Los de Kia se han puesto las pilas con este Stonic, y se nota desde el primer vistazo porque han dejado atrás esa estética algo insulsa que tenía la generación anterior y se han metido de lleno en lo que ellos llaman “Opposites United”, que no es solo palabrería de marketing, sino que realmente se traduce en un coche con mucha más personalidad. El frontal ha cambiado por completo: los faros Star Map le dan una firma lumínica que se reconoce a distancia, la parrilla es más agresiva sin resultar vulgar, y el paragolpes delantero transmite esa solidez que antes echábamos de menos.
Por detrás la cosa también mejora considerablemente. El portón trasero se ha rediseñado completamente, los pilotos tienen una nueva firma lumínica bastante conseguida, y el paragolpes posterior es mucho más limpio. Las llantas nuevas, disponibles en 16 y 17 pulgadas, le sientan de lujo, especialmente las de 17″ exclusivas para la versión GT-Line. Los colores nuevos, Adventurous Green y Yacht Blue, no son precisamente discretos, pero tampoco caen en la estridencia gratuita.
El conjunto funciona muy bien, porque han conseguido que el coche tenga presencia sin resultar cargante. En un segmento donde muchos fabricantes optan por diseños que llaman la atención a base de excentricidades, aquí han preferido trabajar las proporciones y los detalles, y el resultado se nota. Es un coche que envejece bien visualmente, algo que no siempre ocurre con los crossover compactos.
Lo que más me gusta es que han mantenido las dimensiones compactas (4.165 mm de largo) pero han conseguido que el coche parezca más grande y sólido de lo que realmente es. Eso tiene mucho mérito, porque no es fácil conseguir presencia sin renunciar a la manejabilidad urbana que busca este tipo de cliente.

Interior: tecnología bien integrada
Aquí es donde realmente se nota el salto generacional. La doble pantalla panorámica de 12,3 pulgadas no es solo un alarde tecnológico, es una solución práctica que funciona. La instrumentación digital y el sistema de infoentretenimiento se integran de manera natural, sin esa sensación de “pantalla añadida” que tienen muchos competidores. El sistema Multimode Touch Display sustituye los controles físicos del climatizador, y aunque esto puede no gustar a los más tradicionales, la implementación está bastante lograda.
El volante se ha rediseñado completamente, tanto para Base Line como para GT-Line, la palanca de cambios es nueva, el salpicadero está actualizado y la consola central es totalmente diferente. Son detalles que sumados dan una sensación de habitáculo mucho más premium. Los puertos USB-C de carga rápida, la carga inalámbrica para móviles y la iluminación ambiental completan un paquete que sitúa al Stonic en buena posición competitiva.
Lo que más se agradece es que todo funciona de manera intuitiva. No hay que leerse un manual de 200 páginas para entender cómo funciona cada cosa, que es algo que pasa con demasiada frecuencia en coches actuales. Aquí alguien se ha sentado a pensar en la experiencia de usuario, y se nota.
El espacio interior está bien aprovechado. Los 1.070 mm de espacio para las piernas delante garantizan comodidad incluso para conductores altos, y aunque atrás los 850 mm son más justos, sigue siendo un habitáculo decente para cuatro adultos. Los 352 litros de maletero no están mal para las dimensiones del coche.

Conectividad y motores: pragmatismo inteligente
El sistema Kia Connect va más allá de las típicas apps de fabricante. Ofrece diagnósticos en tiempo real, interacción remota y la posibilidad de controlar ciertas funciones del coche desde el móvil. Pero donde realmente llama la atención es en la función Digital Key, que permite desbloquear y arrancar el coche con el smartphone o un smartwatch. Hasta hace poco esto estaba reservado a coches de gama alta, y verlo en un crossover compacto indica claramente hacia dónde va el mercado.
En el apartado mecánico han optado por el pragmatismo. El motor 1.0 T-GDI está disponible en versión convencional (100 CV) y microhíbrida (115 CV). La diferencia de potencia puede parecer modesta, pero los 20,4 kgf.m de par máximo en la versión DCT microhíbrida frente a los 17,5 kgf.m de la convencional se notan en el uso diario. Las transmisiones disponibles son manual de seis velocidades y automática de doble embrague de siete relaciones.
Las prestaciones son las esperables: entre 10,7 y 12,1 segundos en el 0-100 km/h dependiendo de la configuración. No son cifras emocionantes, pero tampoco pretenden serlo. Estamos ante un coche pensado para la eficiencia urbana, no para las emociones fuertes. Las emisiones de CO₂ van desde 120 g/km en la mejor configuración hasta 133 g/km en la menos eficiente, cifras razonables para el segmento.
Lo interesante es cómo han calibrado el motor pensando en la eficiencia real, no solo en los números del papel. En el uso diario se nota que han trabajado la respuesta a bajas revoluciones, que es donde realmente se mueve este tipo de coche.

Seguridad: sorprendentemente completa
El paquete de sistemas ADAS es de lo más completo que se puede encontrar en el segmento. El Blind-spot Collision Avoidance Assist con Safe Exit Warning no solo detecta vehículos en el ángulo muerto, sino que alerta antes de abrir las puertas si se acerca un ciclista o patinete. En ciudad es tremendamente útil. El Forward Collision-Avoidance Assist 1.5 va más allá de la simple detección, porque interviene activamente para evitar o mitigar colisiones.
El control de crucero inteligente basado en navegación ajusta la velocidad cuando se aproxima a curvas usando los datos del GPS. Parece una chorrada hasta que lo pruebas en carreteras secundarias, donde realmente marca la diferencia. Los sistemas Highway Driving Assist y Lane Following Assist completan un paquete que mantiene el coche centrado en el carril y a distancia segura del vehículo precedente en autopista.
Todo esto en un crossover compacto que cuesta lo que cuesta es bastante notable. Los coreanos han entendido que la seguridad activa ya no es un lujo, sino una expectativa básica, y han actuado en consecuencia.
La integración de todos estos sistemas es lo que realmente impresiona. No tienes la sensación de que cada asistente vaya por su cuenta, sino que trabajan de manera coordinada para hacer la conducción más segura y menos fatigosa.

El veredicto final
Este nuevo Stonic es la demostración de que Kia ha alcanzado la madurez como fabricante. No es solo un lavado de cara, es un producto pensado para competir de tú a tú con lo mejor del segmento. La combinación de diseño atractivo, tecnología bien integrada, conectividad avanzada y seguridad completa lo sitúa en una posición muy sólida.
Lo que más me convence es que no han intentado hacer un coche para todos, sino que han definido claramente su público objetivo: gente que busca un crossover compacto moderno, bien equipado y eficiente, sin pretensiones todoterreno ni deportivas, y para ese público, este Stonic funciona muy bien.
Si Kia mantiene su política de precios competitivos y su garantía de siete años, tiene entre las manos un producto que puede dar mucha guerra en un segmento hipercompetitivo. Los europeos llevan años acostumbrados a considerar a las marcas coreanas como alternativas baratas, pero coches como este demuestran que ya no es así. Ahora son alternativas inteligentes.
Jose Manuel Miana
Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.COMENTARIOS