1912 Haynes 50-60 Touring Car, el primer coche que salió en una “porno”

1912 Haynes 50-60 Touring Car, el primer coche que salió en una “porno”

Todo un pionero en el séptimo arte erótico


Tiempo de lectura: 6 min.

La verdad sea dicha, cuando en espíritu RACER hablamos de pornografía nos referimos a otra cosa, más cercana a la mecafilia, pero en un sentido puritano. En esta ocasión tocamos un tema más transversal, el del primer automóvil que protagonizó una película “porno”. Bueno, en todo caso, habría que decir el primero del que se tienen noticias, ya que no han sobrevivido todas las cintas que se hicieron, ni se sabe a ciencia cierta cuántas se hicieron, ni si queda alguna escondida en baúl de algún bisabuelo junto a libros de prosodia hebrea.

Nos retrotraemos a 1915. Europa estaba enfrascada en su autoexterminio en la Primera Guerra Mundial, mientras Estados Unidos aún permanecía neutral al conflicto de los viejos imperios. El automóvil y el cine eran dos inventos que estaban revolucionando la sociedad. Las películas no tenían sonido, y poca gente podía verlas en su casa, el populacho iba a las salas de cine donde una pianola amenizaba la proyección.

Pero hemos venido a hablar de pornografía. Este arte -si se puede entender así- puede ser tan antiguo como la humanidad, ya que se conservan representaciones de diversa índole desde el amanecer de los tiempos, pero no me extenderé pues mi formación en arte es tirando a nula. Su manifestación en cine coincide con el propio cine, porque al año de aparecer el cinematógrafo de los hermanos Lumière (1895) hizo aparición la cinta “Le Coucher de la Mariée”, traducido del francés como “El amanecer de la casada”. Nunca antes se había visto erotismo en movimiento y diferido. No vio la luz hasta 1903, y de los 7 minutos de metraje solo han sobrevivido dos.

Cinematografo Lumiere

Cinematógrafo – Publicado originalmente en la revista Le Magazin Du Siecle (1897) –
Multilicencia CC-BY-SA-3.0 y GFDL

En aquella época la manifestación pública de un tobillo se podía considerar altamente erotizante, la sociedad era tremendamente puritana, pero guarretes han existido en todas las épocas. Las películas “porno” se podían conseguir en los ámbitos clandestinos, pues no habrían superado la censura en ningún país serio. De los originales se hacían copias en cintas y se distribuían. Era material muy chungo. Ahora no le damos ese valor porque a dos clics de distancia tenemos más porno del que podríamos consumir en varias vidas consecutivas.

Las películas porno clandestinas se denominan “stag films”

Que se sepa, la primera película porno que se conserva en Estados Unidos es “A free ride”, fechada en 1915 según la mayoría de las fuentes, en 1923 según otras. El nombre ya apunta maneras, “Una vuelta gratis”, que tiene otras connotaciones en inglés, “ride” también significa montar. Fue dirigida por “Un tío listo” (sic), y todos los que trabajaron en ella quedaron en el anonimato por razones más que obvias. El cámara era “Will B. Hard”, una forma cachonda de nombre falso, pues suena traducido como “estará duro”.

La película en cuestión no se puede considerar como precursora del género “bangbus” ya que la acción como tal no tiene lugar dentro del automóvil, aunque sí los prolegómenos. Si nos ponemos en la mente de un señor de 1915 y ajustamos la inflación de la perversión, sí, sería algo parecido a cuando O.G. “Mudbone” invita a una chavala a subirse al gran SUV de turno para enseñarle su palanca de cambios.

Publicidad Haynes

No quisiera contar de qué va, son 9 minutos y no soy amigo de los spoilers, pero solo diré lo evidente: sale un caballero, dos señoritas, y un Haynes 50-60 Touring Car Model Y de 1912. Según su publicidad, costaba 3.000 dólares de la época totalmente equipado, lo que vienen a casi 65.000 euros actuales ajustando la inflación. Era un coche de lujo, tengamos en cuenta que el Ford Model T se podía comprar en 1915 por 390 dólares (más de lo que cuesta hoy un Focus), ¡casi la tercera parte de lo que costó en su lanzamiento!

Era un coche muy grande, con 3 metros de batalla. Las tres plazas delanteras dieron juego en el corto

El Model Y era el más potente de la gama Haynes, con 50-60 CV. Entre su equipamiento se podían encontrar cosas como el magneto dual Eisemann, carburadores Strombery, parabrisas, cinco lámparas eléctricas, velocímetro, llantas Dorian, y marcador de combustible Tanner. No podían faltar extras, como otros tonos de pintura, fundas para los asientos, claxon o piezas niqueladas. Esa y más información se puede encontrar en el libro “Haynes-Apperson and America’s First Practical Automobile: A History”, de W.C. Madden.

Una de sus particularidades es la del volante a la derecha. El Ford Model T se convirtió en un estándar de facto con el volante a la izquierda, pero en aquella época no había reglamentos de homologación y cada uno hacía los coches como le salía de la junta de los cojinetes. Los Haynes era coches caros y se produjeron en volúmenes bajos, una docena diaria en 1912. Haynes Automobile Company entró en quiebra en 1924, años antes de la Gran Depresión. En Jalopnik apuntan con acierto que uno de los fundadores de Haynes fue Elwood Haynes, un plesbiteriano estricto, menuda gracia le habría hecho saber para qué se usó uno de sus coches…

Tranquilos, el vídeo adjunto es de la parte apta para todos los públicos y el puritanismo de Youtube; nadie perderá su empleo por verlo en el trabajo. A quien le pique la curiosidad -cinematográfica- por la cinta completa, se puede ver en Wikimedia Commons. No entraré en valorar si es una cinta profesional o amateur, pero por el uso de diferentes planos y realización, no es como aquellas primeras películas en la que los planos generales eran infinitos. Por otro lado, tampoco hay primerísimos planos, pero se acercan lo suficiente al asunto, muchísimo para esa época. A nivel técnico está relativamente currada.

Se conserva una copia en el Kinsey Institute y en 2004 se hizo un “remake” por parte de Lisa Oppenheim. Ni idea de qué coche utilizaron esta vez.

Esta obra, cuyo autor soy yo mismo, se publicó el 29 de junio de 2017 bajo una licencia de Reconocimiento 4.0 Internacional de Creative Commons.

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Sobre mí

Javier Costas

Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.

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