Mercedes no es, ni de lejos, la misma empresa que fue antaño. Aunque antes siempre tuvo ese aura de “coche de abuelo”; como se decía en España –era el coche que se compraban los jubilados, después de ahorrar toda una vida–, la calidad y su fama de fiabilidad y lujo eran indudables. Hoy, en pleno Siglo XXI y con un mercado supercompetitivo, esa imagen de fiabilidad y calidad ha perdido ciertos enteros, aunque también ha perdido esa imagen de “coche de abuelo” y ha ganado algo en dinamismo.
La transición fue, claramente, durante los primeros años de la década de los 2000, cuando fuimos testigos de un notable cambio estético e incluso de talante general de sus coches. Época en la que se lanzó al mercado, entre otros coches, el Mercedes CLS –W219–, un modelo que dio comienzo a la tendencia “sedán coupé”, una idea que como ocurre actualmente con los “SUV coupé”, no tienen ningún sentido. Pero la receta funcionó e incluso todavía hoy, casi 20 años después, mantiene la popularidad, aunque haya menos propuestas de este tipo en el mercado.
Aquel Mercedes CLS rompió algunos moldes en la marca, con un diseño arrebatador, que se ganó que los aficionados lo consideraran como el Mercedes más bonito en aquel momento. También mantenía algunas características típicas de la firma alemana, como un habitáculo de diseño tirando a clásico y muy ordenado, con mucha madera y mucho cuero. Incluso en las versiones más prestacionales, los Mercedes CLS55 AMG, se mantenía esa característica lujosa y hasta cierto punto, rancia. El lujo clásico siempre ofrecerá esa sensación de demasiada seriedad, de poca imaginación.
El Mercedes CLS55 AMG salió al mercado en enero de 2005, varios meses después de que la marca pusiera en circulación algunas versiones más cercanas al gran público, una costumbre que ya se perdió en el tiempo. El CLS55 AMG era lo más bestia del modelo, pero al igual que el resto de la gama, tenía mucho en común con el Mercedes Clase E, no en balde, la plataforma, las suspensiones, la dirección, los frenos y la mayoría de los motores, por no continuar con una lista que sería demasiado larga, eran compartidos.
Así, el Mercedes CLS55 AMG tenía bajo su interesante silueta un auténtico dragster a la alemana. El motor era un V8 de 5,4 litros sobrealimentado por compresor, el que se convirtiera en uno de los propulsores más famosos de Mercedes, capaces de rendir 476 CV y 700 Nm de par, con el que podía completar el 0 a 100 km/h desde parado en 4,7 segundos. Y eso, teniendo en cuenta que era un modelo de propulsión –entonces ni se planteaban la idea de ofrecer la tracción total– y que tenía un cambio automático por convertidor de par de cinco relaciones llamado AMG Speedshift. Entonces, los cambios automáticos de Mercedes no destacaban precisamente por ser deportivos, ni siquiera en los AMG. Al menos, se podía actuar sobre la caja de cambios con cierta libertad, mediante unos botones colocados en el volante o mediante el selector del cambio.
El chasis presumía de suspensión neumática Airmatic DC con amortiguación adaptativa –y 10 milímetros más corta–, frenos con enormes discos perforados, llantas de 18 pulgadas y un eje delantero con una puesta a punto más efectiva. La cremallera de dirección, por ejemplo, era un 10% más rápida y los casquillos del chasis eran más rígidos para agregar más precisión a la dirección. La suspensión también era un 30% más firme y los neumáticos eran muy grandes: 245/35 ZR19 y 285/30 ZR19.
La velocidad máxima, como todos los coches alemanes de la época, estaba limitada a 250 km/h, pero se decía que podía superar los 300 km/h sin se eliminaba.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS