La historia, en ocasiones, no es justa con quien se lo merece y le otorga el reconocimiento a otros que, si bien no están exentos de ello, deberían estar en una posición menos privilegiada. Sin embargo, no debemos olvidar que el tiempo castiga a quienes no saben aprovechar las oportunidades o, por el contrario, permiten que otros se adueñen de ellas en su lugar. Algo que saben muy bien en la marca japonesa con su Toyota RAV4 (XA10), y también en Nissan.
Nuestra historia comienza en la década de los 90, una época especialmente añorada por los amantes de las sensaciones fuertes y de los coches pasionales, pues fueron años prolíficos en cuestión de aparatos con altas prestaciones y de tintes emocionantes.
Coches como el Mazda RX-7, el Fiat Coupé, el Mitsubishi 3000 GT, el Alfa Romeo GTV o el Volkswagen Corrado ocupaban los sueños de muchos conductores y paredes de muchos más aficionados. Ejemplos que se podrían completar con otros de mayor alcurnia como el Ford Escort RS Cosworth, Toyota Celica GT-Four, Ferrari F50 o McLaren F1.
Época de automóviles que hoy son recordados, añorados y por supuesto, coleccionados. Sin embargo, mientras estos coches ocupaban portadas de revistas y los sueños más inconfesables de los aficionados, Toyota se dio cuenta de algo.
Por aquel entonces, los todoterreno ganaban en ventas, muchas de ellas por gente que buscaba su imagen de lujo y estatus, otros muchos, en busca de diversión y nuevas sensaciones. El problema, como cabe esperar y como sigue ocurriendo actualmente, es que esos todoterreno eran caros y se encontraban lejos del alcance de muchos usuarios. Además, tenían una serie de penalizaciones para el uso diario como un elevado consumo, peor comportamiento dinámico… como vimos en el caso del Nissan Terrano II.
El Salón de Ginebra de 1994 le vio nacer
La solución, a simple vista, fue rematadamente sencilla y hoy acapara una de cada tres matriculaciones. Adaptaron aquellos grandes y caros todoterreno a un público mucho mayor y además, le imprimieron un interesante talante deportivo. Y ojo con esto, porque el término deportivo abarca mucho y en este caso, hablamos de un pequeño y ligero automóvil capaz de ir como alma que lleva el diablo por caminos de tierra y tramos de asfalto en mal estado. El resultado se llamó Recreational Active Vehicle 4WD y se presentó en el Salón de Ginebra de 1994.
Sí, era el Toyota RAV4, cuya evolución ha difuminado aquellos comienzos y ha terminado convirtiéndose en aquello que provocó su nacimiento: un coche grande, con mucha imagen, pero con un precio alejado de muchos usuarios. En sus inicios, el RAV4 era un coche muy interesante, con una gama que apuntaba a un público totalmente distinto al actual. De hecho, hoy estaría muy cerca -por medidas- de ser un miembro del segmento B-SUV, uno de los segmentos con mayor proyección comercial en la actualidad.
No obstante, no usaba las mismas armas que hoy se emplean. Sus posibilidades de personalización, punta de lanza en el catálogo de muchos B-SUV, no existía, ni los interiores coloristas o con tapicerías desmontables (una idea tremenda, por cierto). El Toyota RAV4 jugaba con el tamaño, con su inicial carrocería de tres puertas e incluso con una carrocería con techo de lona.
La rueda de repuesto iba en un portón de apertura lateral, la zona baja de la carrocería iba pintada de tonos oscuros contrastando con el resto y el espacio libre al suelo, le convertían en más todoterreno que cualquier SUV actual cargado de controles electrónicos.
Toyota ya había tanteado el terreno anteriormente mostrando al público del Salón de Tokio de 1989 el RAV-Four Concept. Realmente, este pequeño vehículo era un estudio de diseño que incluso se atrevía a plantear soluciones como convertir el habitáculo en monoplaza para transportar una moto (de campo, por supuesto). Sin embargo, la reacción del público propició su paso a producción, con luz verde en marzo de 1991 para desarrollar el concepto que representaba el pequeño prototipo.
Hace 25 años innovó en muchos apartados
No todo fue tan sencillo, ni mucho menos. Es más, el RAV4 estuvo a punto de ser cancelado porque su ingeniero jefe, Masakatsu Nonaka, se encontró con una fuerte oposición dentro de la propia Toyota. El desarrollo se llegó a detener en una ocasión debido a las dudas que muchos tenían en Toyota sobre este coche: ¿quién querría comprar un pequeño todoterreno así?
Mucho se habrían arrepentido ahora en la sede de la firma nipona si no se hubiera vuelto a reactivar su desarrollo, gracias a las divisiones de ventas en Europa y Japón, desde dónde se aseguró que sería un coche que el público demandaría muy pronto. Algunos meses después de su presentación en Ginebra comenzaron sus ventas en Japón, mientras que para Europa hubo que esperar a 1995.
Sin embargo la espera mereció la pena, porque este pequeño aparato japonés sorprendía en algunos apartados. De entrada, la plataforma era específica para el modelo, con algunos elementos del Corolla adaptados. Montaba suspensiones independientes en los dos ejes (multibrazo el trasero) y la tracción total, de serie, era del tipo permanente.
No todo era nuevo en el RAV4, obviamente. El motor, por ejemplo, era un cuatro cilindros de 2 litros que había sido utilizado por primera vez en el Camry casi 10 años antes. Para los más fanáticos, decir que era el bloque 3S-FE, que rendía 129 CV. Este fue el único motor que tuvo nuestro mercado, aunque en Japón llegó a tener una versión con 179 CV.
La primera generación del Toyota RAV4, que ahora cumple 25 años, estuvo a la venta durante cinco años. En el año 2000 llegó la segunda entrega del modelo, que se hizo más grande, más pesada y más seria. Mismo camino que tomó la tercera generación, presentada en 2006. El caso es que esta vez no tenía las cosas tan fáciles.
En 2007 se presentó el coche que le ha robado todo el protagonismo y es, actualmente, uno de los coches más exitosos del mercado: Nissan Qashqai. Aunque esto es otra historia que quizá contemos algún día.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS