A principios de los 2000, Volvo andaba en plena crisis de identidad. Quería quitarse de encima esa fama de marca para padres divorciados, profesores de instituto y conductores que valoraban más la seguridad pasiva que cualquier atisbo de emoción, y como el mundo estaba lleno de BMW y Audi deportivos, en Gotemburgo pensaron: “¿Y si nosotros también?”
La respuesta fue una hornada de coches que intentaban ser más cañeros sin perder el alma sueca. El Volvo S60 R, con 300 caballos, tracción integral y una paleta de colores chillones, fue su bandera. También llegaron el C70 Coupé, más redondo y guapetón que cualquier Volvo anterior, y rancheras vitaminadas como el V70 R, que parecía una tabla de planchar de 1.800 kg pero corría como el demonio.
El problema es que el invento no cuajó. Los puristas seguían yendo a BMW, los que buscaban fiabilidad se iban a Japón, y los compradores tradicionales de Volvo miraban esas llantas de 18” como si fueran pintadas de grafiti. El resultado: pocos vendidos, muchos olvidados, y una Volvo que volvió a sus orígenes más calmadita… hasta ahora.
Porque si hay algo que la historia nos enseña, es que Volvo siempre vuelve a intentar ser otra cosa, aunque eso signifique disfrazarse de marca aventurera en plena era eléctrica.

El EX30 Cross Country: barro de pega, interior nórdico y watts de postureo
El Volvo EX30 Cross Country incluye lo que cualquier entusiasta espera de un modelo que se presenta como “aventurero”: Sublínea Cross Country, 422 CV gracias a un esquema AWD eléctrico, 0–100 km/h en 3,6 s… y un interior minimalista con tapicería textil reciclada, volante compacto, pantalla central de 12,3” y sistemas de seguridad avanzados como control de crucero adaptativo y asistente de mantenimiento de carril. Tiene todo lo que anuncia Volvo y un apellido “Cross Country” cargado de intención.
Esta versión está basada en el EX30, pero elevada 19 mm y con protecciones plásticas y neumáticos específicos para sugerir capacidades off-road. En teoría, puede enfrentarse a grava, algo de barro o nieve sin inmutarse. En la práctica, sigue siendo el mismo chasis urbano con baterías por debajo.
Hay skid-plates delante y detrás, llantas de 19” y barras de techo opcionales. Volvo afirma que es el EX30 más robusto hasta la fecha. El coche mantiene los parámetros de seguridad habituales (sistemas como el City Safety y su estructura compatible con Euro NCAP), y el interior también parece cómodo y moderno, aunque sorprende por lo poco práctico: el espacio trasero resulta más justo que en modelos anteriores de la marca, y el maletero parece sacado de otra categoría.
Volvo, ¿qué te ha pasado?
Hubo un tiempo en que Volvo significaba algo. Una especie de dignidad escandinava sobre ruedas, coches sólidos, seguros, funcionales, pero con personalidad. Con los años, esa identidad se ha ido difuminando entre tanto diseño minimalista, tanto botón táctil, tanto asistente de voz y tanto discurso corporativo sobre sostenibilidad.

El EX30 Cross Country es solo un síntoma más. Volvo ya no sabe muy bien qué quiere ser. ¿Una marca premium? ¿Una alternativa ética? ¿Una Tesla con acento sueco? ¿Una aventurera urbanita? Intenta abarcarlo todo, pero al final se diluye, y lo peor es que ya no hace coches memorables. Hace productos.
Este modelo, en concreto, es un ejercicio de marketing más que de ingeniería. Lo pintan como algo nuevo y emocionante, pero bajo la carrocería es el mismo coche que su versión normal, solo que más alto y más pintón. Como ponerse unas botas de montaña para pasear por la Gran Vía. Queda bien en fotos, pero ya está.
Además, a nivel de estrategia, no se atreven del todo. ¿Quieres hacer un coche campero eléctrico? Genial. Pero hazlo de verdad. Métele una suspensión pensada para malos caminos, dale modos de tracción específicos, piensa en la autonomía para climas fríos, y, sobre todo, no le pongas un nombre que remite a los míticos V70 XC si no vas a estar a la altura.
¿Aventuras con motor eléctrico? ¿Tú te atreverías?
Aquí llega el meollo de la cuestión: ¿realmente alguien se atrevería a hacer una ruta por pistas, o perderse en la montaña, con un coche eléctrico de 422 CV y 427 km de autonomía teórica? Porque en la práctica, entre clima, carga y peso, eso puede quedarse en 250 km, y ese es un margen muy justo.

Los SUV eléctricos que prometen aventura son una contradicción con ruedas. Son pesados, dependientes de una infraestructura aún escasa y poco aptos para lo imprevisto. El Cross Country de antes era otra cosa. Podías meterlo por caminos, cruzar ríos y no arriesgarte a quedarte sin gasolina… pero aquí si te adelanta el plan de carga, estás vendido.
Los frikis de la aventura urbana pueden disfrutar de ese par instantáneo, de la tracción eléctrica y del buen tacto en asfalto y pista fácil, sí, pero eso no equivale a supervivencia en una ruta de montaña sin cobertura y sin poder repostar con la garrafa del maletero. El EX30 Cross Country da ambiente y produce sensaciones, pero no deja de ser un coche eléctrico fino vestido de aventurero.
Entonces, ¿qué nos queda?
Lo que nos queda es un coche bien hecho, bonito (eso sí), con el sello Volvo, tecnología de última generación y una pretendida capacidad off-road. Si tu idea de aventura es cruzar caminos secundarios de parking o sacar fotos para Instagram en un entorno rural, este EX30 Cross Country cumple, pero si sueñas con rutas de verdad, recovecos sin señal móvil y barro hasta las rodillas, tendrás que buscar otra cosa más tradicional y bruta.
Volvo ha vuelto a intentar salirse del molde, como en los 2000, y probablemente le vuelva a salir rana. No porque el coche sea malo (porque no lo es) sino porque la historia ya la hemos visto. Los conductores que quieren auténtica aventura sabe distinguir entre auténtico y artificial, y el EX30 Cross Country juega demasiado a ambos.
Si te va el tema de las aventuras de medio día, adelante, pero si lo que buscas es un coche con emociones de verdad, mejor espera. Este modelo tiene virtudes, perfecto para ciudad y escapadas suaves, pero no lleva dentro la esencia de un todoterreno con alma. Y eso, para una marca que construyó su mito sobre veredas nórdicas y robustez, pesa más que cualquier kilo de baterías.
Jose Manuel Miana
Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.COMENTARIOS