo de la marca. Cuanta más ignota sea la historia del coche, más mejoras se verán a tiro.
En función de la economía de cada uno habrá que plantearse si hay que renunciar a salir, a cambiar de ropa cada año, a tener alcohol en casa, a cenar fuera, al fútbol, o a poner Magaluf en vez de Londres como destino vacacional. Un obseso de los coches se convierte en un experto en economía, buscará obtener dinero de donde sea para fundírselo en su trasto.
Después del tormento, viene el éxtasis. Ese grillo que ya no suena, los caballos que han regresado del purgatorio, comportamiento que mejora, el nuevo gadget instalado, aceite que ya no gotea, luces de avería que se apagan, etc. Todo eso acaba compensando el sinvivir y el agujero en la cuenta corriente o los plazos pendientes de pagar de un préstamo. La satisfacción durará hasta que se estropee otra cosa.
Si te sientes identificado con lo que acabas de leer, no lo dudes, tienes auténtico espíritu RACER. No estás solo.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.Totalmente de acuerdo. En cuanto a lo inversión sin fin tiene su ventaja si se observa bien. Si aficionas a tus hijos a los automóviles no tendrán dinero para drogas.