
No, no necesita pedir perdón, como tampoco lo necesita Toyota. Todavía recuerdo cuando se publicó la noticia de que alemanes y nipones trabajarían juntos para el desarrollo de un nuevo deportivo, de donde saldrían el BMW Z4 y el Toyota GR Supra. No era la primera vez que ambas marcas colaboraban, ahí están los Avensis con motores turbodiésel de BMW, por ejemplo, pero que el Supra estuviera implicado en esta colaboración levantó ampollas antes siquiera de tomar forma.
Luego ocurrió lo inevitable: se presentó el GR Supra y todo explotó como palomitas en el microondas. Primero, todos fueron a por el diseño y la ya cansina comparativa “esto es lo que pides en Aliexpress, esto es lo que te llega” salió por todos los lados. Toyota afirmó que la inspiración para el GR Supra fue el concept FT-1 y claro, la gente no dudo en meter el dedo en la llaga. Luego llegó el tema de la colaboración con BMW… No solo estaba el motor, también hay otros elementos, sobre todo en el habitáculo, procedentes de la marca alemana y los puristas atacaron sin piedad.
Ya sabemos como funciona esto, la crítica es muy fácil cuando hay una pantalla y varios cientos de kilómetros entre medias, porque, habiendo probado el coche en un par de ocasiones, no recuerdo que nadie haya soltado alguna crítica en ningún momento. Más bien lo contrario, todo eran halagos, palabras de admiración e incluso fotos con el teléfono. Evidentemente, las cosas, en vivo, son bien diferentes.

¿Nadie se acuerda de como fue la colaboración?
Lo más divertido de todo, es que la colaboración no existió, o al menos fue muy, muy limitada. Cuando se definieron las necesidades y los objetivos, cada grupo trabajó en solitario, sin hablar con el otro, no hubo contacto, no hubo colaboración de ninguna clase. BMW solo suministró algunos elementos y Toyota se encargó de hacer que funcionaran. Así de sencillo. Además, hay otra cuestión que se comentó en varias ocasiones: sin colaboración, nunca habría existido el Toyota GR Supra por cuestión de costes. Así, pues, ¿mejor colaborar y poder tener un coche así, o prescindir de la colaboración y que Toyota siguiera con sus aburridos híbridos? La respuesta es clara, ¿no?
Por otro lado, todo el que ha probado el coche ha tenido buenas palabras y elogios por su comportamiento, por su agilidad, por lo rápido que se puede ir con él, como afronta las curvas… Incluso se ha llegado a definir como adictivo. Y, por supuesto, también se ha tenido buenas palabras para la calidad de ajuste y hasta para los consumos, un tema donde no solo tiene importa el motor y la transmisión, por cierto.
Todavía recuerdo cuando lo comparamos con el Ford Mustang Mach 1, qué divertido fue y que complicado era seguir al Supra con el Mustang. Había algo más de 100 CV de diferencia entre uno y otro –460 para el yankee, 340 para el nipón– y aun así, el Supra era capaz de perder al Mustang en cuanto aparecían las curvas. En las rectas la cosa cambiaba y los ocho cilindros americanos ponían toda la carne en el asador y no había forma de pararlos.
El GR Supra no es perfecto, no es 100% Toyota, y tampoco lo necesita. Porque cuando te sientas al volante, todas esas conversaciones de barra de bar se disuelven en cuanto empieza la carretera. A veces, lo que importa no es de dónde viene, sino lo que te hace sentir. Y ahí, el Supra es un ejemplo a seguir, un coche que con “solo” 340 CV te hace sudar y te saca una sonrisa con cada curva.
Sí, lo reconozco, me compraría uno ahora mismo. Pero, ¿sabéis qué? Soy pobre.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS