En la tierra de las aletas traseras, pocos modelos han sido tan sutiles y originales como el Pontiac Firebird Trans Am de tercera generación. El de su zaga, un concepto en sí mismo que se potencia apreciando el coche de perfil. Esto no fue excepción en la versión GTA –Gran Turismo Americano– de la segunda mitad de los años ochenta, una propuesta por demás fiable por el hecho incorporar la inyección de combustible, que recibía su motor V8 con cilindrada aumentada a 5.7 litros –el sistema Tuned-Port Injection para cumplir con las normativas de emisiones de la época– y no resignar necesariamente potencia. Sus 235 CV lo confirman.
En estilo y en plataforma, este ejemplar es exponente del avance que le ha significado a la General Motors la tercera generación. En lugar de carrocería sobre bastidor como se producía el Firebird antecesor, este Trans Am ya partía de un chasis monocasco. Por otra parte, al ser un modelo 1989, la tercera generación ya estaba asentada en el mercado. Eso sí, para los puristas de la caja manual, mejor abstenerse de interesarse en esta unidad que figura a la venta, pues la versión GTA sólo se ofreció con transmisión automática.
Además de las muy buenas críticas de la prensa especializada que recibió en su momento y de haber sido nombrado “Mejor GT deportivo” cuando se lanzó, este ejemplar en particular cuenta con dos motivos elementales que quisiera destacar a continuación, razones por las cuales considero que valdría la pena adquirirlo.
2- Un celoso kilometraje
De su salida de fábrica, ya 35 años y, sin embargo, los números de su odómetro confirman un manejo austero. Claro que un Pontiac Trans Am con esta consagrada configuración amerita el cuidado que ha tenido, por lo que no sería lógico el uso que se le da a cualquier coche “terrenal”, pero hay que reconocer que no deja de ser un kilometraje bajo. Y en este caso es acertado hablar de kilometraje y no de millas, pues es la unidad que figura en su cuadro de instrumentos: 27.135 km desde su venta en el Carter Pontiac de Vancouver, Canadá.
1- Su alto grado de originalidad
De todo lo que engloba a este ejemplar, lo más importante a tener en cuenta al momento de ofertar por él es su alto nivel de originalidad. Cuando nos encontramos con modelos con tantos años a cuestas, lo más normal es descubrir en ellos períodos de restauraciones y un pasamanos de propietario a propietario. Este GTA lejos está de todo ello.
Tal como lo anuncia la casa Mecum Auctions –se subasta el 19 de octubre en Las Vegas–, su estado es completamente original y no ha conocido ningún tipo de modificación. Su 5.7 TPI, su caja automática de cuatro velocidades, su pintura negra, su techo corredizo –de tipo T-Top, todo un sello de los Firebird–, las funciones eléctricas tales como las cerraduras y el accionamiento de las ventanillas… Un GTA que no ha conocido otra venta más que la de la concesionaria y que, de allí en adelante, se lo ha pasado cuidando de su salud en la cochera de quien ahora lo vende.
Redaccion
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