Que sí, que es un Mercedes, que puedes volar junto a él a 260 km/h y sacarle jugo a casi 600 caballos de potencia. Pero es un Maybach y en un Maybach no cabe tanto lugar para la técnica como sí le cabe a la búsqueda de la belleza, en orden de prioridades, al menos. Por eso, ante un nuevo Mercedes Maybach como este SL 680 Monogram Series, no basta con hacernos eco de las novedades. Hay que ir a por las claves vinculadas al diseño y los elementos que lo componen.

El foco no en el lujo extremo, pues caeríamos en una redundancia innecesaria. Insisto, la premisa es apuntar a qué congenia este modelo para representar a la marca propiedad del Grupo Mercedes-Benz. De lo general a lo particular, hay que empezar diciendo que desde Stuttgart lo definen como “el modelo más deportivo en la historia de la marca hasta la fecha”. Está a las claras que no lo dicen únicamente por entregar 585 CV o por el hecho de que una de sus cartas de presentación sea una prometedora habilidad en las curvas.

Hemos tenido en tiempos no tan lejanos otros convertibles. Hace menos de 10 años se lanzaba el Mercedes-Maybach S 650 Cabriolet, al que, con su estilo musculoso de carrocería, no le faltaba la impronta deportiva, todo lo contrario. En el nuevo Maybach SL se nota cómo de perfil revela un centro de gravedad visual más bajo y cómo el morro es consecuente. Esto es también es parte del concepto de diseño, lo amolda. Y precisamente en el frontal encontramos otra novedad.

La marca de la doble M nos tenía acostumbrados a calandras con formas trapezoidales de lados horizontales en disposición de V, con el lado superior más largo que el inferior. En este SL 680 esa forma se invierte, para darle a la calandra una figura con contorno en forma de A. No hay casualidades, menos en departamentos de diseño. Tenemos que tomar a esta característica como inherente a lo anterior. En un coche con el centro de gravedad visual desplazado hacia abajo y el perfil tendiendo hacia el suelo de atrás hacia adelante, fue correcto de parte de Maybach dar vuelta la clásica calandra.

Es una novedad, porque es, de hecho, el primer Maybach en lucir de esa manera la calandra, y es al mismo tiempo un elemento de diseño, pero un elemento con notable injerencia en el concepto estético general: de esta manera, la marca no hace más que demostrar cómo el lenguaje de un coche cambia con un sutil movimiento. Si este Maybach es, como dice Mercedes, el más deportivo, en parte se debe a este detalle. A todo esto sumemos las claves más particulares.

En esta instancia, un evidente hilo conductor es el cromado expandido por todo el coche: en la propia calandra y sus rejillas verticales, en las molduras del contorno de las tomas de aire que se ubican debajo, en la aleta longitudinal que divide al capó a la mitad, en el marco del parabrisas, en los faldones horizontales y las tomas de aire laterales aplicadas entre las puertas y las ruedas delanteras para refrigerar el V8, y en el faldón trasero. Un conjunto de cromado que, si me preguntan, resalta con el contraste que le propone el tono “Red Ambience” de acabado exterior.