“El coche eléctrico ha llegado para quedarse”. Esta es la frase que más hemos escuchado en los últimos años. Y con razón. En el último lustro, los fabricantes se han puesto las pilas en el sector de la electrificación para ofrecernos productos cada vez más competentes. No resulta extraño ver que, prácticamente, todos los modelos de todas las marcas cuentas con alguna alternativa electrificada. Sin embargo, parece que el coche eléctrico no cuaja en España.

¿Será por la escasa infraestructura de recarga que tenemos? ¿Por los precios de los coches, que aumentan de manera proporcional al coste de vida en el país? ¿O porque el ciudadano promedio no puede permitirse cambiar de vehículo a pesar de la incesante persistencia del gobierno? Desde luego, por la falta de oferta no es. Y aun así, la mitad de los conductores en España no tienen intención alguna de cambiar su viejo quemador de aceite y de zumito de dinosaurio para pasarse a los modernos coches teledirigidos eléctricos.

Así lo dice el Estudio sobre la transición energética realizado por Plenoil, destacando que el 50,3 % de los conductores españoles ni se lo plantea. Entre las principales causas que llevan a uno de cada dos adultos a descartar la opción de adquirirlo está su elevado precio (para el 61,3 % de los encuestados), la escasez de puntos de recarga (46,6 %), el tiempo de la carga (35,7 %), el precio de la electricidad (32,6 %) y la idea de que este tipo de vehículos no son el futuro (27,4 %); cosa que muchos fabricantes también han destacado.

Mientras el coche eléctrico lucha para hacerse un hueco, el parque automovilístico español busca la mayoría de edad (ya supera los 14 años) luchando por mantenerse en pie

Desde la oposición, el estudio cita que un 39,1 % de los encuestados está analizando o entra dentro de sus posibilidades la adquisición de un coche eléctrico –aunque no confirman que lo hagan– y sólo un 9,7 % cree firmemente que lo hará. Además, teniendo en cuenta que se pueden solicitar ayudas económicas para su adquisición, el 50,2 % se plantearía solicitarlas, mientras que el 26,7 % lo haría sólo si la ayuda acercara el precio del coche eléctrico al de uno de combustión interna, y el 23,1 % no las solicitaría en ningún caso.

La encuesta también pone de manifiesto que los medios de transporte por excelencia en los hogares son los coches diésel (49,6 %) y de gasolina (44,3 %), seguidos de híbridos (9,5 %) y eléctricos (3 %). A la pregunta “¿Qué medio de transporte es el que utilizas principalmente para desplazarte?”, más de la mitad (55,3 %) respondieron el coche propio, y de ellos solo el 12,4 % le da un uso profesional para desempeñar su oficio, (perfil de más de 25 años y clase social media o alta, trabajadores y residentes en pequeños municipios).

Estación de carga de Pope Manufacturing Company de Hartford, EE. UU. (1906)

En lo que respecta a las Comunidades Autónomas, vascos, cántabros y gallegos son los que menos se plantean la compra de un coche eléctrico

¿Y qué uso se le da al coche personal? Primero, por comodidad (51,8 %); segundo, para no usar el transporte público (49,2 %); tercero, la rapidez (48,7 %); y cuarto, por la posibilidad de dirigirse donde necesita (45,8 %). Por el contrario, entre las principales razones para no usar el vehículo propio están las dificultades para aparcar (39,1 %), un coste menor (37,5 %) por cada desplazamiento y la elección de medios menos contaminantes (28,9 %). Por eso el transporte público (22,8 %) y a patita (16,9 %) son las alternativas más populares.

El perfil de los que prefieren desplazarse con medios que contaminen menos es, sobre todo, el de joven de 25 a 34 años, de clase social alta, y residente en municipios de entre 50.000 y 200.000 habitantes. De manera complementaria, esta también es la alternativa “preferida” por personas de clase social baja y por aquellas que residen en grandes municipios… Lo cual no es ninguna sorpresa. ¿Quién, en su sano juicio, se va a dar un paseo en coche por Madrid o Barcelona en hora punta? Es tirar el combustible por tirarlo y perder años de vida.

Los medios de transporte menos utilizados son la bicicleta o patinete (3,3 %) y el carsharing (0,8 %), limitados casi en exclusiva a las grandes ciudades españolas

“Mientras avanzamos hacia un mundo más respetuoso con el medioambiente, desde Plenoil apostamos firmemente por la optimización de recursos en todas nuestras instalaciones con el objetivo de reducir al máximo nuestro impacto en el sector. Así, estamos invirtiendo ocho millones de euros en la instalación de puntos de recarga para coches eléctricos para finales de 2023, manteniendo la independencia en la fijación del precio final de venta”, ha afirmado José Rodríguez de Arellano, CEO de Plenoil, para mejorar la integración del coche eléctrico.

“A pesar de nuestros esfuerzos, todavía queda mucho por hacer. Por ejemplo, en España tenemos actualmente poco más de 30.000 puntos de recarga, que se queda muy lejos de los 80.000-100.000 previstos en nuestro país para este año”, añade el director ejecutivo de la petrolera. Puesto que la industria del automóvil supone el 10 % del PIB, España se juega en los próximos años seguir siendo el segundo productor europeo. Para ello, es clave generar la atracción pertinente para hacer coches eléctricos y tener plantas de baterías.

La industria española ha comenzado con la transición hacia el coche eléctrico y ha pasado de ensamblar 16.885 ejemplares en 2019 a más de 127.000 en 2022

Los vehículos electrificados, incluyendo el híbrido enchufable, representan ya el 12,1 % de la cuota de producción de las fábricas nacionales. Sin embargo, las ventas de esta tecnología no no avanzan al mismo ritmo en España que en el resto de Europa (los eléctricos puros supusieron un 3,8 % de las matricu­laciones en 2022, mientras que los híbridos enchufables supusieron un 5 % de las ventas). Y a eso tenemos que sumar el desafío de la normativa de emisiones Euro 7, que pondrá las cosas muy crudas de aquí a una década.