Me traigo la sección al otro lado del Atlántico para recordar un coche que se sigue viendo con mucha frecuencia en las calles. Algunos mantenidos en condiciones aceptables, otros tomados por el óxido y otros tantos a los que se les ve una evidente restauración, al punto tal de ir manejando por avenidas de grandes flujos de tráfico y encontrarte con que uno de estos va a tu par, por el carril de al lado.
Bajas la ventanilla y, de mínima, un gesto de aprobación, porque está claro que el dueño le ha dado el cuidado que un vehículo tan querido se merece. Hace rato que el Dodge 1500 abandonó la producción, pero se resiste al paso del tiempo. Aquí, las emisiones no son un problema, de manera que no hay lugar para la obsolescencia. Un coche retirado hace 35 años está tan vigente en materia de combustión como el último lanzamiento, y el Milki, como se lo conoce en Argentina –también como Milqui–, bien sabe de ello.
Aunque destinado a los conductores argentinos, el Dodge 1500 no es un completo desconocido de este lado del Atlántico. No se fabricó como tal en Europa, pero sí se basó en un modelo que impresionó favorablemente en el viejo continente: el Hillman Avenger, el comercializado en el Reino Unido y recibido con los brazos abiertos por los jóvenes de la época. De éste se partió para acomodarse a las preferencias del mercado argentino y, entonces, nació un coche multifacético. Con diferentes etapas durante sus dos décadas de producción, el Dodge 1500 se lanzó en 1971 por Chrysler-Fevre Argentina S.A., subsidiaria de la norteamericana.
“Parece que conociera el campo de antemano. Ningún pozo lo sorprende. Ni las zanjas. Ni las piedras. En la cabina, la misma sensación del asfalto. El secreto está en la suspensión independiente de las ruedas delanteras. Complementada por el sistema Link-bar de las traseras. (…) Para enlazar un novillo. Para viajar por el llano y la montaña. O para llevar los chicos al colegio. Siempre con el mismo rendimiento”.
El fragmento corresponde a un aviso publicitario de revista, en el que al Dodge 1500, con su cilindrada de 1.500 centímetros cúbicos, se lo consideraba un experto “a campo traviesa” y en cuya foto se lo ve rodeado de cabezas de ganado. Al respecto, el coche fue también rural y tuvo una configuración especial para la segunda mitad de la década de los setenta. Se basó en un motor aumentado a 1.8 litros y en una suspensión trasera optimizada.
El motor básico fue el 1.5 y se ofreció en una serie de versiones: desde la estándar, pasando por una de mejor acabado, tapizado y equipamiento, hasta el Dodge GT90, una propuesta más deportiva que destacaba por su tacómetro, su carburador exclusivo y un aumento en la velocidad máxima. El 1975 fue clave porque fue el año de la llegada a la gama del motor de 1.800 cc, el M1.8, que así como movería al mencionado cinco puertas Dodge Rural, haría andar al denominado Dodge 1500 GT100.
Estrenado en el ’77 bajo la premisa de llevarlo a las carreras, el GT100 destacó por contar con una versión mucho más trabajada del 1.8, ya sea por la instalación de válvulas más grandes, una mejor cámara de combustión, un árbol de levas de mayor rendimiento y un rendimiento, valga la redundancia, que se debía en gran medida a un sistema de intercambiador de calor. Aquí, la velocidad máxima subía hasta los 170 km/h.
Sus años en Volkswagen
La segunda década de su producción se llevó a cabo por Volkswagen Argentina, dueña de los derechos de la subsidiaria tras adquirirla en 1980. El modelo pasó a llamarse Dodge 1500 Serie W y se basó en una renovación cosmética y de confort. La actualización exterior se resumió en una pintura amarilla satinada y en un rediseño de la parrilla, los paragolpes y las luces de freno. Puertas adentro, los asientos se optimizaron para obtener más comodidad y hacer más espaciosa la cabina, para el conductor se renovaron volante y cuadro de instrumentos, un control remoto pasó a accionar el espejo retrovisor y un aire acondicionado se ofreció como opcional sobre el final de su ciclo comercial.
Fue popular, fue económico y fue, sobre todo, un coche noble. Creo que este último es el término que explica por qué el Dodge 1500, restaurado o destartalado, brillante u oxidado, se sigue viendo en las calles.
Mauro Blanco
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