La nueva guerra de egos, he llamado en un reciente artículo a la rivalidad entre los nuevos lenguajes de diseño de Mercedes-Benz y BMW. Y la primera batalla acaba de quedar atrás. Los SUV del segmento D fueron los que la libraron en el actual IAA Mobility, y coincido en los directivos de la firma local cuando nos invitan a tomar dimensión de lo que está pasando, pues no es un momento más, sino una refundación. Una reinvención “desde cero”, que va más allá de las preferencias y subjetividades sobre los estilos.
Les propongo no solo actualizar el parte, avanzar de aquellos días de cuenta regresiva a estas horas en las que todo es ya certeza, sino profundizar sobre aquellas apreciaciones y deducciones que habían nacido primero de los concept cars, luego de los prototipos camuflados hacia el modelo de producción y, en última instancia, de los benditos teasers que indican cuándo un lanzamiento está al caer.
De manera tal que aquí y ahora no interesan tanto los factores que hacen a estas nuevas generaciones, desde las avanzadas tecnologías hasta las evolucionadas experiencias de usuario. El diseño, apuntemos al diseño, porque ¿cómo soslayar el hecho de que le han puesto punto final a la sucesión de coches que mutaban conforme las épocas pasaban, pero que lo hacían bajo una misma tradición? Sobre esto último: ¿es algo que se da en ambas marcas con la misma intensidad?
La tradición es, precisamente, la que ha recibido el gran golpe. Abarca la suma de las partes, porque hay que entender que la ruptura de la tradición comprende la conversión de las propulsiones para estos modelos, el nuevo BMW iX3 y el Mercedes-Benz GLC con tecnología EQ, que hacen los honores, y el paso sustancial adelante en materia de digitalización, entre otros actores. Ahora bien, como en cada estreno, la atención primera se dirige a lo que se nos revela cuando la lona se retira y el protagonista se muestra de cuerpo entero. Aquí es donde las marcas se adentran en una nueva rivalidad, pero tomando diferentes sendas.

BMW no es Volkswagen
Todo se reduce a ese crucial momento y, en el caso de esta competencia entre automotrices alemanas, hablamos de revelaciones impactantes. La refundación es visual por sobre todas las cosas y, como tal, adquiere una notoriedad distinta por tratarse de dos fabricantes con innegable prestigio e identidades estéticas bien definidas que supimos abrazar, además de significar un peso mayor que el de un traspaso entre generaciones. A propósito, los directivos del fabricante bávaro sintetizaron todo lo relacionado al nuevo concepto de diseño en seis palabras: “nos hemos saltado una generación entera”.
Adrian van Hooydonk, director de Diseño de BMW Group, habla de superficies de carrocería “muy limpias”. El minimalismo ha sido invocado por la aerodinámica hoy reinterpretada como un recurso en beneficio de la autonomía, el eje en todo vehículo eléctrico, y en ocasiones se ejecuta más allá de lo funcional. Ahora que se ha descubierto, el lenguaje de los nuevos BMW confirmado en el iX3 2026 me resulta soberbio, pero debo ser sincero y explicarles de qué manera los de Múnich están atentando contra su espíritu.
Si BMW no tuviera pasado, si naciera recién ahora con este eléctrico, los gestos exteriores que se expresan por primera vez en este SUV –cinco centímetros más largo que antes, por cierto– me convencerían, porque hay sutileza en el tratamiento de los paneles y molduras, y porque confieso que me seduce el estilo Neue Klasse que se manifiesta en la legendaria calandra de riñón, hoy más vertical que nunca, aplicando iluminación en lugar del cromado tradicional –que en paz descanse– y luciendo una silueta tridimensional que expande a la pantalla multimedia. Pero lo cierto es que venimos de generaciones anteriores y la comparación pone todo en su lugar.
No se puede analizar fuera de contexto y el contexto indica que, a juzgar por el nuevo iX3, nos esperan coches ya no tan deportivos. Las potencias, las aceleraciones, el alto desempeño en general podrá seguir y hasta mejorar, pero al priorizar la elegancia por sobre el carácter temerario al que la marca nos supo acostumbrar –como si la digitalización hubiera invadido más de la cuenta y no de la manera más afortunada–, BMW deja de ser esa BMW para tomar un camino experimental más propio de Volkswagen que de su consagrada escuela. En otras palabras y ejemplificando, veo en el nuevo iX3 el mismo mensaje que transmiten conceptos como el ID.CODE. La demanda juzgará.

Mercedes-Benz GLC 2026: Ser conservadores ante el notable cambio
Permítanme un paréntesis antes de continuar. Por más puesta en escena que haya montado en el IAA Mobility, nada me sorprendió más que la sesión de fotos de gacetilla en la que el nuevo GLC con tecnología EQ 2026 se muestra remolcando al Airstream Clipper, el “avión sin alas” pionero en caravanas. Entendiendo, claro, que el objetivo era demostrar la alta capacidad de remolque –de hasta dos toneladas y media– y dar cuenta de un complejo sistema que incluye estabilización y asistente de maniobra para lo que llevamos enganchado detrás.
Mención consumada, a lo señalado sobre el BMW no lo veo en la propuesta de la nueva generación del Mercedes-Benz GLC. La refundación está, porque hablamos de un nuevo lenguaje visual del que los futuros modelos eléctricos se apropiarán, en este caso conocido como Sensual Purity, pero, al menos en lo que respecta al exitoso D-SUV –el más vendido en España en la actualidad–, da la sensación de que en Stuttgart no han querido ir tan lejos como BMW.
En pocas palabras, el cambio ha sido menos radical de lo que se esperaba. El espectáculo frontal de su rediseñada e iluminada calandra da cuenta de un coche ilusionista, porque dirige allí las mirada cuando, en el fondo, el dibujo completo del GLC sigue siendo el de siempre. No iban a arriesgarse a deshacerse de lo que funciona, de algo que tanto rédito les ha dado, ni a quitarle al cliente lo que tanto le ha cautivado. Ni había necesidad. ¡Si hasta el cromado han conservado!
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS