Una cadena de enlaces me transporta a la edición número 215 de la revista mensual Auto Rétro. Es un rastreo en dos movimientos, que empieza cuando ingreso a uno de los blogs sobre íconos del pasado que a menudo me apetece visitar: Supercar Nostalgia. Allí, como le había ocurrido 30 años atrás a su primer dueño –y único–, un Bugatti EB110 GT 1995 me llama la atención por su apariencia. Veo que la reseña anuncia al coche hacia una subasta que ya pasó, una que tuvo lugar en el Retromobile 2025, en el espacio de la empresa Artcurial, para ser exacto.
En Artcurial, la venta por más de un millón y medio de euros sobresale, pero, para encontrar el motivo de la cifra y qué es lo que hace especial a este ejemplar, hay que leer la letra chica. En este caso, la letra chica es el informe que va a los detalles de su historial más que de sus especificaciones, aunque, de éstas, hay una que lo es todo y es el acabado exterior. Un dato me lleva a buscar archivos de sus días. “Apareció en la revista Auto Rétro en noviembre de 1998”, confirma la casa de subastas, como abriendo un portal. La reseña de Artcurial da fe de su excelente estado y agrega que está “increíblemente bien conservado”.
Entonces, pienso en este superdeportivo como una máquina del tiempo, una máquina del tiempo llamada Bugatti EB110 GT. Por su vigencia, hablar de sus días no tiene mucho sentido. El coche luce como si no tuviera 30 años encima, como recién salido de fábrica, como si el número 215 saliera mañana. Y ahí está, en la portada de hace 27 noviembres, rodeado de otros protagonistas de ocasión como el Jaguar XJ 12, el Matra 530, el Alfa Romeo GTV y el Pontiac Firebird Trans Am Super Duty 455. En el índice, de perfil aparece, con su alerón y una presentación de parte del medio francés que no le sienta mal: L’étoile filante.

Este Bugatti EB110 GT 1995 es una estrella fugaz
No es una máquina del tiempo, sino una estrella fugaz. Puede ser entendida así en más de un sentido. Por su velocidad y aceleración, claro, pero también por su producción fugaz, por ser el coche de la fugaz era italiana de la marca, la que operaba en Campogalliano. Tan arraigada estuvo la ciudad modenesa con el EB110 y viceversa, que un taller local fue el encargado de una importante revisión unos siete años atrás: cambio de neumáticos, ajuste de los discos de freno y un nuevo parabrisas.
Fue una mejora necesaria para seguir manteniéndolo, pero no menos para dejarlo listo de cara a su viaje a Molsheim al año siguiente. Este chasis, el número 99, fue el que, en ese juego de pasado y presente que los fabricantes proponen cuando lanzan un modelo homenaje, acompañó al blanco Bugatti Centodieci en su presentación. La razón de su asistencia estuvo en su “Bianco Monaco”. De las menos de 100 unidades fabricadas de la versión GT, la que ven en fotos es la única que recibió de fábrica dicha pintura.
“Con su azul habitual, el Bugatti EB110 siempre me pareció un poco tosco. Hasta el día en que, paseando por Mónaco como turista, me detuve frente a esta versión blanca en la sala de exposición de Montecarlo Royal Motors”- Palabras que ha publicado Artcurial y que salieron de la boca de quien, hasta la reciente venta, había sido el único dueño. “Me gustó al instante y lo compré. Desde entonces, me ha dado muchas satisfacciones; es muy agradable de conducir y excepcionalmente fiable”, siguió recordando. Quizás, verlo aquel día de 1995 en Montecarlo fue como ver una estrella fugaz. Si algún día lo vemos pasar, ¿acaso no tendríamos que pedir un deseo?
Mauro Blanco
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